Musk tiene otros planes para Twitter
La red social es una pieza clave del imperio del magnate. Una alianza con Starlink, su servicio de Internet por sat¨¦lite, podr¨ªa convertirse en el sistema operativo de una nueva red
Con 238 millones de usuarios, Twitter es la m¨¢s peque?a de las grandes plataformas, pero su influencia trasciende con creces a su popularidad. En un ecosistema medi¨¢tico donde las grandes cabeceras ya no deciden cu¨¢les son ¡°las noticias que merecen ser publicadas¡±, como reza el famoso eslogan de The New York Times, Twitter es la pizarra donde aparecen los temas del d¨ªa. Es el escenario donde asistimos a La Conversaci¨®n. Sin embargo, no es ni ha sido nunca un servicio p¨²blico. Vive de contenidos patrocinados, recomendaci¨®n pagada de cuentas y de hashtags y de comercializar datos a terceros, como el resto de las empresas que combinan contenidos ajenos con algoritmos de recomendaci¨®n. Pero a diferencia de otras plataformas, nunca se le ha dado bien este modelo de negocio. En 2021, sus p¨¦rdidas netas fueron de 221 millones de d¨®lares y le fue bien comparado con 2020, cuando perdieron 1.400 millones. Parag Agrawal, el CEO que sustituy¨® a Jack Dorsey en 2021, ten¨ªa como objetivo duplicar los ingresos anuales y alcanzar 315 millones de usuarios activos diarios monetizables antes de acabar 2023. Con una industria en ca¨ªda libre, que acaba de perder colectivamente m¨¢s de la mitad de su valor burs¨¢til, es improbable que fuese a conseguirlo. Por otra parte, al eliminar el 11% de los bots de spam que presuntamente aloja la plataforma, perder¨ªan m¨¢s de 26 millones de usuarios. Puede que Elon Musk destruya Twitter, pero tambi¨¦n es posible que lo haya rescatado de una muerte segura, o de algo peor.
Cuando Jeff Bezos compr¨® The Washington Post en 2013, los titulares fueron apocal¨ªpticos. ¡°?Por qu¨¦ Jeff Bezos y no Warren Buffett?¡±, titulaba un art¨ªculo de la revista Fortune, sugiriendo que la otra opci¨®n habr¨ªa sido m¨¢s deseable. Parec¨ªa parte de una tendencia, despu¨¦s de que la viuda de Steve Jobs comprase The Atlantic y el fundador de Salesforce, Marc Benioff, comprase la revista Time. Internet hab¨ªa hundido a los peri¨®dicos tradicionales y ahora los iba a devorar. ¡°Esto marca el principio de una fase en la que los principales beneficiarios de la era dorada reinvierten en la infraestructura de nuestra inteligencia p¨²blica¡±, escribi¨® el periodista John Cassidy en The New Yorker. Volaban las referencias a Hearst, Murdoch y Ciudadano Kane.
Un magnate tecnol¨®gico con el segundo presupuesto de lobbistas m¨¢s grande de Washington que compite por los grandes contratos gubernamentales solo pod¨ªa ser mala noticia para el prestigio de un peri¨®dico como el Post. ?C¨®mo pod¨ªan mantener su credibilidad con tantos conflictos de intereses? Pero la legendaria cabecera estaba lejos de su antigua gloria. Bajo la direcci¨®n de Ben Bradlee, con el Watergate y los Papeles del Pent¨¢gono, el venerable peri¨®dico local hab¨ªa duplicado su tirada, de 450.000 a 800.000 ejemplares. Todos los hombres del presidente ciment¨® su leyenda, 20 a?os despu¨¦s. ¡°El Post estaba bien asentado en la cuadrilla de cabeceras nacionales y se med¨ªa a diario con el Times en talento, amplitud de temas, cobertura internacional, sofisticaci¨®n y todos los dem¨¢s criterios de un ambicioso diario nacional¡±, escribe James Fallows en The Atlantic. Cuando Bezos sac¨® la billetera, el Post estaba arruinado. Perd¨ªa dinero y desped¨ªa periodistas. Ten¨ªa una tirada de medio mill¨®n de copias, muy lejos de los dos millones de The Wall Street Journal y los 1,6 millones de The New York Times.
Como Musk, Bezos lo compr¨® por encima de su precio (250 millones de d¨®lares) y ofreci¨® un argumento grandioso y filantr¨®pico. ¡°Es el peri¨®dico de la capital del pa¨ªs m¨¢s importante del mundo y tiene un importante papel para la democracia¡±, explic¨® en el escenario del Economic Club de Washington. Tambi¨¦n empez¨® por cambiar el modelo de suscripci¨®n. ¡°Internet estaba erosionando todas las ventajas que ten¨ªan los peri¨®dicos locales¡±, dice en la entrevista. Un modelo m¨¢s barato e inclusivo de suscripci¨®n los ayudar¨ªa a aprovechar su ¨²nica ventaja: distribuci¨®n global gratuita. Pero no despidi¨® a nadie, muy al contrario: invirti¨® fuertemente en la redacci¨®n, contratando docenas de periodistas y optimizando sus procesos digitales con un gestor de contenidos dise?ado por ingenieros de Amazon para The Washington Post. En tres a?os, el Post duplic¨® su tr¨¢fico y empez¨® a mostrar beneficios. En 2017 anunciaron que ten¨ªan un mill¨®n de suscriptores digitales. Es una redacci¨®n de 900 periodistas con un prestigio renovado. Y se ha convertido en ¡°la infraestructura de nuestra inteligencia p¨²blica¡±, pero no a trav¨¦s de sus titulares, sino de un sistema de gesti¨®n de contenidos: Arc. Hoy es la espina dorsal de m¨¢s de 2.000 cabeceras, incluyendo EL PA?S. Arc cumple el mismo papel en la cadena de suministro de noticias que Amazon en la de productos de consumo y AWS (Amazon Web Services) en la distribuci¨®n de internet. Bezos respet¨® la independencia editorial del Post no para salvar la democracia, sino para vender un producto que se integra perfectamente en la l¨®gica general de su negocio. Arc Publishing es parte del imperio de Amazon, un servicio de software que vive en la nube de AWS y usa sus algoritmos de automatizaci¨®n, pero se vende como ¡°el CMS [gestor de contenidos] de The Washington Post¡±.
Tras la accidentada compra de Twitter, Musk tambi¨¦n ha empezado cambiando su modelo de suscripci¨®n. Quiere proteger la libre expresi¨®n, pero tambi¨¦n quiere cobrar ocho d¨®lares al mes por ser miembro de Twitter Blue y mantener ¡ªu obtener¡ª el famoso icono azul de verificaci¨®n de usuario. Dice que es ¡°la ¨²nica manera de vencer a los bots de spam y a los troles¡±, y sabemos que lo piensa porque lo ha dicho en un intercambio p¨²blico con Stephen King. Emilio Ferrara, uno de los investigadores que Musk contrat¨® para evaluar el problema antes de la compra, explicaba en una entrevista a AP: ¡°El valor de la plataforma es como experiencia social, como un espacio colectivo donde tener un discurso civilizado y hablar libremente sin la interferencia de esas cuentas maliciosas¡±.
La medida de verificar las cuentas es interesante. Podr¨ªa neutralizar al ej¨¦rcito de cuentas falsas que ataca a congresistas o distribuye propaganda rusa, pero es improbable que afecte al presidente de EE UU mientras orquesta un golpe de Estado, como hizo Trump el 6 de enero de 2021 y por lo que fue expulsado poco despu¨¦s. Y es m¨¢s interesante en un contexto m¨¢s amplio de nuevas redes sociales que prosperaron con el lema de ¡°proteger el derecho a la libre expresi¨®n¡± tras dicha expulsi¨®n, acusando a las grandes plataformas de censura con sus pol¨ªticas de moderaci¨®n. Es un mercado de al menos 69 millones de usuarios que incluye a las redes Parler, Gab, ?Gettr, Rumble y Truth Social, la del expresidente Trump. La semana que Musk anunci¨® que comprar¨ªa Twitter, su amigo Kanye West, cancelado por comentarios antisemitas, anunci¨® su intenci¨®n de comprar Parler, porque ¡°en un mundo en el que las opiniones conservadoras se consideran pol¨¦micas tenemos que asegurarnos de que mantenemos el derecho a la libre expresi¨®n¡±. Veremos el papel que juegan el martes durante las elecciones de mitad de mandato, donde Biden se juega la C¨¢mara de Representantes y del Senado.
En sus primeros d¨ªas, Musk ha despedido a la c¨²pula de jefes y a una buena parte de la plantilla, y ha emprendido el proceso para retirar del escrutinio p¨²blico a la empresa. El martes esta abandonar¨¢ la Bolsa, lo que liberar¨¢ al magnate de la presi¨®n de las declaraciones cuatrimestrales, a las que est¨¢ obligada toda empresa que cotice. Sigue contando con el apoyo del fundador y l¨ªder carism¨¢tico Jack Dorsey, que presumiblemente formar¨¢ parte de su comit¨¦ de direcci¨®n. Como todo el mundo, Musk asegura que Twitter tiene un potencial que no ha explotado todav¨ªa. ?Querr¨¢ usarlo como herramienta para defender sus intereses y manipular a la opini¨®n p¨²blica, o seguir¨¢ la senda que abri¨® Bezos, preservando la integridad del plan en beneficio de un proyecto m¨¢s grande, basado en su estrategia global?
Al igual que Bezos, Musk privatiza grandes infraestructuras. A lo largo de su carrera como emprendedor, ha tratado con ¨¦xito variable de privatizar el intercambio de dinero (Paypal), la atm¨®sfera (Starlink), el espacio (SpaceX), el transporte (Tesla), sus infraestructuras (The Boring Company) y la mente humana (Neurolink). Son proyectos interconectados en torno a una visi¨®n: una red de veh¨ªculos, sistemas de transporte y edificios aut¨®nomos que funcionan controlados por nanosat¨¦lites y alimentados por energ¨ªas sostenibles que se almacenan en potentes bater¨ªas hechas de metales minados en diferentes puntos del sistema solar. Hace un a?o, Musk anunci¨® una nueva pol¨ªtica de alianzas en su red de nanosat¨¦lites y operadores de telefon¨ªa para conectar m¨®viles en cualquier lugar del mundo, empezando por el gigante AT&T. Twitter podr¨ªa ofrecer conectividad de datos en todo el mundo a trav¨¦s de esta nueva infraestructura de telefon¨ªa global.
Musk ya ha dicho que ¡°comprar Twitter es un acelerador para crear X, la aplicaci¨®n para todo¡±. Con este plan, podr¨ªa permitir a los usuarios Blue de Twitter llamar y recibir mensajes por v¨ªdeo, voz y texto en sus tel¨¦fonos, ordenadores y veh¨ªculos, pero tambi¨¦n pagar sus compras y consumir otros servicios desde cualquier sitio sin pagar por las transacciones o el cambio de moneda, a trav¨¦s de Starlink. La idea no ser¨ªa nueva: Facebook ofrece tarifas de datos gratuitas a millones de personas en todo el mundo a trav¨¦s de su programa FreeBasics. Es un acceso a internet que se limita a las aplicaciones que elige Facebook. Con Twitter, Musk podr¨ªa ofrecer acceso a una constelaci¨®n de aplicaciones y servicios como hacen Android e iOS, transformando Starlink en un sistema operativo m¨®vil. Incluso en su propio internet. A corto plazo, Musk podr¨ªa ser tan bueno para Twitter como Bezos lo ha sido para el Post. Est¨¢ por ver si alguno de los dos podr¨¢ ser bueno para la democracia.
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