Los diez minutos entre una hamburguesa y una muerte injusta
El Tribunal Supremo de Estados Unidos detiene 'in extremis' la ejecuci¨®n de un reo acusado sin pruebas y con los testimonios de dos delincuentes comprados por la fiscal¨ªa
Delma Banks ya hab¨ªa felicitado al cocinero de la prisi¨®n, le hab¨ªa gustado su ¨²ltima comida: una hamburguesa doble con queso, doble raci¨®n de patatas fritas y zumo de naranja. Su abogado estaba a punto de entrar en la c¨¢mara en la que, en cuesti¨®n de diez minutos, Banks recibir¨ªa una inyecci¨®n letal para acabar con su vida en cumplimiento de la pena que le condenaba a morir por haber asesinado a un amigo suyo hace 23 a?os. Pero los gritos de alegr¨ªa de la hija del reo y de otros familiares rompieron el peso del silencio en la prisi¨®n de tejana de Livingston: el Tribunal Supremo hab¨ªa ordenado detener la ejecuci¨®n.
Banks, un hombre de raza negra de 44 a?os de edad, fue condenado a muerte hace 23 a?os acusado de asesinar en una ciudad del este de Tejas a Richard Whitehead, un adolescente blanco de 16 a?os. Entonces Banks ten¨ªa 23 a?os, y en ese Estado ni siquiera estaba en vigor la pena de muerte. En 2003, la muerte del reo habr¨ªa sido la n¨²mero 300 en las c¨¢maras de ejecuci¨®n tejanas desde la reinstauraci¨®n de la pena capital en ese lugar (en 1982).
De hecho, Banks todav¨ªa no est¨¢ a salvo, puesto que, como ha se?alado su abogado, George Kendall, la ejecuci¨®n se ha pospuesto pero el reo ha vuelto al corredor de la muerte. El fiscal encargado del caso ha confirmado que, por ahora, lo ¨²nico que se sabe es que el Supremo necesita m¨¢s tiempo para estudiar el caso.
Acusado a cambio de dinero
Ese tiempo para el estudio es lo que hab¨ªan reclamado una y otra vez, no s¨®lo Kendall, sino tambi¨¦n un ex director del FBI, William Sessions, que hab¨ªa intercedido por ¨¦l ante el alto tribunal con otros tres prestigiosos juristas: "La eficacia del sistema de justicia criminal ser¨¢ socavada si un acusado tiene que pagar con su vida por los errores de su abogado", se?al¨® Sessions.
Banks [ver EL PAIS, 11/03/2003] es un negro condenado por un jurado de blancos en un solo d¨ªa, sin testigos directos, ni huellas dactilares o material gen¨¦tico que lo vincularan al asesinato de Whitehead, y en el que los dos testigos de cargo eran delincuentes que admiten haber mentido, a los que la fiscal¨ªa pag¨® con dinero y exoneraci¨®n de delitos de narcotr¨¢fico.
El abogado que defendi¨® a Banks hace 23 a?os, Lynn Cooksey, confes¨® el d¨ªa del juicio que no lo hab¨ªa preparado y adem¨¢s no hizo objeciones a la acusaci¨®n, que potencialmente hubieran cambiado el proceso. Por ejemplo, cuando los fiscales eliminaron del caso a cuatro jurados negros Cooksey permaneci¨® silente.
El Ford Mustang desaparecido
A diferencia de los testigos de cargo que le delataron, Banks nunca hab¨ªa cometido un delito. Era un joven de 21 a?os de una familia modesta que hab¨ªa abandonado sus estudios para mantener a sus dos hijos. En uno de sus trabajos eventuales como camarero conoci¨® a Wayne Whitehead y se hicieron amigos. El 12 de abril de 1980 fueron a una bolera en la ciudad de Texarcana y luego llevaron a casa a la novia de Whitehead en el Ford Mustang de ¨¦ste. A la ma?ana siguiente, la polic¨ªa encontr¨® el cuerpo de Whitehead en un parque con dos tiros en la cabeza, e inmediatamente sospecharon de Banks. Pero no encontraban pruebas para formular cargos contra ¨¦l. Nunca apareci¨® el Ford Mustang, ni hab¨ªa testigos del crimen, ni huellas dactilares.
El sheriff del condado de Bowie decidi¨® entonces ponerle una trampa a Banks, y le mand¨® un informante, Robert Farr, que se hizo pasar por alguien que quer¨ªa comprar un arma. Banks le llev¨® a comprarla a la casa de Charles Cook, el hombre con el que Banks hab¨ªa pasado casualmente el fin de semana posterior al homicidio. La polic¨ªa irrumpi¨® durante la venta y amenaz¨® a Cook con meterle en la c¨¢rcel por delitos de droga a menos que cooperara, seg¨²n confes¨® ¨¦l mismo a?os despu¨¦s.
Sangre en la ropa
Cook se prest¨® a declarar que Banks hab¨ªa llegado a su casa con el Ford Mustang, sangre en la ropa y que adem¨¢s le confes¨® haber matado a "un joven blanco". Dijo adem¨¢s que le hab¨ªa pedido que se deshiciera del coche y de la pistola, y luego condujo a la polic¨ªa hasta la supuesta arma homicida. Con la pistola, su testimonio y el del informante Farr, que dijo que Banks ten¨ªa previsto cometer otros asesinatos, a la fiscal¨ªa le result¨® f¨¢cil lograr que el jurado de blancos le condenara a muerte.
En 1999, el caso dio un giro, gracias a la labor de Kendall y de varias organizaciones en contra de la pena de muerte. Cook confes¨® que la fiscal¨ªa hab¨ªa escrito el gui¨®n de su testimonio y el informante tambi¨¦n reconoci¨® que le hab¨ªan pagado. A la vista de las nuevas pruebas, un juez federal anul¨® su juicio, pero una instancia superior restituy¨® la sentencia.
En cualquier caso, Banks puede que no sea ejecutado por ahora, algo que ¨¦l atribuye enteramente a la mano de Dios, pero lo que es seguro es que Tejas cumplir¨¢ con la macabra conmemoraci¨®n de la ejecuci¨®n n¨²mero 300: Kenneth Clay se prepara en el corredor de la muerte para ser ajusticiado el pr¨®ximo 20 de marzo.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.