Matthew Bogdanos, el azote de los ladrones de antig¨¹edades
Este fiscal neoyorkino recupera piezas robadas en todo el mundo y ha llevado ante la justicia a un expatr¨®n del museo del Louvre
No hay duda de que Matthew Bogdanos, fiscal adjunto de Manhattan desde 1988, est¨¢ acostumbrado a ganar. Peleas en el ring, cuando era boxeador de los pesos medios, y condecoraciones en la vida militar, de la que se retir¨® con el grado de coronel de marines tras participar en la guerra de Irak. Las batallas que le han hecho famoso tienen que ver, sin embargo, con el mundo de las antig¨¹edades. Un universo poblado de expertos y exquisitos coleccionistas donde se manejan millones y en el que se comercia tambi¨¦n con objetos robados. Sin dejar de lado los cr¨ªmenes, desde 2017 Bogdanos dirige la Unidad de Tr¨¢fico de Antig¨¹edades, que ha convertido a este neoyorquino orgulloso de sus ra¨ªces griegas en el azote de galeristas, casas de subastas y marchantes, a los que ha requisado m¨¢s de 3.000 piezas de procedencia il¨ªcita por valor de unos 200 millones de euros. Ni siquiera la entidad cultural m¨¢s prestigiosa de Nueva York, el Metropolitan Museum, se ha librado de sus zarpazos. Bogdanos descubri¨® que el sarc¨®fago del sacerdote egipcio Nedjemankh, del periodo tolemaico tard¨ªo, que el Met adquiri¨® en 2017 por 3,5 millones de euros, hab¨ªa sido robado en los tumultos que se saldaron con la ca¨ªda de Hosni Mubarak en Egipto en 2011. El Met se disculp¨® y el sarc¨®fago ha vuelto a casa. Pero el descubrimiento ha tenido importantes ramificaciones, porque los marchantes implicados en la operaci¨®n fraudulenta resultaron ser los mismos que vendieron al Louvre de Abu Dabi obras de la misma oscura procedencia por valor de m¨¢s de 15 millones de euros. Un asunto que desde mayo tiene ante la justicia francesa al expatr¨®n del Louvre Jean-Luc Martinez acusado de estafa e implicaci¨®n en banda organizada.
Nacido hace 65 a?os en Nueva York, de padre griego y madre francesa due?os de un restaurante griego en Manhattan, el car¨¢cter combativo de Bogdanos, que creci¨® junto a tres hermanos, se forj¨® con el duro trabajo de atender a la clientela y con la lectura de la Il¨ªada, que su madre le regal¨® cuando ten¨ªa 11 a?os, seg¨²n cont¨® ¨¦l mismo a una publicaci¨®n gubernamental. Fascinado por las haza?as de Aquiles y H¨¦ctor, decidi¨® entrar en la Infanter¨ªa de Marina con apenas 19 a?os. A la instituci¨®n le debe su formaci¨®n universitaria, porque fueron los reclutadores del cuerpo los que le instaron a estudiar antes de aceptar su ingreso. Opt¨® por Cl¨¢sicas y, ya dentro del ej¨¦rcito, complet¨® su formaci¨®n con un m¨¢ster en la misma especialidad y una licenciatura en Derecho por la Universidad de Columbia.
La fama de sabueso de Bogdanos, capaz de olfatear el arte robado gracias a una potente red de informadores, le viene precisamente de su ¨²ltima etapa como marine. Tras los atentados del 11-S, este empleado de la Fiscal¨ªa de Manhattan que ya era padre de familia lo dej¨® todo para vestir de nuevo el uniforme militar. Enviado a Irak, vivi¨® sobre el terreno en abril de 2003 el colosal expolio del Museo Arqueol¨®gico de Bagdad, repleto de obras valios¨ªsimas de los imperios acadio y sumerio. Abrumado por lo ocurrido, logr¨® convencer a sus superiores de que le pusieran al frente de un peque?o equipo para recuperar el mayor n¨²mero posible de tesoros robados. No recuper¨® las piezas m¨¢s valiosas, pero su labor le vali¨® una felicitaci¨®n personal y una condecoraci¨®n del presidente Bush. Al volver a la vida civil, Bogdanos, acostumbrado a moverse entre sangre y violencia, vio ante s¨ª la posibilidad de convertirse en un justiciero del arte. Escribi¨® un libro junto a William Patrick, Thieves of Bagdad (Ladrones de Bagdad), y obtuvo una notoriedad en los medios que ahora ha reverdecido tras sacar los colores al Met y al Louvre. A William Patrick no le asombra su ¨¦xito. ¡°Matthew es muy listo e intenso. Trabaja el doble que cualquier otra persona. Su mantra es: ¡®Ya tendr¨¦ tiempo para descansar despu¨¦s de muerto¡±, cuenta este escritor por correo electr¨®nico. Y no deja de resaltar otra cualidad esencial de su amigo: su integridad. ¡°Es un tipo que de verdad quiere atrapar a los malos¡±. El estilo directo y algo policial de Bogdanos, que no ha respondido a las preguntas de este diario, recuerda, m¨¢s que a los mitos griegos, al estereotipo de h¨¦roe creado por Hollywood; esos tipos duros e incorruptibles que retrata Clint Eastwood, por ejemplo. Sujetos con fe ciega en el sistema y una visi¨®n clara del bien y el mal. Bogdanos act¨²a inspirado por un deseo de justicia social en su b¨²squeda no ya de los pobres diablos que roban en excavaciones arqueol¨®gicas o museos poco vigilados, sino de los ricos y poderosos que decoran sus exclusivas mansiones con joyas de la antig¨¹edad expoliada. Ninguno de estos ricos, por supuesto, ha acabado en la c¨¢rcel, pero hoy en el Upper East Side de Manhattan ¡ªdonde hace dos d¨¦cadas hab¨ªa una decena de galer¨ªas de antig¨¹edades¡ª quedan apenas tres, seg¨²n un estudio de 2019 que cita la revista The Atlantic.
Dado su empe?o en devolver a su lugar de origen hasta la ¨²ltima vasija etrusca robada, hay que suponer que Bogdanos sentir¨¢ cierta frustraci¨®n al visitar instituciones tan respetables como el Louvre o el British Museum, donde se exhibe lo mejor del legado art¨ªstico de antiguas civilizaciones, expoliado en su d¨ªa por las potencias coloniales.
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