La prensa salvadora
Algunos de aquellos que decidieron salvar Espa?a por la v¨ªa de la crispaci¨®n recuerdan hoy a Felipe Gonz¨¢lez como un estadista
Hace a?os, un joven periodista del semanario The Economist me cont¨® c¨®mo hab¨ªa sido su primer d¨ªa de trabajo. Alguien le dijo: ¡°Si¨¦ntate ah¨ª, imagina que eres Dios y escribe un editorial¡±. El joven tard¨® muchas horas en terminar una pieza que le pareci¨® casi gloriosa. Y la entreg¨®. Un par de d¨ªas despu¨¦s, se la devolvieron corregida por varios especialistas: comprob¨® que lo que hab¨ªa redactado era poco m¨¢s que una retah¨ªla de datos inexactos, prejuicios sin fundamento, ideas err¨®neas e incoherencias. Fue la mejor lecci¨®n sobre el oficio.
Gabriel Garc¨ªa M¨¢rquez dijo que el periodismo es el oficio m¨¢s bonito del mundo. Quiz¨¢ lo sea en cierta forma. Personalmente, creo que existen ocupaciones m¨¢s confortables. Arist¨®crata brit¨¢nico, por ejemplo. O embajador en las Maldivas. Ser¨¢ que me falta vocaci¨®n y me sobra pereza.
Trabajar como periodista implica equivocarse con frecuencia, a veces entregarse en exceso a las fuentes que nos facilitan informaci¨®n (siempre, recordemos, de forma interesada), correr el riesgo de vulnerar la intimidad de las personas y, lo peor, enfrentarse a la tentaci¨®n de creer que uno es alguien.
Los periodistas con empleo disfrutamos de espacios para exponer lo que hemos averiguado o para razonar nuestras opiniones. A veces, incluso, nos pagan por ello. En ocasiones, sin embargo, nos entra el arrebato de salvar el mundo, o Espa?a por lo menos. Nos convertimos en activistas. Doy por supuesto que con la mejor intenci¨®n.
Hace m¨¢s de tres d¨¦cadas se cre¨® una Asociaci¨®n Espa?ola de Periodistas Independientes cuya misi¨®n declarada consist¨ªa en acabar con el largo mandato de Felipe Gonz¨¢lez. Las embestidas contra el entonces presidente del Gobierno fueron brutales. Hubo quien llam¨® ¡°sindicato del crimen¡± a aquel grupo de periodistas. Mucho tiempo despu¨¦s, uno de sus fundadores, Luis Mar¨ªa Anson, en la ¨¦poca director de Abc, dijo lo siguiente: ¡°Hab¨ªa que terminar con Felipe Gonz¨¢lez, esa era la cuesti¨®n. Al subir el list¨®n de la cr¨ªtica, se lleg¨® a tal extremo que en muchos momentos se roz¨® la estabilidad del propio Estado¡±. Algunos de aquellos periodistas que decidieron salvar Espa?a por la v¨ªa de la crispaci¨®n, porque por la v¨ªa electoral no hab¨ªa forma, recuerdan hoy a Gonz¨¢lez como un gran estadista.
No me pareci¨® muy buena idea aquella campa?a. Tampoco me pareci¨® buena idea aquel editorial conjunto de la prensa catalana, publicado el 26 de noviembre de 2009, en el que se advert¨ªa al Tribunal Constitucional de que no invalidara ni una coma del nuevo Estatut: ¡°Lo pactado obliga¡±. El tribunal no pod¨ªa oponerse a lo que hab¨ªan aprobado el Parlament y las Cortes y refrendado los catalanes (con una participaci¨®n, recordemos, del 36%), fuera o no constitucional.
Ahora, otros periodistas y opinadores (alguno queda de hace 30 a?os; alguno de ellos es amigo m¨ªo) han publicado un manifiesto en el que, entre otras cosas, piden ¡°a todos los ciudadanos que respalden de manera activa todas las acciones y movilizaciones que los partidos de la oposici¨®n y las organizaciones de la sociedad civil puedan poner en marcha¡±.
No creo que nuestra funci¨®n sea esa. Seamos rigurosos en el oficio, con eso basta. Los espa?oles llevan bastante tiempo demostrando que saben salvarse solos.
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