Gaza y la gente civilizada
Es normal que en el resto del mundo nos miren raro y no comprendan siempre nuestra doble moral, que nosotros llevamos tan bien
En 1799 Napol¨¦on conquistaba Palestina y top¨® con resistencia en Jaffa, cerca de lo que ahora es Gaza. La ciudad, asediada, respondi¨® a una oferta de rendici¨®n agitando desde la muralla la cabeza del mensajero franc¨¦s. Tras tomar el enclave, Napole¨®n orden¨® una masacre: fueron ejecutados en la playa entre 2.200 y 3.500 prisioneros, seg¨²n las estimaciones actuales. Andrew Roberts, en su monumental biograf¨ªa de Bonaparte, anota: ¡°Obviamente el elemento racial tiene su importancia, Napole¨®n no habr¨ªa ajusticiado prisioneros de guerra europeos¡±. Es decir, fuera de casa se pod¨ªan hacer esas barbaridades, aunque bien que se lo ech¨® en cara siempre, por ejemplo, Chateaubriand, un se?or conservador de valores cristianos, no como la derecha actual, m¨¢s ajena a ellos y que ah¨ª fuera solo ve moros y gentuza.
Uno de los matices menos comentados del horror ante el Holocausto es que tambi¨¦n se debe al hecho de que por, primera vez, se usaron en Europa, entre europeos y blancos, t¨¦cnicas que los europeos ya usaban, sin demasiado cargo de conciencia, en Am¨¦rica, ?frica, Asia y Ocean¨ªa. En fin, en el resto del mundo, donde es normal que nos miren raro y no comprendan siempre nuestra doble moral, que nosotros llevamos tan bien. Lo que hizo Hitler ya lo hab¨ªan hecho los alemanes en Namibia y nadie dijo nada. Hay un dato curioso: el comisario imperial de la Sociedad Colonial Alemana para el ?frica del Suroeste era un tal Heinrich G?ring. S¨ª, padre del futuro jerarca nazi Hermann G?ring. Qu¨¦ familia tan apegada a las tradiciones. En el genocidio de los herero y los nama en Namibia, Alemania mont¨® los primeros campos de concentraci¨®n de civiles. Mussolini fue tambi¨¦n el primero en atacar poblaci¨®n civil con armas qu¨ªmicas, en Etiop¨ªa, en 1935. Pero aun despu¨¦s del horror, el 8 de mayo de 1945, precisamente el d¨ªa en que termin¨® la Segunda Guerra Mundial en Europa, Francia masacr¨® al menos a 40.000 personas en Argelia (empez¨® ese d¨ªa y sigui¨® durante semanas), porque la gente sali¨® a celebrar la paz y sac¨® banderas argelinas, que estaban prohibidas. Hubo disparos a la multitud, disturbios y sangrientas represalias.
En los a?os siguientes, liberada de las colonias, Europa pudo ¡°con una modesta discordancia cognitiva, abrazar una imagen de s¨ª misma como antiimperialista¡±, dice Garton Ash en su ensayo Europa. Es decir, empez¨® a tener buena conciencia. Dur¨® hasta que la guerra de Bosnia, las primeras masacres de europeos desde la Segunda Guerra Mundial, la puso a prueba. ?Qu¨¦ hacer, c¨®mo permanecer indiferentes? La OTAN bombarde¨® Serbia en 1994 y 1995, pero el genocidio de Srebrenica dej¨® un hondo sentimiento de culpa (todav¨ªa en 2002 el Gobierno holand¨¦s dimiti¨® en bloque tras la investigaci¨®n de lo ocurrido y la responsabilidad de los cascos azules de su pa¨ªs). As¨ª, en 1999, en la guerra de Kosovo hubo un punto de inflexi¨®n: la OTAN volvi¨® a bombardear Serbia, esta vez sin autorizaci¨®n de la ONU. El canciller alem¨¢n, Gerhard Schr?der, explic¨® que era necesario saltarse las reglas, deb¨ªan ¡°prevenir una cat¨¢strofe humanitaria¡±. Se aleg¨®, atenci¨®n, la responsabilidad hist¨®rica de este pa¨ªs tras el Holocausto. Ya sabr¨¢n a d¨®nde quiero llegar: ante el horror de Gaza, Europa vuelve a ser capaz de permanecer indiferente, y ya van cuatro meses. Parte de la par¨¢lisis se debe al sentido de culpa con los jud¨ªos, pero ayuda que todo eso no pase en Europa, sino all¨¢ lejos y a esa otra gente. Adem¨¢s, se supone que bombardean ¡°los nuestros¡±, la gente civilizada. Con otra modesta discordancia cognitiva pensamos que lograremos creer que esto es normal, y que no pod¨ªamos hacer nada. Es una curiosa manera de estar en el mundo, en un mundo en el que a veces da verg¨¹enza estar.
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