Los zetas antitrabajo y los buenos ¡®boomers¡¯
En la generaci¨®n zeta no son peores trabajadores que sus padres, pero salen antes del trabajo y buscan empleos menos absorbentes
Para la generaci¨®n boomer y gran parte de la milenial, el trabajo ha sido entendido como un bien en s¨ª mismo. Exist¨ªan diferencias ideol¨®gicas sobre las condiciones materiales entre unos y otros trabajadores, pero conviv¨ªan dentro de una ideolog¨ªa superior y compartida que entend¨ªa el trabajo como fuente de identidad y reconocimiento social. As¨ª, el trabajo distingu¨ªa a los buenos y honrados trabajadores que eran considerados, por extensi¨®n, buenos y honrados ciudadanos. Incluso buenos y honrados padres y madres de familia, por pura analog¨ªa. Una identidad que adem¨¢s el trabajador sent¨ªa y asimilaba en conciencia. Sin embargo, han llegado los zetas, hijos de los boomers, y se han revelado como una generaci¨®n antitrabajo. Moraleja: algo habr¨¢n hecho bien sus madres y padres.
Los j¨®venes ya no construyen su identidad, ni ante s¨ª mismos ni ante los otros, a trav¨¦s del trabajo. ?Y eso en qu¨¦ cambia las cosas? Pues b¨¢sicamente en todo, empezando por el lenguaje. As¨ª, cuando un zeta habla de su empresa, no usa la primera persona del plural. No dice ¡°nos ha ido bien el a?o¡± o ¡°parece que haremos un buen trimestre¡±, como si tuviera acciones en un negocio donde carece de cualquier poder de decisi¨®n. Han aprendido a hablar en primera persona del singular porque tienen dos cosas muy claras: que las empresas que los contratan no son suyas y que su vida no pertenece a ninguna compa?¨ªa. No son peores trabajadores que sus padres, pero su nivel de fidelidad es saludablemente menor. Eso hace, entre otras cosas, que salgan antes del curro y que busquen empleos menos absorbentes y m¨¢s conciliadores.
La mala noticia es que el discurso sobre este progreso generacional lo est¨¢ monopolizando una ideolog¨ªa reaccionaria que, o bien critica a los j¨®venes por vagos, o bien lamenta su falta de horizonte profesional y atribuye cualquier cambio de mentalidad a la precariedad laboral para subrayar que cualquier tiempo pasado fue mejor. Especialmente aquel basado en la l¨®gica de trabajo-piso-pareja-hijos-sacrificio-entierro. Pero no tienen raz¨®n: ni quienes se limitan a apelar a la falta de horizonte ni quienes reprochan cierta falta de car¨¢cter.
Que la precariedad no es la causa de este cambio identitario se hace evidente cuando sucede que los profesionales j¨®venes mejor pagados tambi¨¦n han modificado sus prioridades. Los nuevos trabajadores aprecian ganar m¨¢s dinero, pero ya no a cualquier precio. El teletrabajo, la flexibilidad, el desarrollo profesional y el bienestar mental son aspectos tan valorados como el salario. De hecho, las exigencias sobre la calidad del trabajo aumentan para los mejor retribuidos y no al rev¨¦s.
En cuanto al car¨¢cter, no es verdad que los zetas sean blandos o vagos. Es solo que han recibido una educaci¨®n distinta, concretamente la que han defendido la mayor¨ªa de sus padres. Los j¨®venes de hoy han crecido con buenas condiciones materiales (que algunos denuestan bajo el reproche de ¡°tenerlo todo¡±) y una excelente formaci¨®n. Han viajado m¨¢s que sus padres a su edad, hablan m¨¢s idiomas, tienen mayor libertad sexual, han disfrutado de una infancia m¨¢s respetada y han tenido m¨¢s oportunidades. Pero, lo m¨¢s importante, a la mayor¨ªa les ense?aron que la vida consiste en vivir y no en demostrar una supuesta val¨ªa. Que no ten¨ªan que demostrar nada para ser dignos de amor. Solo queda gritar ?benditos boomers! Por lo dem¨¢s, ya lo dijo Juan Luis Arsuaga ¡ªpoco sospechoso de ser zeta, vago o precario¡ª, ¡°la vida no puede ser trabajar toda la semana e ir el s¨¢bado al supermercado¡±.
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