Pol¨ªticos amargados: la alegr¨ªa de mayo del 68 desapareci¨® del mapa
En la actualidad se echa mucho de menos el j¨²bilo de participar en la vida p¨²blica
Mayo del 68 est¨¢ muerto y si queda algo vivo deber¨ªa acabarse con ello inmediatamente. La furia que sigue provocando aquel movimiento, al que se acusa ahora de haber contribuido al ultraliberalismo y al individualismo posterior, es chocante. Algo importante debi¨® de tener aquella rebeli¨®n y algo debe de permanecer vigente, adem¨¢s de su impacto en la revoluci¨®n feminista y en la vida sexual, como para provocar tanta inquina entre los actuales portavoces del conservadurismo. Quiz¨¢s que Mayo del 68 fue, como ha demostrado Thomas Piketty, ¡°el comienzo de un periodo hist¨®rico de reducci¨®n considerable de las desigualdades sociales, y si esa tendencia perdi¨® fuerza despu¨¦s, fue por razones muy diferentes¡±. En este mundo en el que la riqueza extrema alcanza niveles inusitados, quiz¨¢ convenga recordar qu¨¦ signific¨® aquel estallido (no solo de los estudiantes, sino tambi¨¦n de j¨®venes trabajadores de las grandes f¨¢bricas) que puso en solfa todo el sistema social, econ¨®mico y cultural en el que se viv¨ªa.
Mayo del 68 acab¨® de manera muy caracter¨ªstica, con una huelga general que pretend¨ªa controlar a los otros dos movimientos m¨¢s espont¨¢neos, estudiantil y obrero, y con unas elecciones, en junio, en las que la izquierda cl¨¢sica, que se hab¨ªa quedado at¨®nita con la revuelta, sufri¨® una considerable derrota, a manos de la derecha conservadora (el partido de Georges Pompidou lleg¨® a los 354 esca?os, el de Fran?ois Mitterrand se qued¨® en 57, y el Partido Comunista Franc¨¦s, en 34). Pero nada acab¨® ah¨ª. Las consecuencias fueron m¨²ltiples y algunas de ellas se echan mucho de menos en la actualidad, por ejemplo, el j¨²bilo de participar en la vida p¨²blica. La fil¨®sofa Hannah Arendt describi¨® as¨ª, en aquel momento, lo que consider¨® una de las caracter¨ªsticas m¨¢s notables: ¡°Lo primero que me llama la atenci¨®n es su determinaci¨®n de actuar, su j¨²bilo en la acci¨®n (¡) Result¨® que la acci¨®n pol¨ªtica es divertida¡±. Esa alegr¨ªa y diversi¨®n parece haber desaparecido de la vida pol¨ªtica actual, no solo en Francia, sino en todas partes, Espa?a incluida, donde es casi imposible introducir algo de humor en el debate pol¨ªtico y, desde luego, donde los pol¨ªticos de cualquier tendencia parecen m¨¢s amargados que jubilosos.
Volviendo a Piketty y a la influencia que tuvo Mayo del 68 en la lucha contra la desigualdad, sus estudios demuestran que la ruptura con el periodo precedente fue ¡°neta y de largo alcance¡±. ¡°El poder de compra del salario m¨ªnimo¡±, escribe, ¡°hab¨ªa progresado apenas el 25% entre 1950 y 1968. Impulsado por el fuerte aumento de los salarios bajos, la masa salarial avanz¨® durante los a?os 1968-1983 mucho m¨¢s r¨¢pido que la producci¨®n, lo que llev¨® a una fuerte disminuci¨®n de la cuota del capital en el ingreso nacional. Todo esto a trav¨¦s de la reducci¨®n de las horas de trabajo y alargando las vacaciones pagadas¡±. Es a partir de 1998, y claramente despu¨¦s con la crisis financiera de 2008, cuando la tendencia iniciada con Mayo del 68 se derrumba y la desigualdad se hace galopante, favorecida por una feroz respuesta austericida.
Con algo de humor, la estupenda periodista mexicana Marcela Turati propon¨ªa hace tiempo que los periodistas dejaran de escribir de la vida de los pobres y empezaran a fijarse en la de los superricos. La pobreza no parece que provoque reacci¨®n, dec¨ªa, pero es posible que la superriqueza provoque furia. La concentraci¨®n de la riqueza ha pasado a ser monstruosa: 264 personas poseen hoy d¨ªa el equivalente a lo que poseen 3.000 millones de personas en el mundo. No importa, opinan algunos, siempre que esos 3.000 millones tengan lo suficiente para vivir. Pero no es cierto que semejante concentraci¨®n de dinero no tenga efectos en la vida de esos 3.000 millones y en la de todos los dem¨¢s habitantes de la Tierra. Basta ver c¨®mo ha funcionado una empresa como la fabricante de aviones Boeing para darse cuenta: aumentar el valor de las acciones (y en consecuencia el bono de los gestores) se convirti¨® en el objetivo principal, animados por cientos de analistas que alababan esa buena gesti¨®n. Tan buena que sufrieron dos accidentes y una puerta salt¨® por los aires en pleno vuelo. Tan buena que la mayor empresa de arrendamiento de aviones del mundo ha exigido ahora que los objetivos financieros ¡°pasen a un segundo plano¡± y que la empresa se centre en la seguridad de los seres humanos. Mayo del 68, derrotas p¨ªrricas, victorias aplazadas, escribi¨® Carlos Fuentes.
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