Vivamos la d¨¦cada m¨¢s brillante de nuestra historia. Es el momento
?Lograremos poner en marcha la agenda de cambios que urgen para salvar nuestra existencia? ¡®Ideas¡¯ adelanta un extracto del nuevo libro del economista Jos¨¦ Mois¨¦s Mart¨ªn Carretero, para quien la ocasi¨®n de un cambio de orientaci¨®n est¨¢ m¨¢s abierta que nunca

Vivimos en un tiempo de contradicci¨®n: nos maravillamos de los avances econ¨®micos y sociales de las ¨²ltimas d¨¦cadas al tiempo que miramos hacia el futuro con escepticismo y temor. El ser humano, tras decenas de miles de a?os viviendo pr¨¢cticamente a niveles de subsistencia, lleva apenas diez generaciones disfrutando de una era de prosperidad sin precedentes. Una prosperidad que ha permitido sostener sobre el planeta la vida de miles de millones de personas, con altos niveles de productividad agr¨ªcola, un desarrollo tecnol¨®gico que hubiera sido considerado poco menos que brujer¨ªa hace apenas doscientos a?os ¡ªun parpadeo en la historia de la humanidad¡ª, la extensi¨®n de un r¨¦gimen pol¨ªtico ¡ªla democracia¡ª que estaba arrinconada en los libros de historia como un peque?o experimento pol¨ªtico en la antigua Grecia, y un sistema de derechos y libertades que no es ni mucho menos perfecto, pero que ha codificado los derechos inherentes a la naturaleza humana con una fuerza pol¨ªtica y social que no conoc¨ªamos. Nuestra esperanza de vida se ha multiplicado por dos, y la mortalidad infantil, uno de los aspectos que m¨¢s castigaban a nuestra especie, se ha reducido hasta cotas in¨¦ditas. La gran mayor¨ªa de la poblaci¨®n mundial tiene acceso a niveles de educaci¨®n y de formaci¨®n que ser¨ªan un sue?o de los grandes sabios del pasado, y m¨¢s de seis de cada diez personas est¨¢n conectadas al mundo a trav¨¦s de internet.
La pobreza absoluta, que asolaba a cerca del 40% de la poblaci¨®n mundial hace apenas medio siglo, se sit¨²a por debajo del 8%. En poco m¨¢s de dos siglos hemos pasado de admirar a las aves como due?as del cielo a pisar nuestro sat¨¦lite, a enviar sondas m¨¢s all¨¢ de nuestro sistema solar, y a explorar, gracias a los avances en rob¨®tica, otros planetas de nuestra esquina del universo. (...) Todo ello en pocas generaciones. Por poner en perspectiva el asombroso avance de la especie humana en los ¨²ltimos doscientos a?os, recordemos aquel calendario c¨®smico de Carl Sagan en el que en el primer segundo del 1 de enero se iniciaba el Big Bang. En ese calendario, cada mes supondr¨ªan 1.200 millones de a?os, de manera que la Tierra surgi¨® en septiembre, la fotos¨ªntesis que llen¨® de ox¨ªgeno nuestro planeta, en octubre, y la era de los dinosaurios, hace apenas dos d¨ªas, el 29 de diciembre. El d¨ªa 31 de diciembre surg¨ªa el ser humano, sobre las 21.25. Col¨®n llegaba a Am¨¦rica a las 23.59.58 del d¨ªa 31 de diciembre, y de esta manera, pr¨¢cticamente todo el progreso que ha llevado al ser humano a ser la especie que es hoy en d¨ªa ocurri¨® durante el ¨²ltimo segundo de este calendario c¨®smico. Visto en perspectiva, la explosi¨®n humana tras milenios de una existencia breve, empobrecida y a merced de la naturaleza ha sido apenas un instante en la historia de nuestra realidad.
Sin embargo, nos acecha un sentimiento de zozobra sobre todo lo que el ser humano est¨¢ consiguiendo. Se multiplican los mensajes negativos sobre el futuro: la crisis ecol¨®gica acecha a la vuelta de la esquina, mientras que el apocalipsis tecnol¨®gico, la quiebra social o el derrumbe de las democracias se abren paso como futuribles en la opini¨®n p¨²blica. La sensaci¨®n de miedo ante el futuro se multiplica en pr¨¢cticamente todas las sociedades, que miran hacia el pasado buscando una arcadia que nunca existi¨®, un lugar donde todo era s¨®lido. Y aunque hay numerosos autores que se esfuerzan por hacernos ver las dimensiones de este progreso inesperado, la percepci¨®n de la opini¨®n p¨²blica es rotunda, al menos en Occidente: las nuevas generaciones vivir¨¢n peor que las anteriores. Solo en los pa¨ªses emergentes la poblaci¨®n tiene una percepci¨®n positiva del futuro. Esta sensaci¨®n sombr¨ªa contrasta con las percepciones de hace apenas un par de d¨¦cadas. Cuando cay¨® el muro de Berl¨ªn, en 1989, el planeta iniciaba una era de optimismo centrado en el proceso de la democracia, la extensi¨®n de los intercambios econ¨®micos entre los pa¨ªses, el desarrollo tecnol¨®gico generado por la irrupci¨®n de internet y la percepci¨®n de que el planeta podr¨ªa entrar en una larga era de prosperidad. En aquel momento, Naciones Unidas hablaba del dividendo de la paz que se lograr¨ªa al dejar de invertir en armamento para poder hacerlo en el desarrollo humano sostenible. En aquella d¨¦cada no solo se estrenaron las democracias de Europa del Este, sino que se logr¨® un acuerdo de paz entre Israel y los palestinos, se acabaron las guerras civiles de Centroam¨¦rica, se establecieron reg¨ªmenes democr¨¢ticos en Latinoam¨¦rica, se acab¨® el apartheid, se desarrollaron varias cumbres mundiales (...) para construir una agenda global de desarrollo sostenible y se consolid¨® una serie de objetivos ¡ªlos Objetivos de Desarrollo del Milenio¡ª que fueron proclamados como la agenda necesaria para acabar con la pobreza mundial. Apenas un par de d¨¦cadas despu¨¦s, nos encontramos con un panorama sombr¨ªo, pese a los notables logros alcanzados en las ¨²ltimas d¨¦cadas. Dec¨ªa el historiador Yuval Harari que, una vez que el ser humano ha ¡°matado a Dios¡±, por la extensi¨®n del humanismo frente a las religiones tradicionales, se ha quedado sin un interlocutor: si ya no hablamos con Dios, ?con qui¨¦n hablamos? En realidad, hablamos con nosotros mismos; con nuestro futuro. Pero si nos quedamos sin futuro, ?qu¨¦ haremos entonces?
Los acontecimientos no han ayudado: sin ning¨²n g¨¦nero de dudas, el a?o 2020 pasar¨¢ a la historia de la humanidad como uno de los m¨¢s nefastos de lo que llevamos de siglo, culminando as¨ª una d¨¦cada marcada por la doble crisis econ¨®mica, la desigual recuperaci¨®n y el freno a la globalizaci¨®n que hab¨ªa campado a sus anchas a lo largo de las ¨²ltimas tres d¨¦cadas. Ha sido la d¨¦cada del Brexit, del regreso de las democracias iliberales, del auge de los populismos, la d¨¦cada de Trump y la d¨¦cada en la que la desigualdad entr¨® en nuestra agenda pol¨ªtica y social. (...) La d¨¦cada que iniciamos en 2021 part¨ªa de una situaci¨®n muy particular, con un planeta esperando rehacerse de los destrozos humanos, pol¨ªticos y socioecon¨®micos causados por la pandemia. Una d¨¦cada que deb¨ªa llevarnos a gestionar adecuadamente la digitalizaci¨®n de la econom¨ªa, evitando los excesos de un pu?ado de compa?¨ªas que operan a nivel global acumulando poder econ¨®mico y social; que nos deb¨ªan resituar en la senda de la sostenibilidad, transformando aceleradamente nuestra base energ¨¦tica hacia un modelo que debe reducir sus emisiones de gases de efecto invernadero en un 55% para el a?o 2030. (¡)
La oportunidad de un cambio de orientaci¨®n est¨¢ m¨¢s abierta que nunca y, si somos capaces de fraguar un nuevo contrato social capaz de avanzar sin dejar a nadie atr¨¢s, podemos vivir una de las d¨¦cadas m¨¢s brillantes de nuestra historia. Lamentablemente, no est¨¢ escrito en ning¨²n sitio que vayamos a acertar, y cualquier cisne negro puede dirigirnos de nuevo a una nueva etapa de decadencia y de oscurantismo. No ser¨¢ un paseo triunfal, sino una tarea ardua, procelosa y arriesgada en la que estamos llamados a contribuir sabiendo que no tendremos muchas oportunidades mejores.
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