La UE quiere a Gaddafi
Energ¨ªa y negocios impulsan el pragmatismo europeo ante una Libia liberada de la etiqueta de paria internacional
A la responsable de Relaciones Exteriores de la Comisi¨®n Europea, Benita Ferrero-Waldner, se le ilumin¨® la cara cuando alguien se acerc¨® y le habl¨® al o¨ªdo. "Una buena noticia", susurr¨® y, presionada, agreg¨®: "Vamos a ver a Gaddafi". La caravana oficial se puso en marcha, para acabar en el Ministerio de Asuntos Exteriores, un discreto edificio de tres plantas con perfectas hechuras, externas e internas, de bloque de viviendas. Quien all¨ª esperaba era el ministro libio de Exteriores, Mohamed Shalgum.
Gaddafi estaba en esos momentos en su residencia, pendiente de los ¨²ltimos detalles de una magna recepci¨®n-homenaje que iba a protagonizar por su flamante entronizaci¨®n como presidente de turno de la Uni¨®n Africana, con discurso incluido ante la flor y nata civil y militar del r¨¦gimen y ante el cuerpo diplom¨¢tico. La imprevista ceremonia eclips¨® a la nutrida delegaci¨®n comunitaria encabezada por Ferrero-Waldner, llegada a Tr¨ªpoli a principios de semana para lanzar la segunda ronda negociadora de un proceso que debe concluir en el establecimiento de un acuerdo marco con Libia, ¨²nico pa¨ªs de la cuenca mediterr¨¢nea con el que la UE no mantiene ninguna relaci¨®n contractual. Cosas de Gaddafi, que opta por ?frica y ve a los Veintisiete y sus planes para una Uni¨®n para el Mediterr¨¢neo, al igual que los de la Pol¨ªtica de Vecindad comunitaria, poco menos que como un montaje neocolonial en el que se niega en redondo a participar.
"No somos una organizaci¨®n colonial, qu¨ªtense eso de la cabeza", tuvo que responder la comisaria a preguntas de un periodista libio apenas concluida la sesi¨®n solemne de lanzamiento de las negociaciones.
La UE se ha puesto las pilas y se ha sumado a la larga n¨®mina de Gobiernos que buscan establecer una relaci¨®n provechosa con el singular r¨¦gimen libio, un espect¨¢culo de un solo hombre, El L¨ªder, quien tras renunciar en 2003 a las armas de destrucci¨®n masiva, incluida la nuclear, ha sido acogido en el redil de la comunidad internacional. Le doblaron tambi¨¦n las sanciones impuestas por la ONU en 1992, y que no desaparecieron hasta 2006, como castigo a la implicaci¨®n libia en el atentado de Lockerbie (Escocia), que cost¨® 270 vidas en 1988.
En esta nueva atm¨®sfera de cambios perceptibles a ojos vista han pasado por Libia en tiempos recientes, o han sido visitados por Gaddafi, los presidentes Vladimir Putin y Nicolas Sarkozy, los primeros ministros Tony Blair y Silvio Berlusconi, y la secretaria de Estado Condoleezza Rice, que en septiembre se convirti¨® en el m¨¢s alto representante de Washington en viajar a Tr¨ªpoli desde que hace m¨¢s de medio siglo lo hiciera el vicepresidente Richard Nixon. El pasado diciembre, Estados Unidos reabri¨® la embajada cerrada en los tiempos en que Ronald Reagan bombardeaba a un Gaddafi tildado de "perro rabioso de Oriente Pr¨®ximo". El propio rey de Espa?a devolvi¨® hace dos semanas la visita del l¨ªder libio a Madrid en diciembre de 2007.
La frustrada visita de la comisaria Ferrero-Waldner a Gaddafi, solicitada por Bruselas junto a la de su hijo, Seif al Islam, que pasa por ser la cara amable, modernizadora y renovadora del r¨¦gimen, no por anecd¨®tica es menos reveladora de los problemas y malentendidos que acechan a la relaciones que la UE pretende establecer con la Yamahiriya (Rep¨²blica Popular) libia. A "la imprevisibilidad de Gaddafi" aluden fuentes de Bruselas cuando relacionan los peligros que pueden afectar a la relaci¨®n bilateral. Ferrero-Waldner, perfecta diplom¨¢tica, quita hierro a la tesitura: "Tambi¨¦n la Comisi¨®n tiene que someterse a lo que decidan los Veintisiete. Aqu¨ª todo se somete al L¨ªder".
"Tenemos que ser pragm¨¢ticos. Libia se ha abierto a la comunidad internacional y lo debemos aprovechar", apunta la comisaria, que habla de momento hist¨®rico, de nueva din¨¢mica y de la voluntad europea de cerrar con Libia "el acuerdo potencialmente m¨¢s ambicioso de los suscritos con cualquiera de los socios mediterr¨¢neos". Prosperidad, estabilidad y seguridad mutuas es la nueva consigna.
"A Gaddafi le ha venido Dios a ver", dice castizamente una fuente europea, que relaciona el encontronazo gasista ruso-ucranio, que viene de lejos y va para largo, con el inter¨¦s por establecer buenas relaciones con Libia. De hecho, a la hora de relacionar las tres ¨¢reas de inter¨¦s prioritario que mueven a la Comisi¨®n en su acercamiento a Libia, la energ¨ªa es la primera citada por Ferrero-Waldner: "La crisis de Rusia y Ucrania prueba que necesitamos diversidad de proveedores. Libia es clave en el sur, y tambi¨¦n por su potencial en energ¨ªas renovables". Migraci¨®n y ?frica son los otros dos polos.
En juego hay un negocio potencial de miles de millones de euros. "Antes se pensaba muy poco en el gas de Libia", reconoce un ejecutivo de una empresa energ¨¦tica europea establecida en el pa¨ªs. Libia vive del petr¨®leo, que junto con el gas proporciona el 70% del PIB. Es el primer pa¨ªs de ?frica en reservas de crudo, con el 80% del territorio sin explorar geol¨®gicamente, y las muy inferiores de gas son bienvenidas por una UE que consume 300.000 millones de metros c¨²bicos anuales y busca a la desesperada alternativas y aportes, por escasos que sean, para contrarrestar la dependencia rusa, que cubre la mitad del consumo. Las reservas de gas estimadas de Libia rondan los 1.500 millones de metros c¨²bicos de los que ahora s¨®lo salen 28 millones al a?o, el 40% de los cuales va a Italia y el 10% a Espa?a, seg¨²n la Comisi¨®n.
Entre los planes en marcha est¨¢ el de ampliar la capacidad de los gasoductos y amarrar la relaci¨®n con una Libia a la que corteja intensamente Rusia. "Que los rusos `compren? a los libios es el principal peligro, porque nosotros no podemos competir con armas", se?ala un experto comunitario. Gazprom est¨¢ en conversaciones para la construcci¨®n de un gasoducto de 4.000 kil¨®metros desde Nigeria a la costa libia y Mosc¨² querr¨ªa tambi¨¦n negociar el establecimiento de una base naval en Bengasi. Para engrasar la relaci¨®n, y a cambio de favores a las empresas rusas, Putin condon¨® el a?o pasado 4.500 millones de d¨®lares de deuda contra¨ªda por Libia por adquisici¨®n de equipamiento militar sovi¨¦tico.
Mohamed Siala, el hombre que tiene en la cabeza todos los detalles de la relaci¨®n de Libia con los pa¨ªses europeos y con la UE en su conjunto, celebra el inter¨¦s ruso por su gas. "Europa es el principal cliente, pero tambi¨¦n nos interesa diversificar", dice el 'n¨²mero tres' de Exteriores antes de desmentir que Libia se vaya a 'vender' comercialmente a Rusia. "Es malo tener todos los huevos en la misma cesta, como muy sabe Europa".
Medios rusos han hablado de que Libia podr¨ªa estar interesada en comprar all¨ª armamento por valor de 2.000 millones de d¨®lares, pero el hecho es que una reciente feria de material militar en Tr¨ªpoli no hab¨ªa expositores rusos y que la estrella fue el cazabombardero franc¨¦s Rafale. La espa?ola Indra presentaba sus radar.
El gas es la entrada obvia y el elemento crucial para tantear la futura relaci¨®n econ¨®mica bilateral, que tiene en Libia a un potencial cliente que nada en reservas de oro y divisas y sue?a en convertirse en un Dubai mediterr¨¢neo. En el centro de Tr¨ªpoli, carteles con dise?os de descomunales edificios singulares compiten con los convencionales del omnipresente l¨ªder. El sector tur¨ªstico est¨¢ a cero, de desarrollo y experiencia. Construcci¨®n y turismo son dos potenciales filones para Espa?a. Pero sin olvidar que "en Libia todo es muy complicado", en advertencia de un europeo que se ajusta mal a un pa¨ªs culturalmente aut¨¢rquico, donde est¨¢ duramente perseguido el alcohol y donde s¨®lo hay un cine, semioculto, en Tr¨ªpoli. El r¨¦gimen no permite, hasta ahora con incuestionable ¨¦xito, la disidencia pol¨ªtica. Una dictadura perfecta. Un diplom¨¢tico al que le robaron el coche lleg¨® a la conclusi¨®n de que la polic¨ªa volcada en la represi¨®n pol¨ªtica hab¨ªa perdido toda capacidad de combatir el delito.
A una UE que piensa en la energ¨ªa, Gaddafi le responde que el problema 'n¨²mero uno' de la relaci¨®n bilateral es la emigraci¨®n de ?frica a Europa. "Si Europa no quiere emigrantes tiene que ayudarnos para que los j¨®venes se queden en ?frica", les dijo a los embajadores, a quienes advirti¨® que va a batirse por los derechos de los africanos en la ribera norte del Mediterr¨¢neo, donde "son maltratados y marginados". Libia, con un censo oficial de seis millones, calcula que acoge a dos millones de residentes ilegales, venidos del ?frica subsahariana (huidos de conflictos b¨¦licos y emigrantes econ¨®micos), de Asia y en buena medida de Egipto. Son subsaharianos quienes atestan los centros de acogida europeos, en particular la diminuta isla italiana Lampedusa.
Gaddafi acaba de suscribir con Berlusconi un pacto por el que Italia contribuir¨¢ con 150 millones de euros a la lucha contra la emigraci¨®n ilegal, en la que habr¨¢ patrullas conjuntas en aguas internacionales con seis buques italianos. "Tenemos 4.000 kil¨®metros de fronteras terrestres y 1.400 kil¨®metros de costa. No podemos controlarlos solos. Necesitamos entre 200 y 300 millones de euros para vigilar nuestras fronteras", dice Siala, que reclama helic¨®pteros, tecnolog¨ªa y formaci¨®n para sus funcionarios. Ferrero-Waldner prometi¨® el otro d¨ªa 20 millones de euros hasta 2011. Pero Siala recuerda los 150 que, en un exceso verbal y en nombre de la Comisi¨®n, le prometi¨® el entonces responsable de Justicia, Libertad y Seguridad Franco Frattini, hoy ministro de Exteriores italiano. "Con los 20 millones no se cubren costes, lo que significa que los problemas seguir¨¢n hasta que haya recursos suficientes". Si Siala suena a amenazador es porque lo es. Una fuente comenta con iron¨ªa c¨®mo cada vez que Libia tiene un problema con Italia a Lampedusa llegan otros 200 emigrantes.
"Va ser muy dif¨ªcil, porque Libia tiene muy altas expectativas con respecto a la UE", resume un europeo conocedor de la vertiente migratoria de la relaci¨®n bilateral. Tambi¨¦n ser¨¢ dif¨ªcil la relaci¨®n global para la UE, que tiene expectativas no menos altas (se quiere a Gaddafi, El L¨ªder, y se acaba en Shalgum, el ministro) con respecto a una Libia que, tras desprenderse de la etiqueta de paria internacional, se ve pretendida desde todos los ¨¢ngulos, segura de s¨ª misma, consciente de la posici¨®n estrat¨¦gica que ocupa, en el Mediterr¨¢neo y como puente entre Europa y ?frica, y que ofrece estabilidad pol¨ªtica (no hay se?ales de oposici¨®n en el horizonte a un Gaddafi de 66 a?os cuyo padre muri¨® con 92), proximidad geogr¨¢fica e ingentes recursos por explotar.
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