Al Rabat Ba Ashen, el pueblo de Bin Laden
El lugar de nacimiento del fallecido l¨ªder de Al Qaeda es una aldea depauperada y aislada de Yemen.- El ¨²ltimo de los parientes del terrorista se fue del pueblo hace 40 a?os
Al Rabat Ba Ashen es un pueblo miserable en uno de los pintorescos valles que salpican el Hadramaut. Su nombre nunca habr¨ªa salido de esa vecindad si no hubiera sido por la notoriedad de uno de sus descendientes: Osama Bin Laden. Mohamed, el padre del l¨ªder de Al Qaeda, sali¨® de esta aldea en los a?os cuarenta del siglo pasado. Aunque la fortuna que el padre amas¨® en la vecina Arabia Saud¨ª como constructor trajo algunos beneficios Al Rabat como la escuela y la conducci¨®n de agua, los habitantes se muestran renuentes a admitir alguna conexi¨®n con la familia, tal como comprob¨® esta corresponsal durante una visita el a?o pasado.
"Osama nunca ha estado aqu¨ª, ni le conocemos, ni tenemos nada que ver con su Al Qaeda". Los habitantes de Al Rabat Ba Ashen apenas ocultababn su fastidio por la indeseada publicidad que les da ser el lugar de origen de la familia Bin Laden. El ¨²ltimo de los parientes del notorio terrorista se fue del pueblo hace 40 a?os. "No hemos vuelto a saber de ellos", aseguraban varios entrevistados marcando distancias. Sin embargo, en Al Rabat, como en otras localidades de la provincia del Hadramaut, se descubren algunas de las claves que ayudan a comprender por qu¨¦ los radicales islamistas encuentran apoyos en Yemen.
"Osama nunca ha estado aqu¨ª, ni le conocemos, ni tenemos nada que ver con su Al Qaeda", dicen los vecinos
Varios atentados terroristas han afectado al sector tur¨ªstico en la zona
La aldea est¨¢ a tres horas en coche de Seiyun, el aeropuerto m¨¢s cercano y la sola v¨ªa de acceso para los extranjeros, a los que el Gobierno ha vetado la mayor¨ªa de las carreteras del pa¨ªs debido a la amenaza de Al Qaeda. En el camino, cinco controles policiales se interesaron por la presencia de la periodista y solo franquearon el paso gracias al salvoconducto del Ministerio del Interior y al agente armado que la escolta. Las autoridades no quieren m¨¢s problemas. Desde el verano de 2007, cuando ocho espa?oles fueron asesinados en Maareb, varios atentados han espantado a los turistas secando una muy necesaria fuente de ingresos. Adem¨¢s, la rama local de la organizaci¨®n terrorista, Al Qaeda en la Pen¨ªnsula Ar¨¢biga (reconstituida en 2009), prometi¨® vengar la creciente presi¨®n que, a instancias de EE UU, las fuerzas de seguridad ejercen sobre ella.
Por el camino, el paisaje es tan espectacular como ¨¢spero. El mar de arena que ocupa la mayor parte del antiguo reino de Hadramaut se quiebra como si los dedos de una mano gigantesca lo hubieran ara?ado y su contacto hubiese fertilizado la tierra. Alimentados por las aguas subterr¨¢neas de los uadis (r¨ªos estacionales), surgen palmerales y parches de tierra cultivable. Al igual que el rosario de aldeas que jalonan el cauce seco del Doan, desde la distancia de la carretera, Al Rabat parece un pueblo de cuento. Solo al acercase se descubre que tras la primorosa decoraci¨®n de sus edificios de adobe se esconden las enormes carencias del medio rural yemen¨ª.
El asfalto desaparece antes de entrar en el pueblo. Luego hay que sortear el uadi para llegar hasta las primeras viviendas. A la derecha, por un camino de piedras y arena, se llega a la antigua casa familiar de los Bin Laden. El edificio de tres plantas no se distingue del resto. Construido seg¨²n la arquitectura tradicional de la zona, sirvi¨® de escuela durante algunos a?os. Ahora, los desconchones del revoco de yeso y los cristales rotos revelan su abandono. Sin embargo, en la parte de atr¨¢s, una puerta abierta conduce por una empinada escalera hasta la oficina municipal de aguas.
"El jeque Abdal¨¢, un t¨ªo de Osama, construy¨® la conducci¨®n de agua en 1964", me explic¨® Mahmud Mohamed, un maestro del pueblo, mientras se?alaba el retrato que le recuerda. "Su padre, Mohamed, sali¨® de aqu¨ª en los a?os cuarenta [del siglo XX]. ?l naci¨® ya en Arabia Saud¨ª y nunca ha venido por aqu¨ª", a?ad¨ªa a pesar de los rumores y ante el silencio de los dos funcionarios presentes. El hombre estaba mucho m¨¢s interesado en hablar de f¨²tbol que de la famosa saga familiar. Mahmud no se decid¨ªa entre el Real Madrid o el Barcelona, pero el asunto aviv¨® la conversaci¨®n y anim¨® a participar a Ibrahim que claramente se inclinaba por el segundo.
Como sucede hasta en los rincones m¨¢s depauperados del mundo, los ni?os pueden andar descalzos y las casas no tener muebles, pero en ninguna falta un televisor. Los hombres se quejaban de lo caro que pagan la electricidad (varias veces m¨¢s que en la capital) porque se la provee una empresa privada en vez del Estado. Aunque aseguran que est¨¢n contentos en su tierra, la falta de trabajo obliga a los j¨®venes a emigrar a San¨¢ o a Hodeida, y deja a los 800 chavales de la escuela local sin perspectivas de futuro. La comarca vive de la agricultura de subsistencia, pero la sequ¨ªa y las enfermedades de las palmeras amenazan la cosecha de d¨¢tiles.
A pesar de lo id¨ªlico del paisaje, Al Rabat es otra aldea m¨¢s olvidada del Gobierno central. La basura inunda las calles sin pavimentar. No hay un sistema de recogida de aguas residuales. Un motor a gasoil impulsa el agua del pozo que financi¨® Abdal¨¢ Bin Laden a trav¨¦s de unos tubos que zizaguean a la vista entre las casas encaramadas en la ladera de la colina. Frente a la nueva escuela, un par de tiendas de ultramarinos y una de m¨®viles constitu¨ªan todo el comercio para cerca de 5.000 habitantes. Sentados a sus puertas hab¨ªa varios j¨®venes ociosos. Un par de mujeres completamente cubiertas de negro se paran y miraban con curiosidad a la extranjera.
A la entrada de la mezquita, una anciana en cuclillas se afanaba en la imposible misi¨®n de barrer la arena. Al o¨ªr voces se ajust¨® el velo sobre la cara. Es infrecuente la presencia de forasteros y a partir de mediod¨ªa la gente se encierra en casa para evitar el calor, considerable incluso en estos d¨ªas de invierno.
A pesar de la hora y de lo inesperado de la visita, el mujtar, Hasan Mohamed Ba Dugheil, me recibi¨®, m¨¢s por sentido del deber que por la tradicional hospitalidad yemen¨ª. El mujtar, una especie de alcalde designado, representa a la autoridad central.
"La gente de Al Rabat no conoce a Osama Bin Laden o a su padre", respondi¨® al preguntarle por los problemas de su comunidad. Recelaba de que el objetivo sea llevarle a admitir que las dificultades alientan el extremismo y la radicalizaci¨®n. "Su t¨ªo Abdal¨¢ construy¨® el sistema de agua, pero se fue despu¨¦s de la revoluci¨®n. No hemos vuelto a saber nada de ellos", subray¨®. La revoluci¨®n aqu¨ª significa la expulsi¨®n de los brit¨¢nicos en 1967 y creaci¨®n de la Rep¨²blica Democr¨¢tica de Yemen (marxista), a la que esta provincia perteneci¨® hasta la unificaci¨®n con Yemen del Norte en 1990.
Ba Dugheil afirm¨® que las cosas han mejorado desde entonces. "Ahora hay libertad de expresi¨®n, de movimiento, de propiedad...", se?alaba. ?Y que problemas tienen? "Ninguno", respondi¨® imperturbable. No obstante, cuando se le pregunta qu¨¦ tres cosas desear¨ªa para su comunidad mencion¨® "seguridad, unidad y desarrollo", el lema oficial de la unificaci¨®n. ?Es un lugar inseguro? "En absoluto, es 100% seguro", asegur¨® sin apreciar la contradicci¨®n. ?Y el desarrollo? "Todo est¨¢ bien", concluy¨® negando cualquier conexi¨®n entre las condiciones de vida de su gente y el avance del extremismo islamista.
Abdal¨¢, un vecino que se dedica a la apicultura ("la del Hadramaut es la mejor miel del mundo", asegura), se mostr¨® m¨¢s preocupado. Tem¨ªa que el contraste entre la falta de perspectivas de futuro y las im¨¢genes del mundo exterior que se filtran por las pantallas de televisi¨®n, empuje a los j¨®venes hacia las ideolog¨ªas extremistas. "Debido a los atentados ya no vienen extranjeros", constataba. Antes, algunos de quienes visitaban Shibam se acercaban hasta el uadi, compraban miel e incluso se quedaban en un par pensiones que hay en el vecino Horeiba. "Las cosas mejorar¨¢n, inshaallah [si Dios quiere]", se?alaba este hombre que tiene a gala su origen beduino
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