?nimo, Biden: la Corte Suprema te protege, hagas lo que hagas
El Supremo de EE UU ha tenido ¨¦pocas brillantes y sombr¨ªas. Esta quiz¨¢s s¨ª es la m¨¢s oscura
El actual presidente de los Estados Unidos, Joe Biden, tiene tres meses para presionar a los responsables de las m¨¢quinas que contar¨¢n los votos de las elecciones presidenciales de noviembre en los Estados clave para el resultado final y conseguir que, por ejemplo, coloquen un algoritmo que convierta en dem¨®crata cinco de cada veinte votos republicanos. ?Por qu¨¦ no? Seg¨²n la sentencia de la Corte Suprema de Estados Unidos (que cumplen funciones de Tribunal Constitucional), no podr¨¢ ser imputado por ninguna acci¨®n cometida durante su mandato presidencial y en su condici¨®n de presidente. Obviamente, la Corte no estaba pensando en Biden, sino en Donald Trump cuando lleg¨® a semejante conclusi¨®n, pero, en realidad, lo que ha hecho es conceder inmunidad a cualquier presidente, haga lo que haga en su condici¨®n de tal.
Trump no puede ser juzgado por haber presionado a Mike Pence para que se negara a avalar los resultados electorales que dieron la victoria a Biden en 2021, ni por intentar que las autoridades de Georgia cambiaran un determinado n¨²mero de votos dem¨®cratas. Nadie perseguir¨ªa a Joe Biden si dedicara estos meses a intentar manipular las pr¨®ximas elecciones o contratara a un sicario que le rompiera las piernas a su contrincante. No es probable que lo haga, porque Biden, por muy viejo y titubeante que est¨¦, cree en la democracia. Otra cosa ser¨ªa Trump, si vuelve a ser presidente y disfruta desde el principio de su mandato de semejante coraza jur¨ªdica. Tendr¨ªa cuatro a?os enteros para maquinar contra sus adversarios, para hacerse a¨²n m¨¢s millonario con ayuda de Putin o de quien proceda y, como ¨¦l mismo aventur¨®, para ¡°agarrar por el co?o¡± a cualquier mujer que le llame la atenci¨®n.
La Corte Suprema (CS) de Estados Unidos ha tenido ¨¦pocas brillantes y ¨¦pocas sombr¨ªas. Esta no es la primera da?ina, aunque, quiz¨¢s, s¨ª la m¨¢s oscura. Como escribe Thomas Kerck, profesor de Derecho Constitucional en la Universidad de Siracusa (Nueva York), ¡°si bien los tribunales pueden ser baluartes de defensa de la democracia, esto no significa que lo sean en todos los casos. Tambi¨¦n pueden ser fuentes importantes de control social y represi¨®n. Pueden utilizarse para neutralizar a los l¨ªderes pol¨ªticos y para hacer que los poderosos sean inmunes a los procesos judiciales. Los sistemas judiciales pueden ser penetrados y los jueces pueden ser cooptados¡±. Para Kerk, eso sucede cuando grupos claves de actores pol¨ªticos ya no consideran ¨²til mantener sus compromisos con la transferencia pac¨ªfica del poder. En ese momento, ¡°no debemos esperar que los jueces sean defensores ¨²tiles de la democracia. De hecho, pueden ser utilizados para socavar el r¨¦gimen¡±.
Afortunadamente, el Supremo de Estados Unidos ha tenido ¨¦pocas muy brillantes, tanto que sus sentencias son estudiadas en todo el mundo como fuente de argumentos en defensa de la democracia y, muy especialmente, del derecho a la libre expresi¨®n y libertad de prensa. Los periodistas le deben mucho a Oliver Wendell Holmes, por ejemplo, y a su sentencia Schenck contra Estados Unidos, seg¨²n la cual la protecci¨®n a la libertad de expresi¨®n no debe ser recortada, a menos que exista ¡°un peligro presente de mal inmediato¡±. Bien aplicada hoy d¨ªa, habr¨ªa ayudado a mantener en libertad a Julian Assange, que nunca supuso un peligro ni cierto ni inminente para la seguridad de Estados Unidos.
Curioso que los momentos m¨¢s espectaculares de la Corte Suprema norteamericana hayan coincidido con presidentes que no hab¨ªan sido jueces anteriormente (en el actual, de sus nueve miembros, solo uno, Elena Kagan, procede directamente del mundo acad¨¦mico). John Marshall, considerado casi el padre fundador de la CS (la presidi¨® entre 1801 y 1835), fue diplom¨¢tico. Earl Warren (responsable de que la Corte Suprema fuera, no solo garant¨ªa de la separaci¨®n de poderes, sino tambi¨¦n de los derechos de los ciudadanos individuales) fue antes pol¨ªtico y gobernador de California, y Thurgood Marshall (el primer negro en llegar a ese tribunal) era un conocid¨ªsimo activista pro derechos humanos, que defendi¨® como abogado acabar con la segregaci¨®n racial en las escuelas p¨²blicas. Curioso tambi¨¦n que las ¨¦pocas m¨¢s brillantes del Tribunal Constitucional de Espa?a hayan estado presididas por catedr¨¢ticos y no por jueces.
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