Existe una relaci¨®n directa entre el n¨²mero de trabajadores sindicados y la suerte de la clase media
La afiliaci¨®n sindical alcanza cifras m¨ªnimas y compromete la capacidad de negociaci¨®n de los trabajadores
En medio de la pasada semana miles de empleados de casi una cuarentena de hospitales de California comenzaban una de las huelgas sanitarias m¨¢s grandes de EE UU. La protesta, de 72 horas, buscaba subidas salariales, mejoras de las condiciones de vida y reparto de los beneficios despu¨¦s del intenso sacrificio que la pandemia de la covid exigi¨® a esos trabajadores. Ellos se unieron a los asalariados de las grandes f¨¢bricas de autom¨®viles, a los actores y t¨¦cnicos de la industria del cine que hacen posible las pel¨ªculas, a centenares de empleados de cafeter¨ªas, maestros, y a los rescoldos de la movilizaci¨®n de guionistas de cine y televisi¨®n, que ya ha terminado con unos resultados bastante favorables a los huelguistas. Este movimiento ha recibido la simpat¨ªa del presidente dem¨®crata, Joe Biden, que en una de las primeras conferencias de prensa de su legislatura, al ser preguntado por la presunta falta de trabajadores de la restauraci¨®n, susurr¨®: ¡°Pay them more!¡± (que les paguen m¨¢s).
El sindicalismo americano no es exactamente como el europeo, pero hay analog¨ªas que pueden aprovecharse. Quiz¨¢ la principal diferencia, que es cultural y sociol¨®gica, y no principalmente econ¨®mica, es que aquel dirige su pr¨¢ctica y su discurso a las clases medias, como si las clases bajas no existiesen o solo estuviesen formadas por el lumpen. Si se logra vadear tal diferenciaci¨®n, se pueden encontrar muchas similitudes a la hora de trabajar juntos. Coincidiendo con el movimiento Occupy Wall Street en el a?o 2011, tan an¨¢logo en muchas cosas al espa?ol ?15-M (?12 a?os! Los chicos se han hecho mayores), se hizo una de las ¨²ltimas prospecciones al movimiento sindical americano, que en estos d¨ªas est¨¢ dando coletazos de resistencia: s¨®lo un 7% de los trabajadores del sector privado es miembro de los sindicatos frente al 30%, aproximadamente, que lo era a finales de la d¨¦cada de los sesenta. La revoluci¨®n conservadora hizo su labor cultural en contra de ellos (m¨¢s del 20% de los asalariados siente temor a ejercer el derecho de sindicaci¨®n por la reacci¨®n que podr¨ªan tener sus patronos). La sindicaci¨®n en el sector p¨²blico se mantuvo estable durante este tiempo en alrededor del 37% del total de los trabajadores, que es una cota que tambi¨¦n est¨¢ amenazada. En total, menos del 12% de la fuerza de trabajo estaba afiliada a un sindicato y es posible que este porcentaje haya seguido cayendo.
En aquellos estudios, que pretend¨ªan que no se abriese una brecha imposible de saltar entre los activistas de Occupy Wall Street y los sindicalistas, se preguntaba por qu¨¦ deb¨ªa preocuparle a alguien, sobre todo a quien no pertenece a un sindicato, que la afiliaci¨®n sindical se sit¨²e en niveles tan bajos y que hubiese penetrado tanto el discurso del individualismo y las nuevas condiciones del mercado de trabajo (por ejemplo, el teletrabajo). Si uno es de la clase media necesita preocuparse por los sindicatos, y esa clase media est¨¢ padeciendo dificultades crecientes ya que recibe la proporci¨®n m¨¢s baja de los ingresos de la naci¨®n desde el a?o 1967. Hay una relaci¨®n directa entre el porcentaje de los trabajadores sindicados y la suerte que ha corrido la clase media.
Tres estudiosos del Fondo de Acci¨®n del Centro para el Progreso de EE UU, David Madland, Karla Walter y Nick Bunker, en un libro colectivo titulado Occupy Wall Street. Manual de uso (RBA), lo resumen: los sindicatos protegen a las clases medias al garantizar que los trabajadores tengan una voz fuerte que los represente tanto en el mercado como en la democracia; cuando los sindicatos son fuertes pueden garantizar que a los trabajadores se les paguen salarios fuertes, que reciban la formaci¨®n que necesitan para ascender a la clase media y que se les tenga en cuenta en los procesos de toma de decisiones de las empresas. Los sindicatos tambi¨¦n fomentan la participaci¨®n pol¨ªtica entre todos los estadounidenses y ayudan a los trabajadores a conseguir pol¨ªticas p¨²blicas que apoyan a la clase trabajadora, como la seguridad social, los permisos familiares y el salario m¨ªnimo.
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