Colombia aplaude los 100 d¨ªas de gobierno del presidente Santos
Solo la alta violencia del narcotr¨¢fico en las ciudades ensombrece su gesti¨®n
"El presidente Juan Manuel Santos gan¨® con la agenda del ex presidente Uribe y est¨¢ gobernando con la agenda de la oposici¨®n". Esta frase, que hace carrera en Colombia, muestra lo sorprendentes que han sido los 100 primeros d¨ªas del mandato Santos. Hasta sus enemigos reconocen que est¨¢ encarando tareas pendientes como devolver las tierras robadas por los paramilitares a los campesinos pobres y enderezando problemas heredados de Uribe: las tormentosas relaciones con los vecinos Venezuela y Ecuador y el choque con el poder judicial por el maridaje entre pol¨ªtica y paramilitarismo.
El presidente pasa este primer examen con un alt¨ªsimo ¨ªndice de aceptaci¨®n: 75%. Con especial ¨¦xito en las Relaciones Exteriores; el Gobierno de Uribe las dirigi¨® desde el Ministerio de Defensa, recuerdan muchos analistas.
El pol¨¦mico presidente de Venezuela, Hugo Ch¨¢vez , que amenaz¨® con un conflicto b¨¦lico d¨ªas antes de la posesi¨®n de Santos, es hoy, en palabras del presidente colombiano, su "nuevo mejor amigo". Dos encuentros personales y una agenda que incluye distintas comisiones para saldar los graves problemas econ¨®micos y de seguridad entre los dos pa¨ªses son el resultado del nuevo estilo diplom¨¢tico. Santos aparece dispuesto a jug¨¢rsela a fondo para remediar las maltrechas relaciones. Ayer anunci¨® que extraditar¨¢ al vecino pa¨ªs y no a Estados Unidos al empresario y presunto narcotraficante Walid Makled. Ch¨¢vez lo quer¨ªa as¨ª; Makled, parece, sabe demasiado de su Gobierno.
En los asuntos internos, el Gobierno usa un nuevo tono, un lenguaje que no descalifica a sus adversarios; la oposici¨®n habla de "respiro", de un "regreso a la decencia". Santos, adem¨¢s, ha dado la cara y ha pedido que caiga todo el peso de la ley sobre militares y funcionarios involucrados en cr¨ªmenes y esc¨¢ndalos, y afronta sin miedo los problemas de corrupci¨®n del pasado. La entidad estatal que manejaba los bienes incautados a la mafia fue intervenida hace pocos d¨ªas, y la empresa encargada del sistema penitenciario est¨¢ en su punto de mira. Los nuevos funcionarios nombrados por el Gobierno de Santos encontraron verdaderas ollas podridas. Aunque no era un secreto lo que all¨ª ocurr¨ªa, nada se hab¨ªa hecho para remediarlo.
Enfrentarse a la violencia
En cuanto al orden p¨²blico, Santos juega dos cartas. Para quienes creen que la salida al conflicto es militar tiene entre sus logros el m¨¢s duro golpe a las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) en sus casi 50 a?os de historia, la muerte de su hombre m¨¢s poderoso: el Mono Jojoy, comandante militar. Pero tampoco ha cerrado con llave la puerta al di¨¢logo si la guerrilla abandona la violencia. En este campo, sin embargo, hay grandes sombras; la violencia de los nuevos paramilitares o bandas criminales al servicio del narcotr¨¢fico ?como prefiere llamarlas el Gobierno? est¨¢ desbordada en las ciudades, donde han aumentado las masacres y no se ha visto freno a los cr¨ªmenes contra l¨ªderes sociales y de oposici¨®n. Seg¨²n el izquierdista Polo Democr¨¢tico, el n¨²mero de asesinatos en estos tres meses asciende a 29.
Santos tiene ambiciosas metas en lo econ¨®mico y social: asegura que bajar¨¢ el desempleo, del 13%, el m¨¢s alto en Am¨¦rica Latina, a un 9%, y sacar¨¢ de la pobreza a 2,5 millones de personas. Pero Colombia, uno de los pa¨ªses menos equitativos del planeta, necesita para conseguir los objetivos de su presidente que funcione el esquema de Unidad Nacional, del que forman parte cuatro grandes partidos, tres de ellos antiguos uribistas. Pero comienzan a salir a la luz las grietas y zancadillas a proyectos bandera, como el de reparaci¨®n a las v¨ªctimas del conflicto y el que busca poner freno a la corrupci¨®n desenfrenada.
Aunque Santos no lo admite y sigue insistiendo en su cercan¨ªa con Uribe, cada d¨ªa es m¨¢s claro el malestar entre los seguidores del segundo. Algunos se atreven a pronosticar que, en medio de los esc¨¢ndalos que salpican cada d¨ªa con mayor fuerza al ex presidente Uribe, la cuerda que aparentemente une a los dos dirigentes se romper¨¢ m¨¢s temprano que tarde.
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