McKenzie Wark, ensayista. ¡°El mundo odia a las trans. No sabe d¨®nde colocarnos¡±
La pensadora australiana, activista transg¨¦nero y destacada figura de la izquierda, ha pasado de analizar la cultura digital a publicar autoficci¨®n como ¡®Raving¡¯, donde sostiene que bailar tecno ayuda a pensar una nueva pol¨ªtica
McKenzie Wark (Newcastle, Australia) ha sido muchas cosas en sus 62 a?os de vida: cr¨ªtica cultural y de los medios de comunicaci¨®n, activista, marxista, defensora de un internet libre, te¨®rica del pensamiento y padre de familia. De esa fase de su vida son sus libros El capitalismo ha muerto (Holobionte Ediciones, 2021), Intelectos colectivos (La Caja Books, 2023) ¡ªdonde analiza el pensamiento de una veintena de pensadores¡ª o Un manifiesto hacker (Alpha Decay, 2006), donde habla de la propiedad intelectual y divide a la sociedad en dos clases sociales: la de los hackers ¡ªlos creadores de la informaci¨®n: investigadores, autores, fil¨®sofos o programadores¡ª y el vector, la clase poseedora, que monopoliza el producto de los hackers.
Desde hace cinco a?os, Wark es una mujer transexual y es autora de una autoficci¨®n descarnada (Vaquera invertida, 2022, y Raving, 2023, ambos de Caja Negra). Este subg¨¦nero de la escritura autobiogr¨¢fica, dice, la ayuda a explicarse desde dentro. A los lectores, se?ala, nos abre un espacio a otras formas de existencia. En su ficha de profesora del Eugene Lang College of Liberal Arts de Nueva York ha a?adido una especialidad: estudios de g¨¦nero. En los meses de pandemia, y reci¨¦n transicionada, redescubri¨® las raves, espacios abiertos en los que se baila m¨²sica electr¨®nica al ritmo que marca el dj y que tienen su origen en la crisis industrial brit¨¢nica de los a?os Thatcher. ¡°La experiencia es pol¨ªtica¡±, sostiene Wark, estudiosa de la Internacional Situacionista, y mientras se baila ¡ªa veces mecidos por el efecto de alguna droga¡ª, dice que es posible imaginar otra pol¨ªtica y reencontrarse con la colectividad. El d¨ªa 5 participa en Madrid en un coloquio en Condeduque y el 6 estar¨¢ en La Casa Encendida, donde se leer¨¢ Raving coralmente.
Wark nos recibe en algo parecido al para¨ªso: Casa Sani¨¤, una impresionante vivienda de tres plantas oculta entre los pinos, encima de una recoleta cala de la Costa Brava, cerca de Palam¨®s. Ha sido una de los cuatro participantes del mes de febrero en los Retiros Literarios de Finestres, un proyecto del empresario Sergi Ferrer-Salat, propietario del laboratorio Ferrer, fabricante de Gelocatil. Hace un d¨ªa gris, lo que aleja la estampa de postal y lo embellece todo. Wark, con falda de flores y chaqueta de cuero, nos recibe en su habitaci¨®n. All¨ª, supuestamente, Truman Capote escribi¨® parte de A sangre fr¨ªa.
Pregunta. Usted afirma que vivimos en la era de la desintegraci¨®n. ?En qu¨¦ lo ve?
Respuesta. Podemos pensar nuestro tiempo como la era del espect¨¢culo de la desintegraci¨®n: por un lado tenemos la esfera medi¨¢tica, que parece estar cay¨¦ndose a pedazos. No podemos verificar la informaci¨®n que recibimos ni dejar de mirar ciertas im¨¢genes. Y a la vez todo gira entorno al espect¨¢culo del desastre. Es muy dif¨ªcil que podamos orientarnos o imaginar salidas.
P. Estudi¨® la Internacional Situacionista en La playa bajo la calle (Hermida ed, 2018). Siguiendo su estela dice que en las raves podemos abrir una nueva mirada pol¨ªtica. ?Por qu¨¦ pasar¨ªa eso al bailar rodeados de gente sudorosa al ritmo del tecno?
R. Las raves ayudan con el antagonismo que sentimos hacia los dem¨¢s en el entorno urbano. Cuando subimos al metro odiamos a los que nos rodean, son tan molestos. Tambi¨¦n sucede en la pista de baile, pero una vez llevas una hora contone¨¢ndote se te pasa. Deber¨ªa odiar a todas estas perras pero¡ ?estamos aqu¨ª todos juntitos! Va sobre la proximidad de los cuerpos. Y una buena rave te puede sacar de la obsesi¨®n de pensar en objetivos futuros y en el esfuerzo necesario para lograrlos. No sabemos si habr¨¢ futuro, pero siento que el tiempo se expande e intensifica. Y te tambaleas fuera, son las nueve de la ma?ana, el sol brilla ah¨ª arriba. ?Qu¨¦ ha pasado? Las raves cambian la relaci¨®n con el tiempo.
P. ?Y qu¨¦ papel juegan ah¨ª las drogas?
R. Es algo opcional. No soy una defensora de las drogas, pero en las raves muchos las toman, no los juzgo. Me interesan los espacios que no consisten en beber alcohol, una droga mala para el cuerpo, las hay mucho mejores. Conozco a gente que baila estando sobria, yo no soy una de ellos, yo hago un uso recreacional, pero no tiene por qu¨¦ ser el centro, no tienes por qu¨¦ drogarte.
¡°Las raves nos ayudan con el antagonismo que sentimos hacia los dem¨¢s en el entorno urbano¡±
P. Dice que las raves la rescataron. ?Por qu¨¦ regres¨® a estas?
R. No s¨¦ en Espa?a, pero en Estados Unidos la vida es bastante desoladora. ?D¨®nde puedes ir a esconderte de la vigilancia constante por parte de tu maldito padre? Yo volv¨ª a la cultura rave durante mi transici¨®n, aunque ya la hab¨ªa vivido en los a?os noventa. Ante la ligera disforia de g¨¦nero que sent¨ªa le dije a mi transmother [la persona que le ayud¨® a transicionar] que a m¨ª lo que siempre me hab¨ªa ayudado a sentirme mejor es bailar. Y me invit¨® a unirme a ella.
P. Tras transicionar, se sumergi¨® en la autoficci¨®n. Dice que es una forma de mostrar su construcci¨®n interior.
R. En el mundo anglosaj¨®n la autoficcion es el g¨¦nero que todos critican. Y me atraen los g¨¦neros con mala prensa. Mi escritura es autotextual. Me interesa Santa Mar¨ªa de las Flores, de Jean Genet. Lo escribi¨® en la c¨¢rcel y son b¨¢sicamente sus fantas¨ªas sexuales: describe el espacio en el que Genet puede existir. Tambi¨¦n Audre Lorde, lesbiana y negra criada en un pa¨ªs comunista, alguien que no existe literariamente, describe el espacio en el que ella podr¨ªa existir. Los trans tenemos permitido escribir un ¨²nico tipo de libro: los memoir. ¡°Siempre supe que estaba en un cuerpo equivocado. Un d¨ªa conoc¨ª a un cirujano y me arregl¨®. Fin¡±. Algo dirigido a personas cis [no trans]. Por eso el autotexto se ha vuelto muy importante, es lo que nos hace posibles.
P. El cambio de registro literario, ?result¨® sencillo?
R. Soy profesora de estudios de medios, pero despu¨¦s de salir del armario dej¨¦ de recibir obras sobre teor¨ªa de medios y me empezaron a llegar an¨¢lisis sobre estudios trans. Y yo no sab¨ªa nada sobre esto, el hecho de ser trans no significa que conozca ese mundo. Pas¨¦ un a?o poni¨¦ndome al d¨ªa. Y ahora quiero, como contribuci¨®n, dedicar parte de mi trabajo a los estudios trans. Quiero ayudar, es algo muy importante para muchos de nosotros. Pero, ?por qu¨¦ me metieron en esa cajita? Me convert¨ª en un sujeto marcado. He tenido que enfatizar que puedo escribir sobre cr¨ªtica de medios y sobre estudios de g¨¦nero. Pero la realidad es que he perdido el respeto de algunas instituciones por haber salido del armario.
P. ?Quiz¨¢ se ha ganado el respeto de otras personas?
R. S¨ª, pero porque he trabajado para ello. He tenido que currarme una nueva comunidad de lectores. Llevo cuatro a?os viajando sin parar. Con el autotexto siento que he incorporado capacidades para conectar con los lectores, pero ya voy teniendo ganas de regresar al an¨¢lisis de medios. Eso es lo que he estado intentando aclarar durante los d¨ªas que he pasado aqu¨ª.
P. Usted inventa palabras y conceptos constantemente en sus libros.
R. Me han influido tanto Marx como el dada¨ªsmo. La idea de crear algo nuevo me interesa, cambiar el idioma. Pero no hay que tom¨¢rselo demasiado en serio. Es un juego.
P. ?Qu¨¦ ha sido de los grandes pensadores como Sartre? Usted cree que ya no existen.
R. Puede que eso sea algo positivo. ?Se debe a que los medios y el espacio pol¨ªtico no lo permiten? ?O a que nos hemos dado cuenta de que no es algo especialmente bueno que vayamos corriendo tras los grandes sabios? Podemos pensar de otra forma sobre el siglo XXI. Me interesa lo que sucede en el espacio que hay entre las ideas de dos personas, que pueden ser incompatibles. En esa tensi¨®n es donde me siento c¨®moda.
P. En la universidad donde da clases est¨¢n valorando vender la vivienda del decano para lograr fondos. ?C¨®mo ve al sector?
R. Esta puede ser la era del fin de las universidades masivas. El fin de aquel ideal de posguerra de extender la formaci¨®n terciaria a todas las clases sociales. Y una de las causas ha sido pasar a un modelo de financiaci¨®n basado en deuda; algo destructivo.
P. Eso ha provocado que los donantes hayan adquirido mucho poder. En Harvard, su rectora, Claudine Gay¡
R. ?Me importa un bledo lo que pase en Harvard! Se ha convertido en una instituci¨®n financiada por un fondo de inversi¨®n que la mantiene por motivos fiscales. Me importa lo que le sucede en las dem¨¢s universidades. Son unas 3.000 instituciones y muchas est¨¢n en la ruina. Las grandes universidades estatales ya no reciben apenas financiaci¨®n p¨²blica. As¨ª que apenas se puede decir que queden universidades estatales. Los estudiantes quedan atados a deudas, se caen de la competici¨®n que hab¨ªa antes por entrar en la clase media. Se est¨¢n eliminando carreras de Humanidades y de Sociales en parte por motivos ideol¨®gicos. A menudo son las carreras m¨¢s baratas, las eligen un mont¨®n de estudiantes, pero es por donde llega m¨¢s presi¨®n pol¨ªtica. EE UU vivir¨¢ o morir¨¢ en funci¨®n de la capacidad intelectual de su fuerza laboral. Y hemos decidido que no nos importa. Resulta que la gente que ha recibido una educaci¨®n es menos tendente a votar a partidos fascistas. Hay en marcha una campa?a para acabar con la educaci¨®n p¨²blica pues no es compatible con el fascismo.
¡°Hay que tomar partido. Hoy hay que decir: ?¡®Free¡¯ Palestina!¡±
P. Seg¨²n The Economist solo hay en el mundo 24 pa¨ªses con una democracia sana.
R. La democracia siempre ha sido la excepci¨®n. Tras la Guerra Fr¨ªa nos acostumbramos a pensar que lo natural es el Estado democr¨¢tico. ?Y si el estado dominante fuera en realidad el autoritario y tuviera algunas, pocas, excepciones? Adem¨¢s de que las democracias nunca han sido plenas. EE UU nunca ha sido una democracia. Es una rep¨²blica. Sus fronteras democr¨¢ticas est¨¢n siendo negociadas en este mismo instante.
P. ?Se refiere a que algunos Estados est¨¢n dificultando el derecho a voto a ciertos sectores, como la poblaci¨®n negra?
R. Muchos de ellos no votan por estar o haber estado en la c¨¢rcel por motivos pol¨ªticos.
P. ?En la c¨¢rcel pierdes el derecho al voto?
R. En muchos Estados pierdes tus derechos civiles. As¨ª que quiz¨¢ las democracias eran una excepci¨®n moment¨¢nea nacida del poder logrado por el movimiento obrero. El desplome del poder de la fuerza obrera va de la mano del desplome de la democracia.
¡°EE UU no es una democracia. El Ministerio de Defensa es ingobernable. Cuidado con quien se meta con ellos¡±
P. ?C¨®mo es el marxismo que le interesa?
R. Fui criada en el movimiento obrero. La parte que me interesa sigue los postulados de Marx, pero sin reproducirlos una y otra vez como si no hubieran pasado 100 a?os llenos de debates sobre cada palabra de El capital. Estoy en desacuerdo con quienes se creen los guardianes de la llama de Marx.
P. Diga un cambio pol¨ªtico que le gustar¨ªa que sucediera.
R. Me gustar¨ªa que hubiera movimientos sociales populares capaces de negarse a la represi¨®n. Para m¨ª eso ser¨ªa axiom¨¢tico [b¨¢sico]. Como escritor, estoy con ellos. En estos momentos apoyo el movimiento de liberaci¨®n de Palestina. Hay que tomar partido. Y hoy lo que hay que decir es: ?Free Palestina!
P. ?Se ha alejado Biden, con su apoyo a Israel, de los votantes de izquierdas?
R. Lo primero, no olvidemos que EE UU no es una democracia. El Ministerio de Defensa es ingobernable. Millones de d¨®lares que nadie sabe d¨®nde acaban van al presupuesto militar, ning¨²n partido tiene la capacidad de gobernar. La inteligencia militar va a seguir haciendo lo que hace, y cuidado con quien se meta con ellos. Vivir en EE UU es como ser un reh¨¦n. Vas a acabar siendo manipulado. Yo no tengo derecho a votar, no soy residente. Doy gracias por ello.
P. Y si usted pudiera votar, ?qu¨¦ har¨ªa?
R. Ser¨ªa un reh¨¦n obligado a votar por los dem¨®cratas. No hay un tercer partido. ?Qu¨¦ prefieres, al partido de derechas c¨®mplice de genocidio o al partido de ultraderechas que va a cargarse el Estado? Cuando cojo el metro en Nueva York cada d¨ªa me cruzo con unos 20 polic¨ªas que no hacen nada m¨¢s que mirar sus m¨®viles. Nos cuestan millones de d¨®lares al a?o. Y mientras mi hijo va al instituto con el l¨¢piz y el papel que le hemos comprado sus padres porque en el centro no hay.
¡°Hoy se crea la ilusi¨®n de que los dos g¨¦neros ¡®cis¡¯ [no trans] son los naturales ejerciendo violencia contra quienes no cuadran¡±
P. ?Le puedo preguntar por qu¨¦ se decidi¨® a transicionar a los 57 a?os?
R. Es un paso que se puede dar en cualquier momento. La primera vez que pens¨¦ en ello ten¨ªa 18 a?os. Conoc¨ª a unas mujeres trans por casualidad, eran prostitutas. Pens¨¦, ¡°no puedo hacer eso, no durar¨¦ viviendo as¨ª¡±. Hay quien tiene que salir del armario, no lo puede esconder, pero yo pude esconderlo. Durante 30 a?os he podido sumergirme en la escritura como una forma de evitaci¨®n. Por un lado he da?ado mi vida, pero, hey, estoy vivo. No hay muchos trans de mi edad o mayores. La gente no sobrevive a la violencia, a los problemas de salud mental, a las adicciones, al sida¡ He tenido la suerte de haber sobrevivido a todo eso, habr¨ªa tenido muchas menos opciones si hubiera salido antes del armario. Y el miedo¡ El miedo fue un gran motivador. Siento compasi¨®n por quienes no pueden esconder su transexualidad.
P. ?Compasi¨®n? ?No admiraci¨®n?
R. Ambas cosas. Entre las personas trans es muy importante no juzgar las decisiones de cada uno. Es como: haz lo que tengas que hacer para sobrevivir, cielo. Porque el mundo nos odia. El mundo nos puto odia, no saben d¨®nde colocarnos.
P. En Oklahoma, con leyes muy restrictivas hacia los trans, un joven no binario, Nex, ha muerto supuestamente por los golpes de compa?eros que le hac¨ªan bullying.
R. Por eso la cultura transgeneracional trans es muy importante. Muchos j¨®venes no la conocen. Est¨¢n aislados en instituciones indiferentes u hostiles hacia ellos. Cuando las cosas van bien es muy duro, pero si encima hay campa?as fascistas que nos convierten en enemigos de la civilizaci¨®n, no ayuda en nada. La realidad es que siempre hemos existido de distintas formas, todas las culturas tienen hombres, mujeres y otra categor¨ªa no espec¨ªfica. Solo en algunas circunstancias la represi¨®n se vuelve necesaria para mantener la ilusi¨®n de que solo existen dos categor¨ªas naturales. Creas la ilusi¨®n de que los dos g¨¦neros cis son naturales ejerciendo violencia contra esos que no cuadran, ese es nuestro mundo. ?Gracias Iglesia cat¨®lica por quemarnos durante a?os!
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