Barbaritas: ser feminista nunca hab¨ªa sido tan ¡®cool¡¯
El feminismo pop es bueno, el peligro es que lo que avanza en popularidad se pierda en profundidad
En el a?o 2012, durante su presentaci¨®n en los MTV Video Music Awards, Beyonc¨¦ cant¨® Flawless frente a una imponente pantalla que proyectaba en letras inmensas la palabra ¡°feminist¡±. Lo hizo en una de las plataformas m¨¢s visibles de la cultura popular estadounidense, que tanta influencia tiene a escala global, y en un momento en que, si bien no result¨® particularmente rompedor, s¨ª represent¨® una especie de validaci¨®n y ¡°autorizaci¨®n¡± para otras artistas que, posteriormente, se atrever¨ªan a proclamarse feministas, superando as¨ª los estereotipos de anta?o.
Los mismos que hac¨ªan que rara vez una mujer en la esfera p¨²blica, aunque viviera su vida de modo feminista, no osara jam¨¢s con adjudicarse el t¨¦rmino. Hab¨ªa que ser fea (?a la mirada de qui¨¦n?), hab¨ªa que estar siempre enojada (?o no sonre¨ªrle a qui¨¦n?), hab¨ªa que odiar a los hombres (?versus amar a qui¨¦n?) y hab¨ªa que rechazar la est¨¦tica de lo que socialmente se adjudica a ¡°lo femenino¡± (?para el placer de qui¨¦n?). Estereotipos todos siempre al servicio de quienes resisten la equidad.
Diez a?os despu¨¦s, en medio de los incontables debates internos de la cuarta ola feminista, llega una nueva oportunidad de pensar sobre esto en la forma de una pel¨ªcula acerca de la mu?eca Barbie. El filme se ocupa de celebrar las contradicciones del icono como fen¨®meno cultural, m¨¢s all¨¢ de intentar resolverlas. Ilustra c¨®mo el est¨¢ndar de perfecci¨®n que se le exige a la mujer es incluso inalcanzable para una mu?eca que, se supone, represente lo inalcanzable para una mujer. En esa espiral rosada y llena de brillo opera la conversaci¨®n.
De pronto, ser feminista trasciende, al fin, el injusto estereotipo. Una mu?eca/mujer bella ¡ªbajo el est¨¢ndar imperante¡ª elige el camino feminista: tratar de tener una vida y un cuerpo propios. Ser feminista nunca hab¨ªa sido tan cool. Y es bueno que lo sea, porque as¨ª como no hay una forma de ser mujer, no hay una sola expresi¨®n del feminismo. Adem¨¢s, importa ocupar espacios masivos. El peligro siempre es el mismo: que lo que avanza en popularidad, no se pierda en profundidad y acci¨®n.
Antes del feminismo pop, ya se pod¨ªa encontrar en tiendas de moda r¨¢pida las t¨ªpicas camisetas con la palabra ¡°feminista¡± que antes s¨®lo pod¨ªan comprarse en alg¨²n quiosco o festival. La primera que tuve la adquir¨ª en una protesta en San Juan. Si hoy tantas personas se proclaman como tal sin miedo es, ¨²nicamente, porque hay un camino de activismo andado, de educaci¨®n, visibilidad y logros concretos en materia de derechos y legislaci¨®n (igual paga por igual trabajo, derecho al aborto, lucha contra la violencia machista, y un largo etc¨¦tera). Muchos de ¨¦stos a¨²n a mitad, inexistentes o desandados en la mayor¨ªa de los pa¨ªses del mundo pero inescapables en cualquier discusi¨®n que pretenda articular las prioridades de una sociedad contempor¨¢nea.
No pocas ideas han ca¨ªdo en la r¨¢pida centr¨ªfuga de la era del capitalismo salvaje. Recuerdo pasar por las calles de Buenos Aires y ver a personas vendiendo indistintamente pa?uelos azul celeste y verdes. Hace mucho que importa m¨¢s la rentabilidad de las ideas que su ejecuci¨®n. El sue?o, tantas veces, acaba en el eslogan.
Ojal¨¢ el brillo no sea cegador. Ojal¨¢ la moda no sea pasajera. Si no, en lugar de do?as B¨¢rbaras seremos Barbaritas ¡ªinfantilizadas y desprovistas de la plena ciudadan¨ªa¡ª, y no habr¨¢ suficiente pintura rosa para maquillar los colores del mundo real. Este lugar donde el pl¨¢stico dura mucho m¨¢s que la carne.
Ap¨²ntate aqu¨ª a la newsletter semanal de Ideas.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.