M¨¢s violencia que nunca: ?vivimos en un mundo m¨¢s peligroso o m¨¢s sensible?
La idea de lo violento se ha ampliado m¨¢s all¨¢ de los actos f¨ªsicos. Florece el campo sem¨¢ntico y surgen nuevos tipos de violencia: estructural, vicaria, cultural, simb¨®lica
El verano pasado, una mujer, que prefiere no revelar su identidad y que trabajaba en un punto violeta de un festival en Galicia, denunci¨® que un hombre se le acerc¨® en mitad de la noche y le dijo: ¡°Si violo a alguien, ?vas a venir t¨² a detenerme?¡±. Ella llam¨® a seguridad, que expuls¨® de forma inmediata a este individuo. Al d¨ªa siguiente, al relatar el suceso, la mujer se quejaba: ¡°Es muy fuerte que trabajando en un punto violeta la que sufriera violencia fuese yo¡±. Este periodista asisti¨® a este suceso.
?Se puede considerar violencia que alguien se nos acerque en mitad de la noche y diga una salvajada? ?Se puede considerar violencia el propio hecho de cuestionar que esto sea una forma de violencia? El objetivo de este art¨ªculo es el de indagar qu¨¦ hay detr¨¢s del florecimiento, m¨¢s o menos repentino, de un vast¨ªsimo campo sem¨¢ntico alrededor de la que probablemente sea una de las palabras de nuestro tiempo: violencia.
El investigador en medios Ekkehard Coenen, autor del art¨ªculo Contested Understandings of Violence (Interpretaciones en disputa de la violencia, publicado en la revista de sociolog¨ªa Society), explica que desde la segunda mitad del siglo XX el concepto de violencia se ha ampliado para incluir no solo acciones f¨ªsicas evidentes, sino tambi¨¦n condiciones estructurales y culturales que perpet¨²an el sufrimiento y la injusticia. El soci¨®logo Johan Galtung (1930-2024) acu?¨® el t¨¦rmino ¡°violencia estructural¡± para referirse a las desigualdades sistem¨¢ticas dentro de las estructuras sociales, econ¨®micas y pol¨ªticas, que impiden a ciertos grupos satisfacer sus necesidades b¨¢sicas y vivir con dignidad. Por su parte, Pierre Bourdieu (1930-2002), una de las figuras clave de la sociolog¨ªa contempor¨¢nea, desarroll¨® el concepto de ¡°violencia simb¨®lica¡±, ejercida a trav¨¦s de pr¨¢cticas y s¨ªmbolos culturales que refuerzan desi?gualdades y jerarqu¨ªas sociales, como la publicidad que perpet¨²a estereotipos de g¨¦nero o las formas de lenguaje que desvalorizan a determinados grupos.
Seg¨²n Coenen, que trabaja en la Universidad Bauhaus de Weimar (Alemania), el hecho de que ahora consideremos el acoso escolar o el cambio clim¨¢tico como formas de violencia se debe, en gran medida, a un cambio de perspectiva centrado en la v¨ªctima. ¡°El aspecto del sufrimiento y la vulnerabilidad de las personas afectadas adquiere protagonismo, en lugar de definir la violencia ¨²nicamente en t¨¦rminos de da?o¡±, explica en un correo electr¨®nico. A?ade que, gracias a este cambio de paradigma, ciertos actos se reconocen m¨¢s f¨¢cilmente como violencia, lo que puede contribuir a ¡°desmantelar jerarqu¨ªas existentes¡±.
Un ejemplo de ello es la identificaci¨®n de la violencia vicaria en 2012. La psic¨®loga cl¨ªnica y forense argentina Sonia Vaccaro acu?¨® el t¨¦rmino para describir una forma espec¨ªfica de violencia de g¨¦nero en la que la agresi¨®n se ejerce sobre los hijos e hijas con el prop¨®sito de da?ar a la madre. Seg¨²n explica Vaccaro en conversaci¨®n telef¨®nica, definir este tipo de agresi¨®n permiti¨® visibilizarla. ¡°Las mujeres v¨ªctimas sab¨ªan que estaban viviendo algo anormal, pero no ten¨ªan un t¨¦rmino para nombrarlo. Hablaban de situaciones como que su hijo volviera de la casa del agresor con ropa sucia y rota, descalzo bajo la lluvia, abrigado con una chaqueta de lana en pleno verano, o que su hija celiaca regresara con un bocadillo de queso en la mano¡±.
Al visibilizar esta modalidad de abuso, que gan¨® notoriedad medi¨¢tica en Espa?a tras el caso de Roc¨ªo Carrasco en 2021, se han adoptado medidas legales y sociales orientadas a proteger a quienes la sufren y prevenir estos ataques. En Espa?a, por ejemplo, la Ley de Medidas de Protecci¨®n Integral contra la Violencia de G¨¦nero considera a los hijos e hijas de mujeres afectadas como v¨ªctimas directas. M¨¢s recientemente, esta definici¨®n se ha ampliado para incluir el da?o a las mascotas, reconociendo que los agresores pueden instrumentalizar el sufrimiento o la amenaza hacia los animales para ejercer control y causar da?o emocional a las mujeres.
Vaccaro se?ala que el proceso de reconocer esta nueva forma de violencia no ha estado exento de dificultades. ¡°Como ocurri¨® con la violencia de g¨¦nero, hay quienes argumentan que esto discrimina a los hombres. Mi respuesta es clara: si alguien ha identificado numerosos casos de mujeres que asesinan a sus hijos para da?ar a los padres, que realice un estudio, analice esos episodios y registre este tipo de agresi¨®n con un nombre, tal como hice yo¡±.
Es razonable preguntarse si el creciente debate sobre la violencia refleja que vivimos en un mundo m¨¢s violento o, por el contrario, en uno menos conflictivo. Seg¨²n Coenen, el cambio en la forma de percibir y definir este fen¨®meno no significa necesariamente que el mundo occidental sea menos agresivo. El experto destaca que esta transformaci¨®n conceptual, de hecho, dificulta su medici¨®n en todas las dimensiones. ¡°Con una definici¨®n centrada ¨²nicamente en lo f¨ªsico, podr¨ªamos registrar estad¨ªsticas sobre agresiones y homicidios, pero estos datos ser¨ªan insuficientes y no incluir¨ªan otras formas de violencia. Podr¨ªa ocurrir que en un pa¨ªs disminuyesen los actos f¨ªsicos, mientras aumentasen el acoso psicol¨®gico o las manifestaciones estructurales de violencia¡±, se?ala Coenen.
Pocas personas poseen en la actualidad una visi¨®n tan amplia del desarrollo del conflicto a lo largo de la historia como el arque¨®logo Alfredo G¨®mez Ruibal, reciente ganador del Premio Nacional de Ensayo por Tierra arrasada (Cr¨ªtica, 2024), una obra que narra la historia de la violencia a trav¨¦s de los restos materiales arqueol¨®gicos. El libro comienza desmontando la tesis, defendida, entre otros, por el psic¨®logo Steven Pinker en Los ¨¢ngeles que llevamos dentro (Paid¨®s, 2012), de que la prehistoria fue un periodo de brutalidad y violencia. ¡°Con los datos disponibles, es imposible afirmar que en el Paleol¨ªtico existieran guerras. S¨ª hubo violencia, pero antes de la aparici¨®n del ser humano moderno no hay evidencia de violencia colectiva organizada¡±, se?ala Ruibal en una cafeter¨ªa madrile?a.
¡°El sufrimiento de las personas toma peso, en vez de definir la violencia solo en t¨¦rminos de da?o¡±, explica un investigador
El arque¨®logo se apoya en el soci¨®logo Norbert Elias y en su obra El proceso de civilizaci¨®n (1939) para explicar por qu¨¦ somos cada vez m¨¢s sensibles a la violencia. Elias argumenta que, a medida que las sociedades evolucionan, el control de la violencia f¨ªsica se concentra en instituciones como el Estado, lo que hace que su uso sea m¨¢s predecible y regulado. Esto lleva a los individuos a desarrollar mayores niveles de autocontrol y a moderar sus impulsos agresivos. El rechazo de las formas m¨¢s espont¨¢neas e inmediatas de violencia asegura que, cuanto m¨¢s civilizado sea un pueblo, m¨¢s seguro es caminar por sus calles. ¡°Esta evoluci¨®n explica por qu¨¦ hoy rechazamos pr¨¢cticas como el sacrificio p¨²blico de animales o incluso la presencia de un animal vivo en la mesa; nos genera rechazo porque nuestra sensibilidad ante la violencia ha aumentado¡±, explica Ruibal.
El proceso de civilizaci¨®n no implica necesariamente una disminuci¨®n de la violencia en t¨¦rminos absolutos, sino que esta tiende a ser m¨¢s controlada, contenida y regulada por normas sociales y estatales. ¡°Ser m¨¢s civilizado no te inmuniza contra la violencia ¡ªse?ala Ruibal¡ª. De hecho, puede llevar al desarrollo de formas de violencia a¨²n m¨¢s abyectas. Tal vez, precisamente, porque el pueblo alem¨¢n era uno de los m¨¢s civilizados y reprimidos, cuando se desat¨® la violencia, lo hizo de manera brutal, dando lugar a algunas de las expresiones m¨¢s salvajes de la historia de la humanidad¡±.
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