Cr¨ªmenes (y faltas) de los artistas: ?podemos aplaudir a Pl¨¢cido Domingo?
No siempre se puede separar la obra del artista. Depende de la obra y del artista. Y depende de cada uno de nosotros
Muchos genios han tenido la man¨ªa de no estar a la altura de su obra, por decirlo suavemente. Hace a?os que nos preguntamos si podemos separar la obra del autor, con incorporaciones peri¨®dicas a una lista de artistas problem¨¢ticos que incluye nombres como el antisemita Louis-Ferdinand C¨¦line y el violador confeso Pablo Neruda.
Hace dos semanas, el programa Salvados, de La Sexta, dio voz a dos de las mujeres que han denunciado el acoso sexual que sufrieron por parte de Pl¨¢cido Domingo. ?Podemos seguir disfrutando de c¨®mo canta el tenor (y bar¨ªtono) o eso supone ignorar las m¨¢s de veinte acusaciones? Y en 2023 se celebra el 50? aniversario de la muerte de Pablo Picasso. ?Debemos abordar su misoginia o es mejor no mencionarla para disfrutar de su pintura sin remordimientos?
Ante estos debates, hay dos grandes posiciones: o bien defender que la obra art¨ªstica es aut¨®noma y se puede disfrutar sin tener en cuenta la biograf¨ªa de sus autores o, al rev¨¦s, considerar que su trabajo queda manchado por los cr¨ªmenes (o faltas) del artista. Como suele ocurrir en estos casos, se trata de un debate sin una respuesta absoluta y definitiva.
1. No siempre se puede separar la obra del artista. Como escribe Gis¨¨le Sapiro en ?Se puede separar la obra del autor?, ambos est¨¢n vinculados de manera inextricable, aunque no en un sentido ¨²nico: la obra forma parte de la vida, pero tambi¨¦n es verdad que las ideas de los autores pueden aparecer distorsionadas, estetizadas, eufemizadas... Y, por supuesto, tambi¨¦n hay que recordar la distinci¨®n entre autor, narrador y personajes (por poner un ejemplo cl¨¢sico, Nabokov no es Humbert Humbert).
Esta escisi¨®n es compleja y, a menudo, imposible. En su libro On Artists, el historiador Ashleigh Wilson cita a George Orwell: ¡°Deber¨ªamos ser capaces de tener presente a la vez el hecho de que Dal¨ª es un buen dibujante y un ser humano repugnante. Una cosa no invalida o, en cierto modo, afecta a la otra¡±. Pero ?c¨®mo de bueno ha de ser un artista para que odiemos a la persona sin dejar de admirar su arte? Wilson se pregunta qu¨¦ pasar¨ªa si Shakespeare volviera a la Tierra ma?ana y supi¨¦ramos que es un violador de ni?as: ¡°No le dir¨ªamos que siguiera adelante por la posibilidad de que escribiera otro Rey Lear¡±.
Uno tiene una comprensi¨®n m¨¢s profunda de Gauguin cuando sabe que las mujeres de muchas de sus pinturas eran sus ¡°novias¡± adolescentes¡±Mary Beth Willard, fil¨®sofa
No solo influyen la calidad de la obra y la gravedad del delito: no es lo mismo un int¨¦rprete, como el caso de Pl¨¢cido Domingo, que un novelista o un ensayista. Tambi¨¦n depende de nuestras experiencias personales: no nos parecer¨ªa nada raro que a una v¨ªctima de violencia machista no le apeteciera leer a Norman Mailer, que casi mata a su mujer con un cortaplumas. Cuenta la distancia temporal: nos suele inspirar m¨¢s rechazo que el motivo de la pol¨¦mica est¨¦ en los peri¨®dicos y no en los libros de historia, por lo que el hecho de que Caravaggio matara a un hombre en una pelea no nos preocupa mucho. E incluso excusamos m¨¢s f¨¢cilmente a los artistas cuya obra nos apasiona que a los que nos dejan indiferentes.
2. No siempre queremos separar la obra del autor. No tenemos ninguna obligaci¨®n de leer ciertos libros o pel¨ªculas, y nuestros gustos al final dependen de cuestiones m¨¢s arbitrarias de lo que parece. Nos puede dejar de gustar un escritor o un cantante porque es machista, o porque es muy pesado en Twitter, o simplemente porque no le vemos la gracia. De hecho, podr¨ªamos pensar que es mejor renunciar a un artista por motivos ¨¦ticos que simplemente porque ¡°nos cae mal¡±.
Pero tampoco hacemos nada malo si seguimos disfrutando de su trabajo. Las consideraciones morales no tienen por qu¨¦ estar siempre y autom¨¢ticamente por encima de las consideraciones est¨¦ticas, como nos explica por correo electr¨®nico la fil¨®sofa Mary Beth Willard, autora del libro Why It¡¯s OK to Enjoy the Work of Immoral Artists (Por qu¨¦ est¨¢ bien disfrutar de la obra de artistas inmorales).
Eso s¨ª, disfrutar de su obra no deber¨ªa suponer olvidar, perdonar o defender todo lo que estos artistas han hecho. Al contrario, Willard sostiene que no se pueden obviar los errores de los artistas ni seguir silenciando a sus v¨ªctimas. Adem¨¢s, ¡°volver a la obra de un artista teniendo en cuenta lo que hizo mal puede ser valioso. Uno tiene una comprensi¨®n m¨¢s profunda de Gauguin, por ejemplo, cuando sabe que las mujeres de muchas de sus pinturas eran sus ¡°novias¡± adolescentes¡±.
Coincide Mar¨ªa Castej¨®n Leorza, autora del libro Rebeldes y peligrosas de cine. Esta profesora y cr¨ªtica recuerda que ¡°una lectura cr¨ªtica no es una cancelaci¨®n¡±. Hemos de contar con herramientas para analizar, por ejemplo, c¨®mo se blanquea la esclavitud en Lo que el viento se llev¨®, pero tambi¨¦n para recordar lo que supuso que Hattie McDaniel fuera la primera actriz negra en ganar el Oscar gracias a su trabajo en esta pel¨ªcula.
3. Tenemos derecho a boicotear y protestar. Criticar las acciones de Pl¨¢cido Domingo o las declaraciones sobre las personas trans de J. K. Rowling no supone censurar su trabajo. Como escribe Sapiro, ¡°es habitual que quienes confunden la censura con la cr¨ªtica acaben haciendo exactamente aquello que denuncian, ya que ¡ªal querer silenciar a sus adversarios¡ª desprecian el principio mismo de la libertad de expresi¨®n, que apuesta siempre por el debate racional para esclarecer las opiniones¡±.
Aunque el debate es positivo, Willard es esc¨¦ptica con las posibilidades de ¨¦xito de los boicoteos y de las campa?as en redes, y adem¨¢s considera que no son la herramienta adecuada: ¡°En muchos casos, como en el de Harvey Weinstein, lo que queremos es que el sistema judicial funcione correctamente y castigue a estas personas de manera adecuada¡±. El boicoteo acaba desempe?ando un papel simb¨®lico, sobre todo cuando no se ha hecho justicia.
4. ¡°El derecho a la reinserci¨®n no es el derecho a ser aplaudido¡±, como recuerda Sapiro en su libro. Tanto Willard como Castej¨®n apuntan que uno de los peligros de las cancelaciones es que, suponiendo que funcionen, son indefinidas y no prev¨¦n un modo de reparar el da?o y volver a escena. Pero, por otro lado, tampoco tenemos la obligaci¨®n de disfrutar de nuevo con la obra de estos artistas.
Pongamos el ejemplo del c¨®mico Louis C. K., que se masturb¨® en presencia de compa?eras (sin permiso). Pas¨® de ser uno de los humoristas m¨¢s respetados y admirados a perder su serie en HBO y a que se suspendiera la distribuci¨®n de su pel¨ªcula. Por supuesto, tiene derecho a volver a actuar. Pero nadie est¨¢ obligado a ir a verle en directo y ninguna plataforma tiene por qu¨¦ comprar sus mon¨®logos, si no lo considera adecuado.
Es decir, la pregunta de si se puede separar la obra del artista se responde con muchos dependes: depende de la obra, depende del artista y depende de cada uno de nosotros. Es normal que nos cueste renunciar al arte precisamente por el valor que tiene. Como explica Willard, el arte nos ayuda a definirnos a nosotros, a nuestras amistades y a nuestras comunidades: ¡°Es importante que nos enfrentemos a las ofensas y cr¨ªmenes de los artistas, pero tambi¨¦n es importante que podamos continuar apreciando lo que encontramos valioso en su trabajo¡±.
Este art¨ªculo es una versi¨®n ampliada de un texto de la newsletter semanal ¡®Filosof¨ªa in¨²til¡¯.
Ap¨²ntate aqu¨ª a la newsletter semanal de Ideas.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.