Om¨¢n se enfrenta al reto de la sucesi¨®n a Qab¨²s
El sult¨¢n, que estos d¨ªas celebra el 40 aniversario de su ascenso al poder y cumple 70 a?os, no tiene un heredero conocido
"El d¨ªa que el sult¨¢n vino a Mascate desde Salalah fui con mi padre y mi abuelo a recibirle al aeropuerto, entonces apenas una pista. Nos prometi¨® cambio y hoy, 40 a?os despu¨¦s, resulta evidente que ha cumplido su promesa", resume Saleh Zakwani, director ejecutivo de Apex, el principal grupo editorial de Om¨¢n, para explicar la lealtad de los oman¨ªes hacia Qab¨²s bin Said. El pa¨ªs que gobierna con poder absoluto, aunque con benevolencia, disfruta de una estabilidad que para s¨ª quisieran algunos de sus vecinos. Adem¨¢s, a diferencia de la mayor¨ªa de estos, ha logrado un desarrollo de escala m¨¢s humana. Los retos ahora son implicar a la poblaci¨®n en el proceso y aclarar la sucesi¨®n.
"Tenemos suerte porque nuestro l¨ªder es honesto con nosotros y con el pa¨ªs. Incluso las aldeas m¨¢s remotas tienen centros de salud, escuelas, carreteras, electricidad y agua corriente. Y los servicios tienen nivel internacional", declara Fahmi al Harthy, director del Oman Daily Observer, el primer peri¨®dico en ingl¨¦s del sultanato.
Educado en la Academia Militar brit¨¢nica de Sandhurst, Qab¨²s choc¨® a su vuelta a Om¨¢n con el estilo feudal de su padre que le conmin¨® a una especie de arresto domiciliario. En un golpe de Estado que recuerda el argumento de La vida es sue?o de Calder¨®n de la Barca, el joven pr¨ªncipe, ayudado por los brit¨¢nicos, derroc¨® a su padre y lo envi¨® al exilio a Londres. Empez¨® as¨ª lo que la propaganda oficial ha bautizado como "renacimiento", del que el pr¨®ximo 18 de noviembre se celebra el 40 aniversario.
Como en el resto de las monarqu¨ªas de la pen¨ªnsula Ar¨¢biga, el salto desde la Edad Media hasta el siglo XXI en unas pocas d¨¦cadas ha sido posible gracias al petr¨®leo. "No es justo compararnos con los vecinos porque nuestros ingresos son muy inferiores", apunta Al Harthy. Quiz¨¢s esa haya sido la suerte del sultanato. Sus nacionales, aunque mimados por un Estado del bienestar en el que no se pagan impuestos, tampoco pueden vivir del cuento. Y la administraci¨®n, con sus trabajos c¨®modos y bien pagados, ya no da para m¨¢s.
"El gran reto que afrontamos son los recursos humanos: la educaci¨®n y la mejora de la formaci¨®n profesional de nuestros hijos e hijas. Tenemos que imbuirles el respeto a todo tipo de trabajos y acabar con la cultura de que unos son m¨¢s aceptables que otros", admite Al Harthy. Como el del resto de los interlocutores en Om¨¢n, su discurso suena oficialista a o¨ªdos occidentales, pero aunque algunos periodistas hayan sido interrogados por criticar al Gobierno, este pa¨ªs no es una autocracia despiadada.
"No tenemos presos pol¨ªticos", asegura Rashid al Huraibi, secretario general de la reci¨¦n creada Comisi¨®n Nacional de Derechos Humanos y representante de Salalah en la Shura, la c¨¢mara baja del protoparlamento que, aunque sin verdadero poder legislativo, se elige por sufragio universal directo.
Sin embargo, fuentes diplom¨¢ticas occidentales aseguran que los derechos humanos siguen siendo un tema tab¨². "Son frecuentes los abusos con los trabajadores extranjeros en cuanto al trato y los salarios", explican. Un tercio de los 3,2 millones de habitantes son inmigrantes (entre ellos, 600.000 indios y 200.000 paquistan¨ªes). Aun as¨ª, conversaciones sueltas mantenidas al margen de la visita (que, como todas las de periodistas, organiza el Ministerio de Informaci¨®n) revelan que estos trabajadores se sienten mejor acogidos que en otros pa¨ªses de la zona.
La naturaleza diversa de la propia sociedad oman¨ª, con una larga historia de contactos con el exterior y la herencia de un imperio que abarc¨® desde Zanz¨ªbar hasta el Baluchist¨¢n, sin duda ayuda a ello. Tambi¨¦n, el que los oman¨ªes sigan una rama del islam, el ibadismo, particularmente tolerante. Las minor¨ªas tienen derecho a tener sus lugares de culto y la introducci¨®n progresiva del turismo parece haber evitado hasta ahora choques culturales.
"Conducimos nuestros asuntos bien, nuestro Gobierno lo hace de forma conservadora, pero de acuerdo con nuestros intereses", defiende Zakwani.
"Tenemos nuestra forma de hacer las cosas. No queremos ser una copia de otros pa¨ªses", insiste Al Harthy.
Queda por dilucidar la sucesi¨®n de Qab¨²s, un asunto del que rara vez se habla en p¨²blico. Aunque goza de buena salud, el sult¨¢n, que estuvo brevemente casado y no ha tenido hijos, va a cumplir 70 a?os. "En un r¨¦gimen tan carism¨¢tico, desconocer qui¨¦n va a tomar el relevo suscita incertidumbre", comentan fuentes diplom¨¢ticas occidentales.
"El sucesor est¨¢ elegido", discrepa un oman¨ª conocedor de los c¨ªrculos del poder. "Otra cosa es que no se haya anunciado porque los ibad¨ªes elegimos al imam y no es costumbre designar sucesor", explica tras pedir el anonimato ante lo delicado del asunto. Sea quien sea, la tarea no se le presenta f¨¢cil.
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