?Qu¨¦ fue de tanto esplendor?
Los bibliotecarios de EE?UU han pedido ayuda a lectores de todo el mundo para defenderse de las prohibiciones de libros
Estados Unidos defiende en Ucrania, entre otras cosas importantes, su propio prestigio militar, al igual que lo hace en el mar de China cuando despliega su flota frente a Taiw¨¢n. Pero ese mismo Estados Unidos tiene un problema cada vez m¨¢s serio con su prestigio cultural en el mundo, como lo demuestra que su propia Asociaci¨®n Americana de Bibliotecas (ALA) haya tenido que pedir ayuda esta semana para defenderse de la campa?a que intenta prohibir que determinados libros (cada vez m¨¢s) lleguen a las estanter¨ªas de sus bibliotecas p¨²blicas y escolares.
Los bibliotecarios de Estados Unidos piden apoyo a los lectores de todo el mundo para obtener fondos que les permitan pelear en tribunales y juntas escolares y ofrecer a sus miembros, a menudo peque?as bibliotecas de centros rurales a las que resulta muy dif¨ªcil soportar la presi¨®n, estrategias pr¨¢cticas para defender los libros. Dejan claro que no se trata de movimientos espont¨¢neos de padres preocupados por las lecturas de sus hijos, sino de un movimiento dirigido por intereses pol¨ªticos muy concretos. ¡°Las listas de libros que deber¨ªan ser prohibidos en las bibliotecas p¨²blicas y escolares forman parte esencial de una agenda pol¨ªtica¡±, insiste la ALA. La agenda pol¨ªtica de un sector cada d¨ªa m¨¢s grande del Partido Republicano y de un grupo de multimillonarios de ideas profundamente reaccionarias, dispuestos a gastarse cientos de millones en movilizar a pol¨ªticos y padres para que participen en actos muy parecidos a las hogueras de 1930.
Seg¨²n la asociaci¨®n, en los ocho primeros meses de este a?o se han registrado en Estados Unidos 681 intentos de prohibir la presencia de libros en bibliotecas p¨²blicas y centros escolares, intentos que afectaban a 1.651 t¨ªtulos distintos. En un a?o se han presentado en 36 parlamentos estatales nada menos que 137 proyectos de ley de censura de temas y t¨ªtulos de libros. En general, se trata de evitar que los j¨®venes de 14 a 18 a?os (los que estudian en la high school) tengan acceso a libros con ¡°contenido sexualmente expl¨ªcito¡±, ¡°temas conflictivos o divisivos¡± (lo que incluye el racismo), ¡°puntos de vista antipolic¨ªa¡±, ¡°brujer¨ªa y satanismo¡± (dentro de lo que se incluyen libros de Harry Potter)¡ No es extra?o que la novela que m¨¢s a?os lleva en esa infame lista sea The Bluest Eye, de la premio Nobel Toni Morrison (Ojos azules; Ediciones B, 1994), que ha ido escalando puestos, desde el 34?, all¨¢ en 1999, a los primeros 10, en 2020. Es una novela dura: trata de racismo, incesto y abusos infantiles. Pero Ojos azules no ha llevado a ning¨²n padre a violar a su hija, sino que ha ayudado a algunas adolescentes a denunciar situaciones semejantes y a pedir ayuda. Como dice Irene Vallejo en El infinito en un junco, ¡°no por eliminar de los libros todo lo que nos parezca inapropiado salvaremos a los j¨®venes de las malas ideas. Al contrario, los volveremos incapaces de reconocerlas¡±.
¡°La cantidad sin precedentes de desaf¨ªos que estamos viendo este a?o refleja esfuerzos coordinados en toda la naci¨®n para silenciar las voces marginadas y privarnos a todos, en particular a los j¨®venes, de la oportunidad de explorar un mundo m¨¢s all¨¢ de los confines de la experiencia personal¡±, explica la presidenta de la ALA. ¡°Los esfuerzos para censurar categor¨ªas enteras de libros que reflejan ciertas voces y puntos de vista muestran que el p¨¢nico moral no tiene que ver con los ni?os: se trata de pol¨ªtica¡±.
Ese es el punto m¨¢s importante de todo este asunto. No es que muchos estadounidenses se hayan vuelto locos o que se estremezcan ante la avalancha de inmoralidad que ataca a sus j¨®venes hijos. No, esos ser¨ªan casos aislados, tristes, pero no peligrosos. Lo que ocurre en EE UU es peligroso porque se trata de un movimiento organizado y cada vez m¨¢s poderoso.
Ojal¨¢ la campa?a contra la prohibici¨®n de libros tenga ¨¦xito, ojal¨¢ fracasen una y otra vez los censores, y ojal¨¢ Estados Unidos vuelva a ser el pa¨ªs en el que confiamos durante d¨¦cadas para defender la libertad de expresi¨®n. Margaret Atwood, la escritora canadiense, explic¨® un d¨ªa muy bien ese angustioso sentimiento: ¡°?Qu¨¦ fue de tanto esplendor?¡±.
Afortunadamente, volviendo a Irene Vallejo, siempre podremos confiar en la lectura: ¡°No deber¨ªamos olvidar que el libro de p¨¢ginas triunf¨®, en gran medida, porque favorec¨ªa las lecturas clandestinas, negadas, no consentidas¡±. Alabados sean los dioses.
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