El d¨ªa que Google Earth dio la raz¨®n a las sirenas
El presente es el tiempo m¨¢s dif¨ªcil de habitar. Nuestra experiencia cotidiana est¨¢ cargada de pasado y de proyectos
Supongo que lo habr¨¢n probado, como todos. Lo de buscar a sus seres queridos ya fallecidos paseando por la calle en el Street View de Google Maps. Porque resulta que s¨ª, que nuestra abuela muerta sigue caminando en este instante por las calles por donde nos llevaba al cole en 2010 cogidos de la mano. La noticia de millones de personas buscando a sus seres queridos en el pasado fotografiado a trav¨¦s de esta aplicaci¨®n (puedes visitar cualquier lugar hasta dos d¨¦cadas atr¨¢s, m¨¢s o menos) se ha explicado a trav¨¦s de la nostalgia y de la captura de momentos cotidianos del pasado. Pero esta explicaci¨®n me parece insuficiente. Dir¨ªa que lo fascinante del asunto es que la tecnolog¨ªa nos est¨¢ ayudando, por fin, a demostrar lo evidente, que habitamos en un tiempo integral.
¡°Tras la muerte de mi padre en 2011, lo busqu¨¦ en las im¨¢genes de Street View. Segu¨ª sus paseos habituales pulsando el bot¨®n del rat¨®n esperando ver su imagen. Esperaba verlo en los alrededores de su casa, en las paradas de autob¨²s¡ No tuve suerte. A¨²n lo intento a veces¡±, comentaba Pedro Mart¨ªnez, lector de este peri¨®dico, en la noticia que Jordi P¨¦rez Colom¨¦ public¨® sobre esta tecnolog¨ªa. Pedro siente que su padre est¨¢ todav¨ªa ah¨ª, donde siempre. Y si lo sigue buscando, lo encontrar¨¢. La pregunta es cu¨¢ndo. ?En el a?o 2025 o en el a?o 2011 en que Google lo mostrar¨¢? Lo que revela Google es que el padre de Pedro est¨¢ justamente cuando siempre, que no es 2011 ni 2025 sino ese soplo de eternidad que funde la memoria y la experiencia. La doctrina oficial del tiempo dice que vivimos en el presente y que no se puede retroceder ni adelantarnos a ¨¦l. Pero nadie vive en el presente, al contrario, es el tiempo m¨¢s dif¨ªcil de habitar. Nuestra experiencia cotidiana est¨¢ cargada de pasado y de proyectos, tanto que pagamos terapias y mindfulness para habitar un solo instante del ahora. Por eso digo que lo emocionante de la ilusi¨®n tecnol¨®gica de Google Earth no es que nos permita volver al pasado (no buscamos la nostalgia de la foto o el v¨ªdeo espont¨¢neo), sino que nos demuestra que nuestro pasado a¨²n vive en y con nosotros. Y que todos los seres sin espacio con quienes nos relacionamos est¨¢n aqu¨ª.
Cuando hablo de seres sin espacio me refiero por supuesto a nuestros muertos, pero tambi¨¦n a nuestros duendes, dioses, sirenas o dragones. Cuando le dices a una ni?a que existen los dragones, la pregunta no es por qu¨¦ no los veo sino c¨®mo es que pueden existir si no los veo. Y ese asombro se mantiene en la vida adulta al comprobar que todos esos seres sin espacio afectan decisivamente a nuestra vida, de hecho, son los que m¨¢s la afectan. La ni?a que soy, la adolescente solitaria que sigo siendo, la madre nutricia¡ ?Puede Google Maps ense?arme c¨®mo estoy ahora mismo, a mis 45 tacos, amamantando a mi hija de un a?o en la plaza de la Paja ahora que ella tiene 15? ?Pues voy a buscarme! Y lo emocionante no ser¨¢ tanto encontrar la foto como demostrar que las dos existimos a la vez.
El tiempo pasado no se borra, igual que el silencio no se puede eliminar, lo que no decimos (igual que lo que s¨ª vivimos) nos pesa, se acumula y existe en una dimensi¨®n que la tecnolog¨ªa nos permite tocar, ya sea en Street View o en la carpeta de borradores del e-mail. S¨ª, los dragones y las sirenas existen y, por una vez, la tecnolog¨ªa les ha dado la raz¨®n.
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