Lea Ypi, polit¨®loga: ¡°El nuevo militarismo europeo amenaza lo que hizo grande la UE¡±
La ensayista albanesa alerta del riesgo de caer en una guerra mundial de manera no intencionada. Considera que los partidos europeos no se est¨¢n esforzando en redefinir qu¨¦ significa hoy la clase
El mundo vive una ¨¦poca marcada por fuertes convulsiones pol¨ªticas en las democracias y por terribles conflictos b¨¦licos. El a?o que acaba ha dado grandes muestras de esas tendencias. Lea Ypi (Tirana, 1979), profesora de Teor¨ªa Pol¨ªtica en la London School of Economics, ofrece su an¨¢lisis acerca de estas turbulencias en una entrevista concedida en el marco de la conferencia Grand Continent Summit, organizada por la hom¨®nima revista paneuropea a principios de diciembre en el Valle de Aosta, en los Alpes italianos. Ypi es portadora de un pensamiento especialmente relevante, tanto por su articulada cr¨ªtica del amplio consenso capitalista de las ¨²ltimas d¨¦cadas ¡ªfundamentada en un s¨®lido conocimiento acad¨¦mico¡ª, as¨ª como por su especial brillantez oradora y narrativa. Su obra Libre (Anagrama, 2023) ha sido traducida a m¨¢s de 30 idiomas. Hoy, la polit¨®loga observa con preocupaci¨®n lo que define como un nuevo militarismo europeo, algo que a su juicio fortalecer¨¢ a la derecha radical y cree que amenaza lo que hizo que la UE fuera un proyecto tan grande desde el principio, una forma, afirma, diferente de pensar las relaciones entre pa¨ªses, basada no en la guerra y la fuerza militar, sino en la paz.
Pregunta. Parece que hay una revuelta de las clases trabajadoras contra un sistema que no funciona para ellas. Hay se?ales en ese sentido en muchas democracias avanzadas. ?Qu¨¦ sali¨® mal? ?Por qu¨¦ se sienten traicionadas?
Respuesta. Esto brota de una crisis de representaci¨®n y del declive de la democracia de partidos, una que tradicionalmente intent¨® representar los diversos intereses de los ciudadanos mientras ofrec¨ªa distintas ideas sobre c¨®mo las instituciones pod¨ªan atenderlos. En el fondo, es la vieja cuesti¨®n de si democracia y capitalismo son realmente compatibles y de qu¨¦ papel desempe?a la socialdemocracia en esa tensi¨®n. Desde finales de los a?os setenta los partidos socialdem¨®cratas cl¨¢sicos empezaron un declive, en parte porque constre?idos por fuerzas econ¨®micas estructurales y en parte por sus virajes ideol¨®gicos, se alejaron de la idea de representar a los ciudadanos sobre la base de la clase y de las vulnerabilidades econ¨®micas. Abrazaron la idea de que ¡°no hay alternativa¡±, una mentalidad que condujo al colapso ideol¨®gico y social de la izquierda. Adoptaron pol¨ªticas centristas que priorizaban soluciones impulsadas por el mercado. Este cambio ideol¨®gico marc¨® un retroceso en la atenci¨®n a las inequidades sist¨¦micas y dej¨® a las clases trabajadoras sinti¨¦ndose no representadas.
¡°Cuando los presupuestos priorizan la defensa, queda poco margen para proyectos educativos necesarios¡±
P. Tal vez ese fue el primer paso, y luego el segundo de los partidos socialdem¨®cratas tradicionales fue tratar de construir una nueva plataforma pol¨ªtica representando diferentes identidades, un paraguas para cosas diversas como el feminismo, las minor¨ªas, etc¨¦tera. ?Cree que ese fue el caso? Y, de ser as¨ª, ?cree que est¨¦n reconsiderando todo este proceso y volviendo a la lucha de clases, a limitar el capitalismo y sus excesos?
R. Una vez abandonado el proyecto de transformar el capitalismo, estos partidos pusieron el foco en la expansi¨®n de los derechos de la ciudadan¨ªa y del Estado de derecho. El objetivo empez¨® a ser garantizar representaci¨®n a tantos grupos previamente marginados como fuera posible. Si bien este es un proyecto valioso, tambi¨¦n es uno fragmentado. Sin una base universal de representaci¨®n, el enfoque se desplaz¨® hacia derechos abstractos y marcos legales, en lugar de abordar las condiciones sociales y econ¨®micas subyacentes que permiten a las personas ejercer estos derechos. En este contexto, la idea de que ¡°no hay alternativa¡± a los sistemas econ¨®micos vigentes sigue dominante. Desafortunadamente, no veo ning¨²n esfuerzo significativo por parte de partidos pol¨ªticos en Europa para redefinir qu¨¦ significa la clase en el siglo XXI.
P. Veamos qu¨¦ ocurre en el otro lado del espectro pol¨ªtico. Los oligarcas y los demagogos est¨¢n instrumentalizando la democracia, aprovech¨¢ndose de las libertades que garantiza para envenenar el debate p¨²blico. ?Qu¨¦ podemos hacer al respecto?
R. No hay una respuesta r¨¢pida o sencilla para este desaf¨ªo. La libertad de expresi¨®n es crucial y no creo que la censura sea la respuesta. Creo que el foco deber¨ªa ponerse en educar a los ciudadanos para que desarrollen capacidades de esp¨ªritu cr¨ªtico, de discernimiento de la informaci¨®n. El problema es que el Estado ahora tambi¨¦n tiene pocos recursos para invertir en educaci¨®n, en parte debido a su creciente captura por el capital. Cuando los debates p¨²blicos y los presupuestos priorizan la defensa, queda poco margen para financiar los proyectos educativos y c¨ªvicos necesarios para contrarrestar la manipulaci¨®n de libertades democr¨¢ticas.
¡°Los pol¨ªticos socialdem¨®cratas se alejaron de la idea de representar a la gente sobre la base de la vulnerabilidad¡±
P. Usted admira a Kant. ?Qu¨¦ cree que sugerir¨ªa ¨¦l para lograr la paz perpetua en este momento, mientras tenemos un dictador brutal tratando de destruir la misma idea de democracia en un pa¨ªs vecino?
R. En muchos aspectos, creo que los tiempos en los que vivi¨® Kant no son tan diferentes de los nuestros. Kant cre¨ªa que la Ilustraci¨®n era la clave para afrontar el autoritarismo, fuera el de la Iglesia y la monarqu¨ªa o el de los reg¨ªmenes de hoy. ?l defin¨ªa la Ilustraci¨®n como el proceso de salida de nuestra propia inmadurez autoimpuesta, enfatizando la necesidad de que tanto los individuos como las sociedades piensen cr¨ªticamente acerca de los desaf¨ªos que encaran. El esp¨ªritu cr¨ªtico debe ser aplicado no solo hacia fuera ¡ªhacia otras sociedades¡ª sino tambi¨¦n hacia dentro, hacia la nuestra propia. Un aspecto preocupante del actual discurso es la divisi¨®n binaria del mundo entre ¡°autoritario¡± ah¨ª y ¡°democr¨¢tico¡± aqu¨ª. Esta simplificaci¨®n ignora el hecho de que las actitudes e ideolog¨ªas que posibilitan el autoritarismo tambi¨¦n existen dentro de lo que asumimos como democracias liberales consolidadas. El etnoautoritarismo de Rusia tiene muchos seguidores; en Europa est¨¢n en auge y amenazan al liberalismo desde dentro. Para m¨ª, la clave es pensar en la democracia como un ideal por el que seguimos luchando pol¨ªticamente en todas partes, no como la defensa de las instituciones existentes, que en mi opini¨®n se acercan m¨¢s a la noci¨®n cl¨¢sica griega de oligarqu¨ªa, entendida como el gobierno de los ricos.
P. Y mientras hacemos esto, ?cree que deber¨ªamos apoyar militarmente la defensa de Ucrania?
R. Deber¨ªamos condenar, de manera inequ¨ªvoca, las violaciones del derecho internacional dondequiera que ocurran. Sin embargo, la respuesta a su pregunta tan espec¨ªfica depende de muchas consideraciones complejas, como si se han agotado otras opciones no militares, los riesgos de una mayor escalada, y as¨ª sucesivamente. Me temo que no tengo el conocimiento necesario para responderla, pero lo que s¨ª puedo decir es que me preocupa la ret¨®rica en las capitales europeas que parece normalizar su remilitarizaci¨®n. El nuevo militarismo europeo amenaza lo que, en mi opini¨®n, hizo que la UE fuera un proyecto tan grande desde el principio: una forma diferente de pensar las relaciones entre pa¨ªses, basada no en la guerra y la fuerza militar, sino en la paz. Si la UE prioriza la militarizaci¨®n, fortalecer¨¢ a la derecha radical en todas partes, y una vez que est¨¦n en el poder, no solo se terminar¨¢ el proyecto europeo, sino tambi¨¦n cualquier resistencia a Rusia. La historia nos recuerda c¨®mo las naciones, a menudo de manera no intencionada, caen en guerras globales debido a una combinaci¨®n de factores internos y externos. Es un terreno resbaladizo, y debemos avanzar con cautela para evitar repetir los errores del pasado.
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