Bahr¨¦in, una monarqu¨ªa sun¨ª en la encrucijada
Las protestas de la mayor¨ªa chi¨ª amenazan con desestabilizar el poder de la dinast¨ªa que gobierna el emirato desde hace 40 a?os con la complicidad de Estados Unidos
Flanqueado por Arabia Saud¨ª y Catar, Bahr¨¦in es el pa¨ªs m¨¢s peque?o del golfo P¨¦rsico, con apenas un mill¨®n de habitantes, pero su importancia estrat¨¦gica es enorme. La privilegiada posici¨®n geogr¨¢fica del emirato nunca ha pasado desapercibida para las potencias occidentales, en busca de una presencia constante en la zona con mayor riqueza petrol¨ªfera del planeta. Aliado privilegiado de Estados Unidos, que utiliz¨® profusamente sus bases para atacar Irak en las dos guerras del Golfo (1991 y 2003) y que mantiene all¨ª la base de la V Flota de la Marina, el reino de Bahrein es un mosaico de etnias gobernado por la dinast¨ªa sun¨ª de la familia Al Khalifa, a cuyo frente est¨¢ el rey Sheik Hamad. Aunque sobre el papel Bahr¨¦in es una monarqu¨ªa constitucional, la realidad es bien distinta: la democracia es solo aparente y tanto el primer ministro, el jeque Khalifa bin Salman al Khalifa, como el resto del Gobierno gobiernan al dictado de la familia real, cuyos miembros copan la mayor¨ªa de puestos de responsabilidad y poder.
A pesar de la bonanza econ¨®mica del reino, sostenida por el petr¨®leo, las grandes reservas de gas y m¨¢s recientemente por el turismo de lujo y la banca internacional, la tensi¨®n entre la comunidad chi¨ª, que representa un 80% de la poblaci¨®n, y la sun¨ª impiden al pa¨ªs ¨¢rabe alcanzar una m¨ªnima estabilidad social. El enfrentamiento entre ambas etnias est¨¢ en el origen de la actual protesta, que por el momento se ha saldado con cinco muertos y decenas de heridos. Pero tambi¨¦n es el germen de muchas de las revueltas que han jalonado la historia reciente de este microestado isl¨¢mico.
Los chi¨ªes acusan hist¨®ricamente al r¨¦gimen de someterlos a una contin¨²a discriminaci¨®n y de privarles del acceso a la riqueza. El sentimiento general en Bahr¨¦in es que el rey Hamad no ha colmado las expectativas del pueblo cuando sucedi¨® en el trono a su padre en 1999 y emprendi¨® una serie de reformas, m¨¢s cosm¨¦ticas que reales, que se tradujeron en la adopci¨®n de una nueva Constituci¨®n. Estos cambios culminaron en 2002 con la celebraci¨®n de las primeras elecciones parlamentarias en casi 30 a?os, y en las que por vez primera la mujer pudo votar. Adem¨¢s, el rey suprimi¨® la tortura en los interrogatorios y liber¨® a m¨¢s de 300 presos pol¨ªticos, aunque m¨¢s de un millar siguen encarcelados esperando juicio.
Acoso a opositores
Pero las principales demandas sun¨ªes siguen sin ser atendidas, motivo por el cual el emirato ha sufrido durante la ¨²ltima d¨¦cada periodos intermitentes de conflicto. Entre 1994 y 1999, las protestas se saldaron con m¨¢s de 40 muertos. Las manifestaciones que se desarrollan en Bahr¨¦in estos d¨ªas han tomado impulso por el efecto contagio de las revueltas en Egipto y T¨²nez, pero empezaron a fraguarse como respuesta al juicio contra un destacado blogero pol¨ªtico, Ali Abdulemam, al que los jueces acusan de formar parte de una c¨¦lula terrorista y cuyo proceso se ha convertido en una pantomima, con dos equipos de abogados renunciando a su defensa ante la ausencia de las m¨ªnimas garantias procesales.
Esta y otras denuncias han sido documentadas por grupos de derechos humanos como Human Rights Watch para ilustrar el acoso y la falta de libertad a la que se ven sometidos sistem¨¢ticamente los opositores al r¨¦gimen. Algunos de ellos, seg¨²n HRW, fueron acusados de terrorismo poco antes de las ¨²ltimas elecciones, celebradas el pasado 23 de octubre. En el mismo periodo preelectoral el Gobierno cerr¨® varias revistas y p¨¢ginas web cr¨ªticas con el r¨¦gimen. Esta organizaci¨®n tambi¨¦n recoge casos como el de Nabeel Rajab, presidente del Centro de Derechos Humanos de Bahr¨¦in, que sufri¨® en diciembre el robo de datos y direcciones almacenados en su portatil y en su movil. "Los l¨ªderes de Bahr¨¦in insisten que el Gobierno respeta los derechos humanos, pero el tratamiento al que est¨¢ siendo sometido Nabeel Rajab nos dice otra cosa bien distinta".
HRW ha reclamado a Bahr¨¦in que garantice a sus ciudadanos el derecho a reunirse pac¨ªficamente y expresar sus puntos de vista y que elimine las leyes que restringen estas libertades. "En lugar de aprender las lecciones de El Cairo y T¨²nez, los l¨ªderes ¨¢rabes mantienen sus cabezas hundidas en la arena".
Internet, como en otros pa¨ªses ¨¢rabes, est¨¢ siendo utilizado por los activistas de Bahr¨¦in para coordinarse. El Gobierno del emirato ha restringido todo lo posible el acceso a la Red y ha cerrado esta misma semana una p¨¢gina en Facebook -que cuenta con 800 miembros en Bahrein- de un grupo que llamaba a la movilizaci¨®n el pasaod 14 de febrero, marcado en el calendario como el D¨ªa de la Ira, haciendo suya la terminolog¨ªa empleada por el movimiento anti Mubarak en Egipto. Los miles de j¨®venes chi¨ªes que secundan las protestas reclaman una nueva Constituci¨®n y la renuncia del primer ministro, que lleva 40 a?os en el cargo. Pero, sobre todo, piden que se les escuche.
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