Hay encuentros que te pueden cambiar la vida. Ya lo dec¨ªa Albert Camus
Los amigos son quienes nos hacen mejores. El fil¨®sofo Charles P¨¦pin reflexiona sobre el amor y la amistad en su nuevo libro. Cuenta la transformaci¨®n del escritor franc¨¦s tras conocer a la actriz Mar¨ªa Casares
La experiencia de la alteridad acaba produciendo efectos antes o despu¨¦s: m¨¢s a¨²n que descubrir tu punto de vista, yo cambio con tu contacto. He tomado una nueva direcci¨®n, modificado algunos de mis h¨¢bitos, tambi¨¦n de mis opiniones, mis gustos han evolucionado, y en ciertas situaciones ya no reacciono de la misma forma. En pocas palabras, he cambiado. Para mejor o no, lo mismo da. La prueba m¨¢s tangible de que te he encontrado es que llevo de forma diferente la barca de mi existencia.
Camus constat¨® c¨®mo el encuentro con Mar¨ªa Casares, y la pasi¨®n que vivieron durante 12 a?os, lo transform¨®. Actriz, hija del jefe del gobierno de la Rep¨²blica espa?ola, exiliada en Francia al llegar Franco al poder, Mar¨ªa Casares comparti¨® escenario con Michel Bouquet, Jean Vilar o G¨¦rard Philipe. Revisando las 1.000 p¨¢ginas de su correspondencia, se comprende que Camus tuviera ¡°posibilidades¡± dentro de ¨¦l ¡ªuna propensi¨®n a la ternura, una capacidad de concentrarse en un ser y de dejar de dispersarse, una forma de decir s¨ª a la vida¡ª que seguramente no habr¨ªa actualizado sin el amor de Mar¨ªa Casares. De ese encuentro, que tuvo lugar el 6 de junio de 1944, d¨ªa del desembarco aliado, Camus escribe que ella le ha reconstruido: ¡°Entraste por azar en una vida de la que yo no estaba orgulloso, y a partir de ese d¨ªa algo empez¨® a cambiar. Respir¨¦ mejor, detest¨¦ menos cosas, admir¨¦ libremente lo que merec¨ªa serlo. Antes de ti, fuera de ti, no me adher¨ªa a nada. Esa fuerza, de la que t¨² te burlabas algunas veces, hab¨ªa sido siempre una fuerza solitaria, una fuerza de rechazo. Contigo, acept¨¦ m¨¢s cosas, aprend¨ª a vivir. Y sin duda esa fue la raz¨®n de que siempre se mezcl¨® con mi amor una gratitud inmensa¡±. Revisando su correspondencia, sentimos la tentaci¨®n de releer algunas de sus obras a la luz del encuentro con Mar¨ªa. El hombre rebelde en particular, publicado en 1951, pero escrito unos a?os antes, en los primeros a?os de su pasi¨®n. El hombre rebelde es capaz de decir no a la injusticia, a lo inaceptable, y no lo dice simplemente en su nombre, sino en nombre de todos los seres humanos. Piensa que lo que ¨¦l no puede aceptar no deber¨ªa aceptarlo ning¨²n hombre. ¡°Es en nombre de todos los hombres como el esclavo se levanta¡±, escribe Camus. Pero insiste en el hecho de que este no a la injusticia va acompa?ado siempre de un gran s¨ª a la vida. Diciendo no a lo inaceptable, el hombre rebelde acepta la vida tal y como deber¨ªa ser: su poder de rechazo es al mismo tiempo una fuerza de aprobaci¨®n. El nihilista no es, por tanto, un verdadero hombre rebelde. Sin el encuentro de Camus con Mar¨ªa Casares, el hombre rebelde habr¨ªa sido probablemente un hombre del no, una figura del rechazo, y no ese fil¨®sofo de la esperanza, de la afirmaci¨®n, ese gu¨ªa tan valioso y profundo.
¡°No te has dado cuenta de que de pronto he concentrado sobre un solo ser una fuerza pasional que antes esparc¨ªa un poco por doquier, al azar, y en todas las ocasiones¡±.Carta de Albert Camus a Mar¨ªa Casares
Camus escribe a Mar¨ªa lo que le debe: ¡°No te has dado cuenta de que de pronto he concentrado sobre un solo ser una fuerza pasional que antes esparc¨ªa un poco por doquier, al azar, y en todas las ocasiones¡±. El escritor ten¨ªa fama de ser ¡°un mujeriego¡±. Probablemente se cruz¨® con muchas mujeres, pero Mar¨ªa fue la ¨²nica a la que escribi¨® 500 cartas. Con las otras no tuvo un encuentro como el que tuvo con Mar¨ªa, no cambi¨® con su contacto. Antes, ¡°esparc¨ªa un poco por doquier¡± su fuerza pasional. Gracias a Mar¨ªa, la ¡°concentra en un solo ser¡±, se muestra capaz de cuidar de lo que es valioso para ¨¦l en lugar de dispersarse. Acumular conquistas es agradable desde un punto de vista narcisista y fuente de placeres. Con Mar¨ªa Casares, descubre un amor diferente, m¨¢s vuelto hacia el otro, capaz de instalarse en el tiempo y de alimentar una felicidad que no se reduce al placer. Esta temporalidad es necesaria para descubrirse y descubrir al otro. La hermosa correspondencia entre Camus y Mar¨ªa nos muestra tambi¨¦n lo que constatamos a menudo en nuestros chats actuales: es posible tener una historia de amor a distancia, hacer vivir una relaci¨®n a pesar del alejamiento geogr¨¢fico o de la imposibilidad de encontrarse f¨ªsicamente. Finalmente, en la totalidad de su relaci¨®n, Albert Camus y Mar¨ªa Casares seguramente se escribieron m¨¢s de lo que se vieron. Algunas cartas muestran que el recuerdo de los momentos vividos, siempre y cuando sea evocado, contado, alimentado y en parte reinventado, a veces, es capaz de igualarlos en intensidad.
En cuanto a don Juan, no cambia: seduce a todas las mujeres, pero no tiene un encuentro significativo con ninguna. Para un seductor como ¨¦l, o como parece haberlo sido Camus en menor medida, todas las mujeres se parecen, le tienden el mismo espejo en el que admirarse. Quiz¨¢, por otra parte, el seductor tenga miedo al amor, al verdadero encuentro, precisamente por esta raz¨®n: se ama demasiado para desear cambiar. A menos que ocurra lo contrario: no se ama, pero le parece imposible llegar a ser alguien diferente. En ambos casos, el encuentro no le interesa; permanece id¨¦ntico a s¨ª mismo.
O¨ªmos decir a menudo que ser amado es tener la suerte de serlo tal y como somos: quien nos ama verdaderamente nos acepta con nuestras fuerzas y nuestras flaquezas, sin querer que seamos diferentes. Probablemente sea verdad. Pero sentirnos amados as¨ª puede tambi¨¦n darnos la fuerza de afrontar nuestros demonios y finalmente de cambiar.
En su ?tica a Nic¨®maco, Arist¨®teles da una bonita definici¨®n de la amistad: un amigo es alguien que nos hace mejores. El amigo no es simplemente alguien con el que podemos contar o a quien podemos confiar nuestras dudas y nuestros temores. Es la oportunidad ¡ªkair¨®s en griego¡ª gracias a la cual nuestras predisposiciones potenciales se realizar¨¢n, gracias a la cual nuestra ¡°potencia¡±, entendida como campo de posibilidades, se har¨¢ efectiva, ¡°se actualizar¨¢¡±. Podemos incluso ser rivales de esa persona, o verla tan solo de forma epis¨®dica, pero es nuestra amiga en el sentido de Arist¨®teles si la relaci¨®n que mantenemos con ella nos permite desarrollarnos. As¨ª, son amigos nuestros un profesor cuyos cursos despiertan en nosotros un deseo nuevo de saber o el de tomar un camino que no hab¨ªamos considerado; un terapeuta que nos permite liberarnos de nuestros s¨ªntomas y levantar de nuevo la cabeza; un colega junto al cual hemos atravesado una crisis y nos ha ayudado a resistir¡ Nuestro amor puede ser tambi¨¦n nuestro amigo en el sentido aristot¨¦lico. ?No reconoce Camus que su encuentro con Mar¨ªa lo ha hecho progresar, le ha hecho sentirse m¨¢s orgulloso de su vida, menos r¨¢pido en detestar, m¨¢s abierto a la admiraci¨®n? Esta fuerza de aprobaci¨®n se encontraba ya en ¨¦l, pero el encuentro con Mar¨ªa le ha permitido, para emplear los t¨¦rminos de Arist¨®teles, ¡°actualizar esta disposici¨®n¡±. No se ha abierto simplemente a la visi¨®n del mundo de Mar¨ªa, ha hecho evolucionar la suya. Cuando cambiamos al contacto con los otros, comprendemos hasta qu¨¦ punto los necesitamos para llegar a ser nosotros mismos.
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