Richard J. Evans, historiador: ¡°Las metas de Putin son muy ambiciosas; las de Hitler no ten¨ªan l¨ªmites¡±
El autor de Trilog¨ªa del Tercer Reich sostiene que pensar que nada es cierto, sino que solo hay opiniones, destruye la confianza imprescindible para nuestra supervivencia colectiva
Nuestra obsesi¨®n con el pasado ha generado una era dorada para la historia. El profesor em¨¦rito de la Universidad de Cambridge Richard J. Evans (Reino Unido, 75 a?os) admite que nunca se hab¨ªa vendido tanta literatura de su disciplina, ni realizado tantos documentales. Su Trilog¨ªa del Tercer Reich est¨¢ considerada la cr¨®nica m¨¢s exhaustiva del nazismo, pero ¨¦l aclara que ¡°entender el pasado, no aprender lecciones de ¨¦l, es la meta del historiador¡±. Autor de una veintena de libros, traducidos a unos 20 idiomas, reivindica la importancia de la verdad y alerta de que el populismo actual va a¨²n m¨¢s lejos que la propaganda nazi.
PREGUNTA. ?Detecta algo similar entre el contexto social que allan¨® el camino al dominio nazi y discursos actuales, especialmente ante el alza de la extrema derecha?
RESPUESTA. Populistas y nazis tienen en com¨²n que culpan al sistema pol¨ªtico existente, y lo detestan por ello. Para ellos, democracia, elecciones, constituci¨®n¡ son una obstrucci¨®n a lo que creen que es la democracia real, una manera de mantener en el poder a las ¨¦lites que causaron los problemas, as¨ª que se rebelan contra ello. Hay una falta de escr¨²pulos en c¨®mo tratan la verdad. Joseph Goebbels, el gran jefe de la propaganda nazi, era un maestro de distorsionarla, pero esto ha ido m¨¢s all¨¢ con los populistas de hoy. En cierto modo, no creen que la verdad como tal exista, y esto es muy preocupante, porque hoy en d¨ªa tenemos redes sociales, y es as¨ª como difunden sus mentiras. Todos los pol¨ªticos populistas aspiran a obtener poder dictatorial, pero hay tambi¨¦n diferencias: todos los fascistas son populistas, pero no todos los populistas son fascistas.
P. Un paralelismo recurrente es comparar al Putin actual con Hitler.
R. Por supuesto, hay paralelismos, ambos son hombres fuertes que atacan la democracia en sus propios pa¨ªses, pero son diferentes. El objetivo de Putin es reunir de nuevo los territorios que hab¨ªan sido parte de la Uni¨®n Sovi¨¦tica, que ¨¦l sigue concibiendo como rusos. Las metas de Putin, aunque muy ambiciosas, son limitadas; mientras las de Hitler no ten¨ªan l¨ªmite. ?l aspiraba a conquistar el mundo y su creencia central era la cuesti¨®n racial, ve¨ªa la historia en t¨¦rminos de lucha de razas. Putin, sin embargo, es un nacionalista ruso. Se ve, por ejemplo, con Ucrania, ¨¦l cree que los ucranios son rusos, no que sean una raza inferior, y si su actitud ha comenzado a ser genocida es porque los ucranios han traicionado su verdadera naturaleza, que para Putin es ser ruso.
P. ?Hemos aprendido de la historia del siglo XX, o estamos condenados a repetir los mismos errores?
R. La historia nunca se repite, en parte, porque hemos aprendido de la ¨²ltima vez. Desde la II Guerra Mundial, apenas ha habido un par de ejemplos de intervenci¨®n externa para derrocar a un Gobierno. Esencialmente, tienes que ser un r¨¦gimen muy perverso, entregado al genocidio, a la crueldad a gran escala, para que la comunidad internacional intervenga. El coste de intervenir es enormemente elevado. No habr¨¢ otro Hitler, porque las condiciones son muy diferentes de las que hab¨ªa tras la I Guerra Mundial. Las dictaduras tienden a llegar a su fin en unas elecciones, o a trav¨¦s de una revoluci¨®n, o un levantamiento, y los dictadores suelen tener un mal final.
P. El libre albedr¨ªo es un concepto recurrente en su trayectoria, ?cu¨¢nto margen tenemos para planear nuestra vida?
R. Karl Marx dijo que construimos nuestra propia historia, pero no desde elementos disponibles libremente, sino bajo las condiciones que heredamos y recibimos. Independientemente de qu¨¦ se piense de las teor¨ªas de Marx en general, esta explicaci¨®n es muy ¨²til. Al analizar individuos o grupos, y c¨®mo tomamos decisiones, podemos decir s¨ª o no a las propuestas que se nos presentan, pero no elegir las condiciones bajo las que ejercemos nuestra libre voluntad. Tenemos que aceptar lo que hay y hacerlo lo mejor posible.
P. Ha estudiado los movimientos feministas a principio del siglo XX, ?hay alguna lecci¨®n no aprendida?
R. Tuve la suerte de descubrir un movimiento feminista radical en la Alemania Imperial, cuya historia hab¨ªa sido completamente suprimida. Fracas¨®, arrollado por las clases medias conservadoras, las feministas de derechas, aunque quiz¨¢ sea incorrecto llamarlas feministas, que cre¨ªan que el lugar de la mujer era en el hogar, que no deber¨ªan votar y que deb¨ªan apoyar el nacionalismo. El movimiento feminista siempre ha estado dividido, lo estaba en el periodo que yo investigu¨¦, y sigue hoy. Ha progresado mucho en t¨¦rminos de legislaci¨®n, pero ahora est¨¢ bajo una amenaza seria por parte del movimiento transg¨¦nero, que es a¨²n una controversia por resolver.
P. Ha analizado ampliamente las teor¨ªas conspiranoicas y su relaci¨®n con la democracia. Dado el dominio de las redes sociales, ?son una amenaza creciente?
R. Obviamente, porque internet est¨¢ m¨ªnimamente regulado, y esto hace mucho m¨¢s f¨¢cil difundir teor¨ªas de la conspiraci¨®n a una velocidad incre¨ªble. Es un peligro para la democracia, porque menoscaba la confianza en las instituciones y en la verdad. Cuando la gente empieza a creer que no hay una verdad objetiva, solo opini¨®n, se abre la puerta a la destrucci¨®n de la sociedad, porque solo podemos existir si podemos descubrir qu¨¦ es la verdad. Un proyecto que dirig¨ª sobre teor¨ªas de la conspiraci¨®n detect¨® que se propagan mucho m¨¢s entre quienes se sienten ignorados por el sistema pol¨ªtico. La gente se siente desamparada y esto es lo que alimenta el populismo. Los l¨ªderes populistas tienden a propagar teor¨ªas de la conspiraci¨®n para ganarse a la gente que cree que est¨¢ fuera del sistema y que este est¨¢ conspirando contra ella.
P. La llamada cultura de la cancelaci¨®n es otra tendencia al alza, y lo vemos en el mundo acad¨¦mico.
R. La libertad de expresi¨®n no significa nada si no hay libertad para ofender y molestar. Salvo que se caiga en discursos de odio o se inste a matar, deber¨ªamos estar preparados para escuchar opiniones que no aceptamos, es un aspecto fundamental de la cultura democr¨¢tica. Actualmente lo vemos con el movimiento transg¨¦nero, que quiere cerrar espacios de opini¨®n con los que no est¨¢ de acuerdo, pero es un error concentrarse solo en eso, hay tambi¨¦n cultura de la cancelaci¨®n en la derecha. En el Reino Unido, por ejemplo, hay una campa?a para suspender la investigaci¨®n sobre la esclavitud y c¨®mo instituciones brit¨¢nicas se beneficiaron de ella. Los conservadores est¨¢n intentando suprimir la investigaci¨®n hist¨®rica y, como historiador, no puedo estar de acuerdo. Puedes amar tu pa¨ªs, deber¨ªas amar tu pa¨ªs, pero el amor no tiene que ser ciego. Cuanto m¨¢s se sepa del pasado, mejor.
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