¡®El Padrino¡¯, inspiraci¨®n para el imperialismo de EE?UU
¡®Ideas¡¯ adelanta un extracto del libro de conversaciones entre el pensador Noam Chomsky y el historiador Vijay Prashad. Washington, plantean, tiene una actitud mafiosa para proteger a las ¨¦lites occidentales
En cada una de estas guerras ¡ªAfganist¨¢n, Irak, Libia¡ª, la posibilidad de alcanzar una soluci¨®n negociada se mantuvo al margen del conflicto. En Afganist¨¢n, los talibanes eran conscientes de la gravedad que entra?aba un ataque estadounidense tras el 11-S y dejaron claro que estar¨ªan dispuestos a entregar a Osama Bin Laden y la red de Al Qaeda a un tercer pa¨ªs; dado que en 1998 ya hab¨ªan sufrido un limitado ataque de EE UU contra diversos objetivos (¡), estaban familiarizados con la potencia del ej¨¦rcito estadounidense. Pero su petici¨®n de acuerdo fue rechazada. En 1990, el Gobierno de Sadam Husein comprendi¨® que hab¨ªa cometido un error al invadir Kuwait. Quiso llegar a un acuerdo para abandonar el pa¨ªs sin que ello entra?ara una humillaci¨®n total. Las tentativas de negociar una retirada fueron acogidas con desd¨¦n por EE UU, que en 1991 someti¨® a Irak a una intensa campa?a de bombardeos. De ah¨ª que Sadam Husein se mostrara m¨¢s que dispuesto a hacer concesiones a EE UU tras el 11-S, permitiendo un creciente n¨²mero de inspecciones de la ONU ¡ªcuyos inspectores no encontraron armas de destrucci¨®n masiva¡ª y ofreciendo todo tipo de medios para que los estadounidenses comprobaran que Irak no ten¨ªa malas intenciones hacia ellos. Una vez m¨¢s, Washington ignor¨® las s¨²plicas de Bagdad y sigui¨® adelante con su campa?a militar, bautizada como Shock y Pavor. En Libia, el Gobierno estaba ansioso por aceptar el plan de paz dise?ado por la Uni¨®n Africana, cuya misi¨®n se vio inicialmente imposibilitada de viajar a Tr¨ªpoli por los bombardeos de la OTAN; m¨¢s tarde, cuando (¡) Gadafi acept¨® sus condiciones, los rebeldes, con la ventaja que les proporcionaba su condici¨®n de aliados de la OTAN, se negaron a firmar el acuerdo. A los estadounidenses, sencillamente, no les interesaba un acuerdo de paz o siquiera una rendici¨®n preventiva. Cuando EE UU quiere guerra, la consigue.
Hay algo marcadamente mafioso en la forma en que EE UU ha ejercido hist¨®ricamente su poder, un hecho que se remonta a los tiempos del genocidio de los pueblos ind¨ªgenas de Norteam¨¦rica, que intentaron negociar con los colonos, pero, en su lugar, tuvieron que enfrentarse al ca?¨®n Hotchkiss. Cuando en 1811 el jefe Tecumseh de los shawnees trat¨® de negociar con el gobernador de Indiana, William Henry Harrison, el Gobierno federal utiliz¨® la fuerza militar para perseguirle hasta Canad¨¢; por su parte, Harrison se convertir¨ªa en presidente de EE UU, obteniendo una recompensa por apoderarse de aquellas tierras. Esta actitud tiene sus ra¨ªces en una cultura de ocupaci¨®n colonial que expandi¨® el territorio estadounidense, inicialmente establecido en la costa atl¨¢ntica, hacia las tierras de las sociedades amerindias, apropi¨¢ndose asimismo de una tercera parte de M¨¦xico y, m¨¢s tarde, de los territorios franceses y rusos de la Costa del Golfo y California. Una vez consolidado el territorio continental estadounidense, siempre por la fuerza de las armas, se formaron ej¨¦rcitos para apoderarse de archipi¨¦lagos e islas lejanas (Haw¨¢i, Guam, Puerto Rico, Filipinas), as¨ª como para establecer su dominio de todo el hemisferio americano mediante la Doctrina Monroe de 1823. En 1898, en la guerra estadounidense contra Filipinas, el general Jacob Smith orden¨® a sus tropas ¡°matar a todos los mayores de 10 a?os¡± y dejar tras de s¨ª un ¡°p¨¢ramo inh¨®spito¡±. Medio siglo despu¨¦s, en Vietnam, una unidad de helic¨®pteros estadounidense pint¨® el lema ¡°La muerte es nuestro negocio y el negocio va bien¡± en una pared de sus cuarteles. Hab¨ªa que pacificar el paisaje, o destruirlo. El esp¨ªritu subyacente qued¨® plasmado en las palabras del presidente estadounidense Lyndon B. Johnson: ¡°Es est¨²pido hablar de cu¨¢ntos a?os pasaremos en las selvas de Vietnam cuando podr¨ªamos pavimentar todo el pa¨ªs y pintarle rayas de estacionamiento, y aun as¨ª estar en casa por Navidad¡±. La idea de que EE UU ¡ªla ciudad en la colina (una expresi¨®n b¨ªblica utilizada por John Winthrop en 1630 para describir su nuevo pa¨ªs como un ¡°faro de esperanza¡± para el mundo)¡ª tiene derecho a definir el destino de Am¨¦rica y a exportar esa actitud a otras tierras, especialmente a diversas partes de ?frica y Asia, se deriva de su historia de ocupaci¨®n colonial.
La Segunda Guerra Mundial devast¨® la mayor¨ªa de los pa¨ªses industriales avanzados; sin duda as¨ª ocurri¨® en Europa, Jap¨®n y la URSS. EE UU, en cambio, no vio afectada ninguna de sus bases industriales. En este pa¨ªs, la producci¨®n b¨¦lica potenci¨® la industria nacional, y el super¨¢vit financiero estadounidense revestir¨ªa al d¨®lar de un car¨¢cter sagrado del que carec¨ªan todas las dem¨¢s monedas (¡). EE UU empez¨® a definir agresivamente la trayectoria de sus aliados en Europa y Jap¨®n, adem¨¢s de utilizar todos los medios para subordinar el movimiento de descolonizaci¨®n y demonizar a la URSS mediante el sistema de la Guerra Fr¨ªa, impuesto en gran medida por los estadounidenses. Los golpes de Estado y las intervenciones militares constituyen el rasgo definitorio de la era de la Guerra Fr¨ªa, desde el golpe instigado por EE UU en Ir¨¢n (1953) hasta la intervenci¨®n militar estadounidense en Irak (1991). Durante esos 40 a?os, la fuerza de EE UU se vio frenada por la presencia de la ?URSS y sus aliados, adem¨¢s de por el surgimiento del Tercer Mundo como actor pol¨ªtico. Aun as¨ª, EE UU actu¨® con absoluto desprecio al derecho internacional, y no hubo forma de limitar su poder¨ªo militar y diplom¨¢tico ni el funcionamiento de las multinacionales con sede en Europa, Jap¨®n y el propio territorio de EE UU.
Esta actitud t¨ªpica de un padrino mafioso experiment¨® una progresi¨®n geom¨¦trica tras la desintegraci¨®n de la URSS, cuando la ¨¦lite dirigente estadounidense comprendi¨® que ahora constitu¨ªan la ¨²nica superpotencia. Los hitos de esta nueva era fueron la guerra en Irak (1991) y la creaci¨®n de la Organizaci¨®n Mundial del Comercio (1994): la primera, un puro despliegue de poder¨ªo militar, y la segunda, una instituci¨®n dise?ada para atraer a los diversos pa¨ªses del mundo a un marco comercial que EE UU confiaba en dominar. Las guerras contra Afganist¨¢n (2001) e Irak (2003) se produjeron sin tener en cuenta apenas la opini¨®n mundial, y menos a¨²n la posibilidad de evitar la guerra mediante la negociaci¨®n. EE UU, como el primero entre desiguales, consideraba que no ten¨ªa que rendir cuentas a nadie. Esa es la actitud caracter¨ªstica de un padrino mafioso.
La actitud del padrino no es irracional. Se exhibe para proteger la propiedad, los privilegios y el poder de las ¨¦lites dirigentes de EE UU y sus aliados m¨¢s cercanos en Europa, Jap¨®n y unos cuantos pa¨ªses m¨¢s. Estas ¨¦lites son conscientes de que sus privilegios no pueden garantizarse de forma permanente mediante la libre competencia (¡). De vez en cuando surgen dos tipos de amenazas econ¨®micas: la primera es la movilizaci¨®n de los trabajadores y campesinos de los pa¨ªses productores de materias primas clave, que se niegan a aceptar la imposici¨®n de los salarios infrahumanos que posibilitan que la cadena productiva mantenga los costes bajos y los beneficios altos; la segunda se da cuando los pa¨ªses donde se producen avances tecnol¨®gicos amenazan el poder monopol¨ªstico de las multinacionales europeas, japonesas y estadounidenses. EE UU o bien utiliza la violencia o bien respalda su uso por parte de sus representantes autorizados (dictadores y jefes de polic¨ªa) contra los trabajadores y campesinos que se rebelan, y contra los gobiernos que estos podr¨ªan crear para dise?ar una trayectoria distinta. Asimismo, fomenta pol¨ªticas comerciales ¡ªespecialmente leyes de derechos de propiedad intelectual¡ª que impiden avanzar a los dem¨¢s pa¨ªses en sus capacidades cient¨ªficas y tecnol¨®gicas. Si se produce un movimiento en contra de sus intereses, EE UU utiliza su control sobre las instituciones internacionales para sancionar a los pa¨ªses en cuesti¨®n o bien emplea la violencia para disciplinarlos. Esa violencia y esas leyes tienen sus ra¨ªces en la actitud del Padrino, otra forma de denominar al imperialismo.
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