?Se debe realmente decir la verdad en el trabajo?
Las grandes multinacionales invitan a que sus empleados participen, sean proactivos y compartan honestamente sus preocupaciones, pero ?qu¨¦?ocurre despu¨¦s?

En la cultura corporativa estadounidense, el modelo empresarial que se extrapola al resto del mundo, hay una frase clave con la que todo trabajador est¨¢ familiarizado: play the game (sigue el juego). Explica la din¨¢mica y la forma de lidiar con los retos que se dan a diario en la oficina. Los extranjeros tienden a considerarlo parte del adoctrinamiento y los nacionales parte de su idiosincrasia. Como sucede en otros ¨¢mbitos de la cultura norteamericana, es una regla a seguir camuflada de recomendaci¨®n. Aquellos que no siguen el juego, muy probablemente se quedar¨¢n sin jugar antes o despu¨¦s. Los expertos en este arte son aquellos capaces de decir algo cuando realmente no est¨¢n diciendo nada: pueden discutir apasionadamente el parte meteorol¨®gico de la semana y convertirlo en una conversaci¨®n interesante.
El ambiente de trabajo americano es radicalmente distinto al espa?ol y tan importante como ser uno de los mejores es demostrar que uno entiende la cultura corporativa. Las interrelaciones, en lugar de regirse por la relajaci¨®n y la espontaneidad, se vuelven estrat¨¦gicas y la inteligencia emocional se convierte en un valor en alza, unido al autocontrol. Uno no va al trabajo a hacer amigos y cualquier paso en falso puede suponer un despido sin indemnizaci¨®n. Mientras que los descansos en la cafeter¨ªa de la oficina espa?ola pueden ser un momento para el desahogo y la puesta al d¨ªa, en EE UU se convierten en una oportunidad para hacer networking y mover una pieza m¨¢s en el tablero de ajedrez. Es algo que aquellos espa?oles interesados en desarrollar su carrera profesional en grandes multinacionales deben tener en cuenta.
En los ¨²ltimos a?os ha habido un esfuerzo de las multinacionales l¨ªderes en mostrar su compromiso ¨¦tico. Han ampliado y mejorado su programa de formaci¨®n a trav¨¦s de cursos para fomentar la igualdad, la inclusi¨®n y empoderar a los empleados a que denuncien todo aquello que consideran injusto; han cambiado los organigramas de la empresa para romper con el modelo jer¨¢rquico; las reuniones son m¨¢s participativas, invitando a que incluso alguien nuevo tenga la oportunidad de preguntar directamente al CEO, que puede ser uno de los ejecutivos m¨¢s importantes del mundo. Se han derribado muros y barreras con la intenci¨®n de crear un discurso plural donde todas las voces, independientemente de su experiencia o posici¨®n en la empresa, sean escuchadas.
¡°Durante los ¨²ltimos 20 a?os he observado los h¨¢bitos de conversaci¨®n en las grandes empresas y son los que definen nuestra vida tanto de manera individual como dentro de las organizaciones¡±, explica Megan Reizt desde Londres, por videollamada. Reizt es miembro asociado de la Escuela de Negocios Sa?d de la Universidad de Oxford y profesora adjunta de Liderazgo en la Escuela Internacional de Negocios Hult. ¡°Lo que se dice y qui¨¦n lo dice define la conducta ¨¦tica, la innovaci¨®n, la inclusi¨®n y el rendimiento, entre otras cosas. Disrumpir estos h¨¢bitos y prestar atenci¨®n es fundamental¡±.
Alison Taylor, directora ejecutiva de la organizaci¨®n Ethical Systems y profesora asociada en la Escuela de Negocios Stern de la Universidad de Nueva York, explica en llamada telef¨®nica el cambio de paradigma que est¨¢n imponiendo las nuevas generaciones, que creen firmemente que su trabajo debe ser significativo y tener un impacto social. ¡°Muchos j¨®venes que no creen ni en los pol¨ªticos ni en la pol¨ªtica consideran que la mejor forma para tener un impacto real en la sociedad es confrontar al CEO de su empresa con los temas candentes que m¨¢s les preocupan¡±. El pasado mes de febrero, Taylor public¨® Higher Ground: How Business Can Do the Right Thing in a Turbulent World (Terreno elevado: c¨®mo las empresas pueden hacer lo correcto en un mundo turbulento, sin edici¨®n en espa?ol), en el que da pautas para que las compa?¨ªas aprendan a involucrarse en el activismo de los empleados.
?Pero hasta qu¨¦ punto tiene en cuenta la empresa la opini¨®n de los empleados? ?Se trata de una mera fachada para salvaguardar su imagen p¨²blica como corporaci¨®n? ¡°Algunos de los consejos que se dan a las mujeres, como negociar un sueldo de forma m¨¢s agresiva o ser m¨¢s seguras, son perjudiciales para sus carreras¡±, explicaba Ruchika Tuls?hyan, autora de un superventas, Inclusion on Purpose (Inclusi¨®n a prop¨®sito, sin edici¨®n en espa?ol), en una entrevista en la web de la consultora McKinsey. Este cambio interno de modelo ha sido recibido con suspicacia porque muchos de los empleados que se atrevieron a alzar la voz han sufrido represalias que han sacudido la prensa internacional. Casos como el de Meredith Whitaker y Timnit Gebru en Google o Emily Cunningham y Maren Costa en Amazon, que protestaron sobre pol¨ªticas que consideraban discriminatorias en las empresas para las que trabajaban. Con la entrada de Trump en el poder, la desconfianza se ha hecho mayor. ¡°No bastaba con crear; tambi¨¦n ten¨ªas que ser pol¨ªtico¡±, explica la ex directora de gesti¨®n de producto de Twitter, Esther Crawford, sobre su experiencia trabajando con Elon Musk. Seg¨²n escribe en un art¨ªculo publicado en la plataforma Medium, se instaur¨® una cultura del miedo: si se atrev¨ªa a decir lo que pensaba se jugaba ¡°el que Musk la respetara de verdad o la despidiera¡±. Fue despedida.
Si trasladamos la situaci¨®n a Espa?a, encontramos el eje central del activismo a trav¨¦s de los sindicatos. Pero el activismo sindical a¨²n se ve como una amenaza que impacta en la percepci¨®n que se tiene del trabajador, con independencia de su rendimiento. En nuestro pa¨ªs ha habido casos medi¨¢ticos donde los trabajadores que se han unido a huelgas y manifestaciones han sufrido represalias. Por ejemplo, en 2019 un grupo de limpiadoras de un hotel de Valencia (las kellys) fueron despedidas por participar en una huelga donde ped¨ªan una mejora de las condiciones laborales (y readmitidas despu¨¦s). Y los trabajadores de Ryanair en Espa?a denunciaron represalias, incluidos despidos, durante la huelga de 2022. En algunos casos, los tribunales reconocen las vulneraciones de derechos del trabajador y exigen indemnizaciones, pero, para muchos, no merece la pena arriesgarse.
Lo mismo sucede en el caso de mobbing o acoso laboral. Denunciar comentarios o insinuaciones de personas en un cargo laboral superior es para muchos trabajadores algo inc¨®modo que supone iniciar un proceso que les genera desconfianza. Los protocolos son limitados, las personas cuestionadas, y no hay referencias previas de historias de ¨¦xito que les hagan sentir protegidos. 7 de cada 10 mujeres v¨ªctimas de acoso sexual en el trabajo no lo pusieron en conocimiento de la empresa, muchas de ellas por miedo a represalias, seg¨²n un estudio del Ministerio de Igualdad y de Comisiones Obreras.
¡°La legislaci¨®n espa?ola obedece a un modelo participativo d¨¦bil, con muy poca intensidad en las materias econ¨®mico-financieras. Nuestro pa¨ªs tampoco tiene una cultura de protecci¨®n del informante (whistleblower), antes al contrario, en muchos casos las empresas suelen mostrarse m¨¢s solidarias con el sujeto infractor¡±, comenta por correo electr¨®nico Jos¨¦ Antonio Fern¨¢ndez Avil¨¦s, catedr¨¢tico en el Departamento de Derecho del Trabajo y de la Seguridad Social de la Universidad de Granada. ¡°Conf¨ªo en que los mecanismos de protecci¨®n den un giro a la situaci¨®n actual, en la que en muchos casos predomina exclusivamente el poder unilateral del empleador.¡± De momento, la Autoridad Independiente de Protecci¨®n del Informante (AAI) a¨²n no se ha puesto en marcha.
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