El 'efecto Clegg' amenaza los dominios de Glenda Jackson
La veterana actriz y parlamentaria laborista puede perder el esca?o de Hampstead and Kilburn (Londres) tras 18 a?os
La presencia recurrente de un autob¨²s amarillo en los dominios de Glenda Jackson encarna la ambici¨®n liberal-dem¨®crata de arrebatar a los laboristas el que fuera uno de sus m¨¢s firmes bastiones en la ciudad de Londres. Sus pasajeros conf¨ªan en el efecto Clegg -cuyas dimensiones volver¨¢n a calibrarse en un segundo debate televisado esta noche- para operar ese vuelco en la circunscripci¨®n de Hampstead and Kilburn, el esca?o que Jackson ha venido ocupando a lo largo de los ¨²ltimos 18 a?os. Si la c¨¦lebre actriz abandonaba el oficio en el pico de su carrera (dos Oscars) para enrolarse en las filas parlamentarias del laborismo, las presentes elecciones pueden dar la estocada a su figura pol¨ªtica.
Un cierto anquilosamiento domina la campa?a de la diputada laborista, en la forma y en el fondo. En contraste con anteriores campa?as, cuando era habitual que los votantes se toparan con la estrella del barrio incluso en el supermercado, su limitada presencia en la actual liza le ha merecido el apodo de "la candidata ausente", acu?ado por los rivales. Pero, sobre todo, la legendaria activista del izquierdismo cl¨¢sico permanece enrocada en el mensaje de frenar a los conservadores, a pesar de que son los liberal-dem¨®cratas, con el joven Ed Forham (39 a?os) a la cabeza, quienes precisan de un swing menor del 2% para llevarse el gato al agua. Dar la espalda a la oleada de Cleggmania no parece la mejor de las estrategias.
La reforma de las circunscripciones ha ampliado el territorio de Hampstead and Kilburn, aunque no alterado sustancialmente su heterog¨¦nea fisonom¨ªa desde el punto social y religioso, que hace muy dif¨ªcil identificar las motivaciones del voto. Las pulcras zonas residenciales conviven con los pisos de protecci¨®n oficial, las trasegadas arterias comerciales, con sinagogas y mezquitas. Tambi¨¦n es la casa de la intelectualidad progresista (Hampstead), de importantes comunidades irlandesas y caribe?as, y de clases medias y trabajadoras (Kilburn). Todo ese compendio de barrios del noroeste de Londres se decant¨® por el laborismo en los comicios de 2005 (37%), aunque ya entonces se dejaba tentar por los liberal-dem¨®cratas (36%) y s¨®lo en bolsas muy espec¨ªficas por los tories (23%). Hoy encarna uno de los esca?os marginales que denotan la vulnerabilidad del partido de Glenda Jackson, una pol¨ªtica que nunca encaj¨® bien el Nuevo Laborismo de Blair (tambi¨¦n fue muy cr¨ªtica con la guerra de Irak), pero s¨ª muy comprometida con el proyecto de Gordon Brown. Ella ve una n¨ªtida diferencia entre esas dos sensibilidades pol¨ªticas. La cuesti¨®n es si tambi¨¦n lo hacen sus votantes.
La septuagenaria Jackson (Birkenhead, 1936) reaccion¨® de forma airada cuando el Times la "jubilaba" de forma anticipada, al asegurar que los laboristas quer¨ªan descabalgar a los candidatos mayores de 65 a?os. No fue as¨ª, pero ahora no s¨®lo las s¨®lidas aspiraciones del rival Fordham, sino tambi¨¦n las cotizaciones en las casas de apuestas, insisten en sugerir su salida de la escena pol¨ªtica. S¨®lo el 6 de mayo se desvelar¨¢ si Glenda Jackson est¨¢ protagonizando su ¨²ltimo acto.
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