Seis motivos por los que hoy no es posible la revoluci¨®n
El capitalismo del ¡®me gusta¡¯, el narcisismo creciente y el imperio del ¡®smartphone¡¯ sofocan cualquier tipo de levantamiento. Lo que necesitamos, sostiene el fil¨®sofo Byung-Chul Han, es un esp¨ªritu de esperanza
Primer motivo. Kafka escribe en uno de sus aforismos: ¡°El animal le arrebata el l¨¢tigo al amo y se azota a s¨ª mismo para convertirse en amo¡±. El animal se figura que como es ¨¦l quien se flagela a s¨ª mismo entonces es libre. Nos explotamos voluntaria y apasionadamente, figur¨¢ndonos que nos estamos realizando. Quien ejerce aqu¨ª la presi¨®n destructiva no es el otro, sino yo mismo. Esa presi¨®n viene de mi interior. No es el amo quien me explota, sino que yo me exploto a m¨ª mismo. Soy a la vez amo y esclavo. En esta sociedad de flagelantes no es posible la revoluci¨®n.
Segundo motivo. El neoliberalismo es un capitalismo del ¡°me gusta¡±. Se distingue radicalmente del capitalismo del siglo XIX, que trabajaba con coerciones y prohibiciones disciplinarias. El poder del r¨¦gimen neoliberal tiene un aire de finura. El poder refinado, en vez de someternos a base de coerciones y prohibiciones, se amolda a nosotros y trata de sonsacarnos un ¡°me gusta¡±. No nos obliga a callar. Al contrario, constantemente nos anima a que contemos nuestra vida, a que expresemos nuestras opiniones, nuestras necesidades, nuestros deseos y nuestras preferencias. La protocolizaci¨®n total de la vida se plasma en un control absoluto sobre nuestro comportamiento. En el r¨¦gimen neoliberal la dominaci¨®n no se ejerce mediante la opresi¨®n, sino mediante la comunicaci¨®n. La ebriedad de comunicaci¨®n nos aturde. La v¨ªspera de la revoluci¨®n, por el contrario, reina el silencio. La revoluci¨®n interrumpe la comunicaci¨®n.
Tercer motivo. Hoy nos enzarzamos a linchamientos digitales y nos lanzamos comentarios cargados de odio, pero al mismo tiempo olvidamos qu¨¦ es la c¨®lera. La c¨®lera es un sentimiento capaz de poner fin a una situaci¨®n y de hacer que comience otra. Hoy ha sido desbancada por la indignaci¨®n o por el descontento, que son sentimientos incapaces de provocar cambios dr¨¢sticos. Por eso sucede que tambi¨¦n nos enojamos por lo que no tiene remedio. La indignaci¨®n es a la c¨®lera lo que el temor a la angustia. Mientras que el temor se suscita ante un objeto determinado, la angustia es ante el ser en cuanto tal. La angustia aqueja y conmueve a la existencia entera. Tampoco la c¨®lera se dirige contra una circunstancia concreta. Niega la totalidad. A toda revoluci¨®n es inherente una c¨®lera que dice resueltamente ¡°no¡± a lo que existe falsamente, a la sociedad falsa.
Cuarto motivo. Toda dominaci¨®n genera sus propios objetos de devoci¨®n, que se emplean para someter. Esos objetos hacen que la sociedad se habit¨²e a ellos y de este modo le dan estabilidad. ¡°Devoto¡± significa sumiso. El smartphone es un objeto de devoci¨®n digital, es m¨¢s, es el objeto de devoci¨®n a lo digital. ¡°Sujeto¡± significa originalmente haber sido arrojado debajo, y por tanto estar sometido. El smartphone opera como un instrumento de subjetivaci¨®n. El like es el am¨¦n digital. Cuando le damos al like estamos acatando el sometimiento a una dominaci¨®n. El smartphone no es solo un eficaz instrumento de vigilancia, sino un confesionario m¨®vil. La confesi¨®n fue una t¨¦cnica de dominaci¨®n altamente eficaz. Nosotros nos seguimos confesando, solo que ahora lo hacemos voluntariamente. Nos desnudamos porque queremos. Pero no lo hacemos para pedir perd¨®n, sino para demandar atenci¨®n. El smartphone sofoca toda revoluci¨®n.
Quinto motivo. En La era del capitalismo de la vigilancia, Shoshana Zuboff hace un llamamiento a la resistencia com¨²n evocando la ca¨ªda del muro de Berl¨ªn: ¡°El muro de Berl¨ªn cay¨® por muchos motivos, pero sobre todo porque la gente de Berl¨ªn del este se dijo: ¡®?Basta ya!¡¯. (¡) ?Basta ya! Que esa sea nuestra declaraci¨®n¡±. El sistema comunista, que reprime la libertad, se diferencia radicalmente del capitalismo neoliberal de la vigilancia, que explota la libertad. Estamos demasiado aturdidos por la droga digital, demasiado embriagados de comunicaci¨®n, como para lanzar un ¡°?Basta ya!¡± y alzar la voz de la resistencia. En plena ebriedad de comunicaci¨®n no se produce ninguna revoluci¨®n. Con su truismo ¡°Protect me from what I want¡±, ¡°protegedme de lo que quiero¡±, la artista conceptual Jenny Holzer explica por qu¨¦ hoy no es posible ninguna revoluci¨®n.
Sexto motivo. El r¨¦gimen neoliberal es un r¨¦gimen de la angustia. A¨ªsla a las personas convirtiendo a cada una en empresario de s¨ª mismo. La competencia total y la absolutizaci¨®n del rendimiento erosionan a la comunidad. La creciente individualizaci¨®n, la p¨¦rdida de solidaridad y el narcisismo de las personas ahondan la angustia. Hoy tambi¨¦n nuestro comportamiento est¨¢ cada vez m¨¢s marcado por nuestros miedos: miedo a fracasar, miedo a no estar a la altura de nuestras propias expectativas, miedo a no poder seguir el ritmo, miedo a quedarnos descolgados o miedo a tomar la decisi¨®n equivocada. El r¨¦gimen neoliberal mete miedo para incrementar la productividad. La sociedad del miedo sofoca todo germen de revoluci¨®n.
Hoy vivimos en una sociedad de la supervivencia. Avanzamos colg¨¢ndonos de una crisis a la siguiente, de un apocalipsis al siguiente, de un problema al siguiente. As¨ª la vida se atrofia y se reduce a resolver problemas. Ante acontecimientos apocal¨ªpticos como la pandemia, la guerra y las cat¨¢strofes clim¨¢ticas, miramos amedrentados hacia un futuro t¨¦trico. Hemos renunciado a las esperanzas. La vida se reduce a resolver problemas, incluso a sobrevivir. La vida es sacrificada en el altar de la angustia. Nos hemos resignado a sobrevivir. La jadeante sociedad de la supervivencia se parece a un enfermo que ya solo abriga el d¨¦bil deseo de que el dolor cese pronto. La esperanza es lo ¨²nico que nos permitir¨ªa recuperar aquella vida que es m¨¢s que una m¨ªsera supervivencia.
Que en Europa hayan surgido fuerzas populistas de derechas tiene que ver justamente con el aumento del miedo. La fuerza opuesta, el ant¨ªdoto a la angustia, es la esperanza. La esperanza nos une, crea comunidad y genera solidaridad. Es el germen de la revoluci¨®n. Es un br¨ªo, un salto. Bloch dice incluso que la esperanza es ¡°un sentimiento militante¡±. Ella ¡°enarbola el estandarte¡±. Nos abre los ojos para una vida distinta y mejor. La angustia se nutre de lo pasado y del resentimiento. La esperanza abre el futuro. Lo ¨²nico que puede salvarnos es el esp¨ªritu de la esperanza. Solo ella despliega el horizonte de sentido, que reanima y estimula la vida, y hasta la inspira.
Ap¨²ntate aqu¨ª a la newsletter semanal de Ideas.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.