Obama mantiene su estrategia en Afganist¨¢n
El presidente expresa preocupaci¨®n por la filtraci¨®n pero cree que los papeles son irrelevantes
Barack Obama pidi¨® este martes al Congreso el respaldo de su estrategia en Afganist¨¢n, que se mantiene por el momento sin alteraciones -"tenemos que dejar que se desarrolle"- pese a los m¨²ltiples errores y dificultades confirmadas por los documentos del Pent¨¢gono recientemente conocidos. El presidente lament¨® la filtraci¨®n de esos papeles pero asegur¨® que ninguno de ellos era relevante y defendi¨® el modo en el que actualmente se est¨¢ dirigiendo la guerra.
"Aunque estoy preocupado por la aparici¨®n de informaci¨®n delicada del frente de combate que potencialmente podr¨ªa poner en riesgo operaciones y personas, el hecho es que ninguno de estos documentos revela nada de lo que no se haya informado y que no haya sido debatido en p¨²blico", declar¨® Obama tras un encuentro con miembros del Congreso.
Adem¨¢s, ninguno de los informes que consigui¨® la p¨¢gina de Internet WikiLeaks y que publicaron el domingo y lunes tres medios de comunicaci¨®n alude al periodo posterior al anuncio de la nueva estrategia norteamericana en Afganist¨¢n -diciembre de 2009- ni pone en cuesti¨®n claramente m¨¦todos o decisiones que est¨¦ siendo utilizados en estos momentos.
Asuntos como la muerte de civiles inocentes o el doble juego de los servicios secretos paquistan¨ªes, dos de los aspectos m¨¢s destacados de los papeles de WikiLeaks, son de sobra conocidos en Washington y sobre lo que la Administraci¨®n est¨¢ trabajando desde hace tiempo. En cuanto a la tercera revelaci¨®n de los papeles, las acciones encubiertas para matar a l¨ªderes insurgentes, no es algo a lo que piense renunciar Estados Unidos ni es algo que condene aqu¨ª la opini¨®n p¨²blica.
"Durante siete a?os hemos tenido una estrategia equivocada", acept¨® Obama, y por eso la hemos corregido, a?adi¨®. "Por eso hemos aumentado nuestro compromiso all¨ª, hemos insistido en un mayor control de lo que hace el Gobierno afgano y Pakist¨¢n y hemos desarrollado una nueva estrategia que puede funcionar", dijo.
Los expertos se inclinan tambi¨¦n a restarle trascendencia a lo ocurrido. "No he visto nada en estos documentos que me haya sorprendo o me haya parecido de cierta significancia, y creo que lo mismo le pasar¨¢ a cualquier persona que simplemente haya le¨ªdo el peri¨®dico en los ¨²ltimos a?os", escrib¨ªa en The New York Times Andrew Exum, un investigador del Center for a New American Security que ha estudiado detenidamente las filtraciones.
Estas tienen, en todo caso, un doble, aunque secundario, valor: poner en evidencia la vulnerabilidad de los secretos del Pent¨¢gono, por escasamente relevantes que ¨¦stos sean, e influir en el debate que estos d¨ªas sostiene la clase pol¨ªtica y la sociedad norteamericana sobre el futuro de la guerra.
Sobre la filtraci¨®n en s¨ª misma, el Pent¨¢gono anunci¨® ayer que se ha abierto una investigaci¨®n criminal sobre lo sucedido que ser¨¢ conducida por el Ej¨¦rcito y que, de entrada, ha se?alado como primer sospechoso a Bradley Manning, un empleado de los servicios secretos del Ej¨¦rcito que en el pasado ya fue acusado de entregar papeles a WikiLeaks.
La aparici¨®n en p¨²blico de m¨¢s de 90.000 folios concebidos como informaci¨®n interna perjudica a la solvencia general de una operaci¨®n militar y dificulta posteriores contactos de los servicios secretos norteamericanos con los de otros pa¨ªses del mundo. La investigaci¨®n en marcha trata de reparar todo eso.
El efecto pol¨ªtico de las filtraciones tampoco es despreciable, si bien no parece que este episodio pueda llegar a ser una amenaza para los planes de la Administraci¨®n. Ayer mismo estaba previsto que la C¨¢mara de Representantes emitieran un primer voto sobre la solicitud de un nuevo fondo para la guerra en Afganist¨¢n, y nada hac¨ªa pensar que el resultado fuera a ser negativo.
De momento, la divisi¨®n de fuerzas en torno a la guerra se mantiene tal y como estaba antes de las filtraciones: los que estaban en contra lo est¨¢n ahora con m¨¢s convicci¨®n, pero no se ha escuchado a nadie que estuviera a favor cambiar su posici¨®n. Ninguno de los congresistas de la oposici¨®n que, a¨²n discrepando de algunos aspectos de la estrategia de Obama, apoyaban la operaci¨®n militar ha corregido su l¨ªnea.
El da?o de estos papeles podr¨ªa ser mayor entre la opini¨®n p¨²blica y manifestarse m¨¢s tarde, en las pr¨®ximas elecciones. Los norteamericanos, m¨¢s preocupados hoy por su econom¨ªa y sus puestos de trabajo que por otras cosas, tienen dudas sobre un conflicto que, combinado con el de Irak, ha costado ya un bill¨®n de d¨®lares. Seg¨²n una encuesta reciente, s¨®lo el 43% de los ciudadanos apoyan ahora la guerra.
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