Ante las atrocidades de Ham¨¢s y ante el genocidio de Israel contra los palestinos
Frente a los mensajes de odio sionistas tras una intervenci¨®n en Par¨ªs, la fil¨®sofa Judith Butler aclara su postura: no reniega de su dolor por las v¨ªctimas del 7 de octubre, ni de su denuncia contra los cr¨ªmenes que el Estado hebreo est¨¢ cometiendo. El ataque de Ham¨¢s, sostiene, fue ¡°una forma de resistencia armada contra la colonizaci¨®n, el asedio y el expolio permanentes¡±, aunque ¡°no todas las formas de resistencia est¨¢n justificadas¡±
Mi estancia en Francia este curso acad¨¦mico ha estado llena de idas y vueltas interesantes. Para empezar, la alcaldesa de Par¨ªs, Anne Hidalgo, cancel¨® a principios de diciembre un acto sobre antisionismo y antisemitismo en el que yo aspiraba a dejar clara la diferencia entre ambos. El acto se volvi¨® a programar y se celebr¨® posteriormente en Pantin, al noroeste de la capital, donde acudi¨® mucha gente a escuchar la conversaci¨®n sobre el tema que mantuve con Fran?oise Verg¨¨s, Mich¨¨le Sibony y Olivier Marboeuf, un productor y autor vinculado al Relais de Pantin. Entre las organizaciones patrocinadoras hab¨ªa dos grupos jud¨ªos antisionistas y otras organizaciones de izquierda. Despu¨¦s del acto, la agencia Paroles d¡¯Honneur public¨® una grabaci¨®n, de la que mis detractores extrajeron y difundieron un fragmento en el que yo aparec¨ªa diciendo que los ataques perpetrados contra ciudadanos israel¨ªes el 7 de octubre formaban parte de un movimiento de resistencia. Yo propon¨ªa que a Ham¨¢s no lo consider¨¢ramos un grupo terrorista, sino parte de ese movimiento. Lo que el fragmento no inclu¨ªa era la continuaci¨®n de mi argumento: que podemos, y debemos, estar en desacuerdo con las t¨¢cticas de ese movimiento y que, en mi opini¨®n, tenemos que oponernos tanto a las atrocidades cometidas aquel d¨ªa como a las acciones genocidas del Estado de Israel. Despu¨¦s habl¨¦ de la no violencia y de lo que significa y subray¨¦ que mi deseo para la regi¨®n, que muchos otros comparten, es una forma de gobierno que encarne los principios de igualdad, justicia y libertad para todos, independientemente de su religi¨®n, raza u origen nacional.
![Un mural en recuerdo de los secuestrados por Ham¨¢s, el pasado 24 de febrero, en Jerusal¨¦n (Israel).](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/FDLNSKZYL5ACFIRHN6EO7W3YAE.jpg?auth=aa00c1cd60a53fb2cbc98b79b62eda7088cceb4366f6249b3d78766447adfbcd&width=414)
Entonces comenz¨® la avalancha de mensajes de odio de sionistas alarmados. Uno de ellos me acus¨® de estar del lado de Ham¨¢s, de que no me preocupaba la violencia sexual y hab¨ªa hecho un uso indebido del sagrado t¨¦rmino ¡°resistencia¡± en el contexto franc¨¦s. A mis anfitriones institucionales de Par¨ªs les preocup¨® la indignaci¨®n p¨²blica. Y, si bien no me han ¡°cancelado¡± del todo, ya se han ¡°aplazado¡± algunos actos por las amenazas de causar disturbios en mis conferencias. Este esc¨¢ndalo tiene que ver y al mismo tiempo no tiene que ver conmigo. En momentos as¨ª, las personas que hablan en p¨²blico se convierten en una especie de torbellino en el que convergen fuerzas opuestas y queda muy clara la escasa atenci¨®n que se presta a los argumentos matizados y las reflexiones que tienen un desarrollo m¨¢s lento. Como dije en mi art¨ªcu?lo del 10 de octubre en la London Review of Books (¡°The Compass of Mourning¡±; la br¨²jula del duelo), la matanza de jud¨ªos israel¨ªes el 7 de octubre me angusti¨® enormemente y conden¨¦ a Ham¨¢s por las atrocidades que hab¨ªa cometido. Pero tambi¨¦n tuve que preguntarme por qu¨¦ sent¨ªa un duelo tan palpable por esas vidas cuando los ataques contra los palestinos de Gaza eran cada vez m¨¢s intensos y miles de ellos mor¨ªan asesinados. Algunos pensaron que deb¨ªa hablar m¨¢s de los israel¨ªes a los que hab¨ªan matado o capturado brutalmente como rehenes y otros pensaron que deb¨ªa guardarme la pena que sent¨ªa por esas vidas. No puedo renegar del dolor ni la indignaci¨®n que siento por las personas atacadas y asesinadas el 7 de octubre, pero tampoco dejar de insistir en que se est¨¢ cometiendo un genocidio contra el pueblo palestino. Para m¨ª, esto no es una contradicci¨®n.
Todos estos sentimientos siguen muy vivos y genuinos en m¨ª como persona jud¨ªa, como persona sin m¨¢s. La violencia ejercida durante muchos a?os y que ha desembocado en este suceso, en especial la perpetrada por las fuerzas de ocupaci¨®n, es anterior al 7 de octubre, por lo que las historias que deber¨ªamos contar comenzaron varias d¨¦cadas antes. Desde ese d¨ªa, los ataques israel¨ªes contra Gaza han causado la muerte de casi 30.000 personas; y eso me obliga a afligirme y a manifestarme en contra de la violencia del Estado israel¨ª. De modo que me encuentro en la circunstancia, que no es contradictoria ¡ªy que comparto con mucha otra gente de todo el mundo¡ª, de llorar todas las muertes que se han producido en esta brutal guerra y desear un mundo en el que se terminen todos los actos de violencia y todas las matanzas.
Los ataques de Ham¨¢s en octubre, como es sabido, los llev¨® a cabo la facci¨®n armada de un partido pol¨ªtico que administra Gaza. Estoy de acuerdo con quienes dicen que aquel ataque fue una forma de resistencia armada contra la colonizaci¨®n, el asedio y el expolio permanentes. Decir eso no es idealizar sus atrocidades ni justificar sus acciones. Aunque al parecer es dif¨ªcil de entender, se puede decir que Ham¨¢s forma parte de un movimiento de resistencia o lucha armada sin, por ello, considerar que sus acciones son disculpables. No todas las formas de ¡°resistencia¡± est¨¢n justificadas. La violencia sexual es despreciable en todas sus formas, tanto si la ejerce Ham¨¢s como si la ejerce el ej¨¦rcito israel¨ª. Hay que oponerse por igual al antisemitismo y al racismo contra los ¨¢rabes. Creo que, en estos momentos, debemos centrar nuestra atenci¨®n en los asesinatos de decenas de miles de gazat¨ªes cometidos por los israel¨ªes sin pudor y de manera desenfrenada, y en la complicidad de Estados Unidos y las principales potencias con este genocidio. Ya es hora de que la comunidad internacional, especialmente los pa¨ªses de la regi¨®n, colaboren para encontrar una soluci¨®n justa y duradera que permita a todos los habitantes de la zona vivir en condiciones de igualdad, libertad y justicia. Para ello, hay que encontrar la manera de entender las razones de la violencia sin recurrir ni a explicaciones r¨¢pidas y sospechosas para justificarla ni a caricaturas racistas para oponerse a ella.
Ya es hora de que la comunidad internacional colabore para encontrar una soluci¨®n justa y duradera para todos los habitantes de la zona
Yo me comprometo a desarrollar una forma de imaginar la igualdad radical de las vidas dignas de ser lloradas. Habr¨¢ gente en todos los bandos que lo criticar¨¢. Una filosof¨ªa de la no violencia exige una perspectiva de la guerra que no necesariamente asuma una posici¨®n dentro de ella. Es posible, e incluso urgente, reflexionar sobre la guerra y las acciones genocidas ¡ªque no son la misma cosa¡ª para elaborar una reflexi¨®n cr¨ªtica que trate de descubrir las posibilidades de establecer una paz genuina y para averiguar c¨®mo y por qu¨¦ los contendientes militares pueden deponer las armas y emprender un di¨¢logo diplom¨¢tico y la construcci¨®n de un nuevo futuro. Si queremos pedir a la gente que deje las armas ¡ªcomo espero que hagamos¡ª, antes debemos entender por qu¨¦ las han levantado. Hacer una investigaci¨®n as¨ª, de tipo hist¨®rico, no es justificar la violencia que cometen. Entender la aparici¨®n hist¨®rica de un movimiento no es excusar sus acciones. Es m¨¢s, para conseguir un mundo en el que convivamos sin violencia y poner fin a la sumisi¨®n, ser¨¢ necesario comprender la historia del yugo colonial, sus estructuras y pr¨¢cticas actuales. La convivencia no ser¨¢ posible si antes no creamos unas condiciones de igualdad. Los ideales de igualdad y convivencia han inspirado todo mi trabajo, junto con la dedicaci¨®n a las formas no violentas de acci¨®n pol¨ªtica y movilizaci¨®n. Porque los medios que empleamos reflejan y encarnan el mundo que queremos crear y, por eso, la no violencia, aunque resulte poco pr¨¢ctica, ofrece una perspectiva de la que no podemos prescindir. Me entristecen los intentos de malinterpretar y caricaturizar mis palabras y mi trabajo, pero tal vez este incidente deje claros los l¨ªmites de lo que son capaces de o¨ªr y conocer aquellos para quienes la negaci¨®n y la complicidad se han convertido en una forma de vida. Esa forma de vida es la que es m¨¢s urgente refutar.
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