Futurofobia: el miedo a no poder imaginar un porvenir mejor
El progreso parece encallado y la pol¨ªtica no ofrece relatos alternativos. Las sociedades se resignan
La verdadera nostalgia, la m¨¢s honda, no tiene que ver con el pasado, sino con el futuro. Yo siento con frecuencia la nostalgia del futuro (¡) cuando todo merodeaba por delante y el futuro a¨²n estaba en su sitio¡±, escribi¨® Luis Garc¨ªa Montero en un poema. ?Qu¨¦ demonios le ha pasado al futuro?
Estos versos, que el poeta compuso en tono intimista, podr¨ªan ahora entenderse en t¨¦rminos civilizatorios. Hace no tanto el futuro se ve¨ªa como un lugar apetecible al que viajar, lleno de novedades y prodigios. Ahora, en vista de las m¨²ltiples proyecciones dist¨®picas y variedades del fin del mundo que se nos presentan como si fueran el men¨² del d¨ªa, el futuro parece un sitio inh¨®spito que no tendremos otro remedio que transitar. Hay futurofobia. ¡°El t¨¦rmino no se refiere tanto al miedo al futuro, sino al miedo ante la incapacidad de pensar futuros mejores al presente que tenemos¡±, explica el periodista H¨¦ctor Garc¨ªa Barn¨¦s en el libro del mismo t¨ªtulo, Futurofobia (Plaza & Jan¨¦s). Desilusi¨®n, arrebatos de nostalgia, agotamiento, cinismo, falta de perspectiva vital. Como apunt¨® en c¨¦lebre cita el fil¨®sofo Fredric Jameson, hoy en d¨ªa ¡°es m¨¢s f¨¢cil imaginar el fin del mundo que el fin del capitalismo¡±. Hagan la prueba.
Nos vemos sometidos a continuos relatos sobre el colapso de la realidad tal y como la conocemos (amenazas clim¨¢ticas, tecnol¨®gicas, totalitarias, b¨¦licas, econ¨®micas, pand¨¦micas, nucleares, migratorias, etc¨¦tera), pero la pol¨ªtica no consigue ofrecer relatos alternativos para salir del atolladero, la imaginaci¨®n ha llegado a un l¨ªmite, y la sociedad parece hastiada y hasta resignada. ¡°Durante la pandemia me sorprendi¨® la naturalidad con la que, despu¨¦s de un primer momento, acept¨¢bamos la situaci¨®n¡±, rememora Garc¨ªa Barn¨¦s, ¡°como si ya estuvi¨¦ramos acostumbrados a vivir con una sensaci¨®n de shock continuo¡±. Pero aquello no fue todo: aminorando la pandemia, cuando las cosas parec¨ªan volver a una (nueva) normalidad, se desat¨® la guerra de Ucrania, el pavoneo at¨®mico, la inflaci¨®n rampante, el descontento social, y aqu¨ª seguimos, esperando con la media sonrisa puesta a los pr¨®ximos y novedosos riesgos existenciales, para enchufarnos a las tertulias y emitir nuevos memes.
Formas de pensar el futuro
La reflexi¨®n sobre el futuro no siempre ha existido. En ¨¦pocas pret¨¦ritas las cosas cambiaban tan poco en la vida de las generaciones que el tiempo parec¨ªa est¨¢tico. La gente nac¨ªa y mor¨ªa y todo segu¨ªa igual. Solo en la Edad Moderna, con los albores del desarrollo cient¨ªfico-t¨¦cnico y las nuevas ideas pol¨ªticas y sociales, la civilizaci¨®n empieza a evolucionar de manera perceptible a los individuos, y comienzan a surgir visiones del futuro, sobre todo ut¨®picas (Moro, Campanella, Bacon, Swift) o de amable ciencia ficci¨®n (H. G. Wells o Julio Verne).
Las distop¨ªas comenzar¨ªan a llegar m¨¢s tarde. ¡°La historia humana ya conoci¨® varias crisis, pero la as¨ª llamada ¡®civilizaci¨®n global¡¯ ¡ªnombre arrogante para la econom¨ªa capitalista basada en combustibles f¨®siles¡ª jam¨¢s enfrent¨® una amenaza como la presente¡±, escriben Danowski y Viveiros de Castro en ?Hay mundo por venir? (Caja Negra), en el que hacen un repaso a las diferentes versiones de la idea del fin del mundo. ¡°El futuro pr¨®ximo, en la escala de algunas pocas d¨¦cadas, no solo se vuelve imprevisible, sino tambi¨¦n inimaginable por fuera del marco de la ciencia ficci¨®n o de las escatolog¨ªas mesi¨¢nicas¡±, dicen los citados autores.
Ahora esas distop¨ªas se imponen como la forma can¨®nica de prever el porvenir (exceptuando las visiones tecnout¨®picas paridas en el Silicon Valley de Elon Musk), como se plasma en m¨²ltiples productos culturales, novelas, series, pel¨ªculas. ¡°En cierto sentido, nunca antes en la historia humana hemos sabido tanto sobre c¨®mo ser¨¢ el futuro. Y es uno completamente dist¨®pico y aterrador¡±, afirma el fil¨®sofo australiano Roman Krznaric, autor de El buen antepasado (Capit¨¢n Swing).
Hace no tanto, el progreso social parec¨ªa garantizado, algo que, m¨¢s all¨¢ del empuje ejercido por los habitantes de la ¨¦poca, se acabar¨ªa dando de forma paulatina, tarde o temprano. Ahora m¨¢s bien da la impresi¨®n de que el retroceso en muchos aspectos es inevitable, y que la tarea de las pr¨®ximas generaciones consistir¨¢, m¨¢s que en progresar y construir su propio futuro, en deshacer los entuertos que les dejamos como herencia sus mayores, si es que todav¨ªa est¨¢n a tiempo.
¡°Nuestra casa est¨¢ en llamas, quiero que entren en p¨¢nico¡±, espet¨® la joven activista medioambiental Greta Thunberg ante la Euroc¨¢mara en 2019. Para Krznaric el miedo puede ser, incluso, m¨¢s motivador que la tierna esperanza. ¡°Hist¨®ricamente, las ¨¦lites se han visto motivadas por el miedo para cambiar sus actuaciones. Necesitamos aprovechar este miedo y ponerlo a trabajar para la transformaci¨®n econ¨®mica y pol¨ªtica, por ejemplo, para ir m¨¢s all¨¢ de nuestras econom¨ªas obsesionadas con el crecimiento para crear econom¨ªas regenerativas¡±, se?ala.
Una furia heroico-demencial
Las consecuencias de esta falta de perspectiva, de este darse con un muro, las cifra el fil¨®sofo italiano Franco Bifo Berardi, autor de Futurabilidad o Fenomenolog¨ªa del fin (Caja Negra), en la depresi¨®n generalizada que se registra: ¡°En una condici¨®n de depresi¨®n masiva lo que puede acontecer (lo que pas¨® en los a?os veinte y est¨¢ pasando de nuevo) es una explosi¨®n de violencia y agresividad. El fascismo es una cura para la depresi¨®n. La guerra es una cura para la depresi¨®n. Pero es como tomar anfetaminas en una crisis de tristeza. Funciona al momento, pero el d¨ªa despu¨¦s puedes tirarte por la ventana del d¨¦cimo piso¡±. Una situaci¨®n suicida provocada por una ¡°furia heroico-demencial¡±, por la hybris financiera, el avance de la explotaci¨®n y la devastaci¨®n medioambiental, por el empe?o de las ¨¦lites en el crecimiento cerril contra los l¨ªmites objetivos del planeta.
Los cient¨ªficos del Bolet¨ªn de los Cient¨ªficos At¨®micos, que se cre¨® hace 75 a?os por miembros del Proyecto Manhattan, donde se construy¨® la bomba nuclear, mantienen un metaf¨®rico reloj del fin del mundo. En su ¨²ltima actualizaci¨®n, el pasado mes de enero, colocaron la simb¨®lica aguja a solo 100 segundos de las doce de la noche, del apocalipsis. M¨¢s cerca que nunca de ese futuro que es la cancelaci¨®n definitiva del futuro mismo. ¡°Me pregunto: ?sigue existiendo una perspectiva de salida de la autodestrucci¨®n? En esto momento no la veo¡±, dice Berardi.
El pensador Krznaric aboga, en t¨¦rminos m¨¢s esperanzados, por la idea del buen antepasado, es decir, por preguntarnos c¨®mo seremos juzgados por las generaciones venideras seg¨²n lo que hicimos o no hicimos cuando tuvimos la oportunidad. Por el largoplacismo en tiempos instant¨¢neos. ¡°Un buen antepasado es alguien que reconoce que colonizamos el futuro, que lo tratamos como un puesto colonial distante donde podemos arrojar libremente degradaci¨®n ecol¨®gica y riesgos tecnol¨®gicos como si no hubiera nadie all¨ª, un buen antepasado participa en la lucha por descolonizar el futuro tratando de llevar las voces de las generaciones futuras en las decisiones que tomamos hoy¡±. No lo somos y no est¨¢ claro que lo lleguemos a ser.
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