Lo que va bien
Vivimos una ¨¦poca de alto riesgo. En el horizonte m¨¢s cercano se atisban ya hambrunas y un brusco frenazo de la econom¨ªa
La otra noche vi unas cuantas pel¨ªculas antiguas de James Bond. Fue una experiencia desasosegante. No por el machismo pueril, tan exagerado que desde la perspectiva contempor¨¢nea puede tomarse casi como s¨¢tira, sino por la calidad de los malvados: unos pobres infelices, unos magnates de medio pelo empe?ados en chantajes cutres.
Ninguno de ellos podr¨ªa competir con los supuestos prohombres del mundo actual. Aquellos malvados del viejo Bond no pod¨ªan ni so?ar en saberlo todo de todo el mundo y comerciar con esa informaci¨®n (como hace ahora Google), o en acumular tanto dinero, tecnolog¨ªa y capacidad de manipulaci¨®n financiera como Elon Musk. No digo que Musk sea un supervillano. Digo que, si lo fuera, cosa no del todo descartable, dejar¨ªa en pa?ales a Goldfinger y al Doctor No. Mejor no pensarlo mucho: James Bond ser¨ªa hoy un empleado de Boris Johnson, lo que da una idea del panorama.
Vivimos una ¨¦poca sombr¨ªa y de alto riesgo. La pandemia no ha terminado (v¨¦ase Shangh¨¢i); la invasi¨®n de Ucrania, al margen del horror que supone cualquier guerra, ha agravado algunos problemas (inflaci¨®n, crisis energ¨¦tica, refugiados) y ha abierto la posibilidad de que aparezcan otros a¨²n peores (expansi¨®n del conflicto, uso de armas nucleares); en el horizonte m¨¢s cercano se atisban ya hambrunas y un brusco frenazo de la econom¨ªa.
Cuesta enfrentarse a las noticias sin concluir casi de inmediato que esto es un desastre. De hecho, el ¨²nico consuelo lo procuran las peque?as miserias a las que estamos ya acostumbrados: las cosillas de Aguirre y Cospedal, las cosillas de S¨¢nchez, el culebr¨®n borb¨®nico, las tradicionales corruptelas del f¨²tbol. En fin, eso que viene acompa?ando nuestras vidas y cuya ausencia echar¨ªamos seguramente en falta.
En este contexto, resulta dif¨ªcil evitar la sensaci¨®n de que nuestra existencia cotidiana se disocia de la realidad. Porque entre tanto problema sigue saliendo agua del grifo y nuestros d¨ªas transcurren de forma m¨¢s o menos apacible. La prensa y la novela negra, dedicadas a se?alar lo que va mal (hasta donde lo permiten las autoridades p¨²blicas y privadas), siempre han tenido dificultades para recordar al p¨²blico que la maldad y la incompetencia conviven con lo contrario, la bondad y la eficacia.
Es muy dif¨ªcil reflejar con un equilibrio razonable lo que ocurre en una sociedad. Algunas personas, pocas, gozan de un talento especial y lo consiguen. Era el caso de Francisco Garc¨ªa Pav¨®n, que a trav¨¦s de su personaje Manuel Gonz¨¢lez, llamado Plinio, jefe de la Polic¨ªa Municipal de Tomelloso, mostraba la mezquindad humana (y la realidad del tardofranquismo, que era lo que era) sin dejar de reflejar las peque?as virtudes de una comunidad manchega.
Acumulaba grandes dosis de esa virtud, la del equilibrio, la de prestar atenci¨®n a lo cotidiano, a eso que damos por descontado, el reci¨¦n fallecido Domingo Villar. En alguna parte dije que me gustar¨ªa vivir en una novela de Domingo Villar. ?l ya no est¨¢, pero sus novelas s¨ª. Y siguen ofreciendo refugio. Siguen apelando a nuestra parte mejor, lo cual es muy raro en los relatos policiales, como en la prensa y en la vida en general. Pero esa parte existe. Pese a todo lo que hay y lo que viene, siempre hay cosas que van bien.
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