Las diferencias ideol¨®gicas bloquean el pacto para evitar la quiebra de EE UU
La negociaci¨®n entre dem¨®cratas y republicanos entra en una semana crucial
Mientras se espera con expectaci¨®n el desenlace de este drama pol¨ªtico del que depende la estabilidad de la econom¨ªa mundial, los dos grandes protagonistas, dem¨®cratas y republicanos, calibran sus fuerzas, estudian opciones y calculan el precio que habr¨¢n de pagar por evitar que el 2 de agosto Estados Unidos se declare en quiebra. En las ¨²ltimas horas las posiciones se han distanciado a¨²n m¨¢s, haciendo ahora m¨¢s visible que nunca el enorme peligro que se avecina.
La pasi¨®n crece por minutos. Los republicanos parecen dispuestos a empujar esta situaci¨®n hacia el abismo. La batalla ideol¨®gica que se ha entablado en este pa¨ªs a prop¨®sito del aumento de la deuda ha adquirido un aspecto realmente inquietante. Barack Obama compareci¨® anoche en una inesperada conferencia de prensa para anunciar que el presidente de la C¨¢mara de Representantes, John Boehner, hab¨ªa rechazado una ¨²ltima oferta muy generosa para resolver esta crisis.
El debate sigue encallado en el mismo problema: cu¨¢nto recortar el gasto social y cu¨¢ntos impuestos hay que aumentar a cambio. Los dem¨®cratas prefieren no tocar los programas sociales; los republicanos se resisten a tocar los impuestos. Ambos saben que sus electores les pueden pasar factura si ceden en esas posiciones. Pero si ninguno de los ceden, al que verdaderamente le pasar¨¢n factura es al pa¨ªs, que se devaluar¨¢ pol¨ªtica, econ¨®mica y estrat¨¦gicamente como consecuencia de la suspensi¨®n de pagos.
Obama ha tratado de situarse en el centro de ese debate, trabajando a favor de una soluci¨®n intermedia y, de paso, a favor de una imagen de moderaci¨®n de cara a las elecciones de 2012. "Esta es una rara oportunidad para que ambos partidos se unan y escojan un camino para dejar de poner demasiada deuda en nuestras tarjetas de cr¨¦dito", dijo ayer el presidente.
Obama asume el recorte del gasto p¨²blico como una necesidad imperativa de la econom¨ªa norteamericana, pero entiende que, para combatir eficazmente la deuda, los recortes deben de compaginarse con el incremento de los ingresos por la v¨ªa de los impuestos. Durante d¨ªas ha insistido en pedir a los republicanos sacrificios en ese terreno, igual que los dem¨®cratas tendr¨¢n que hacer concesiones en materia de gastos, pero hasta ahora se ha encontrado con un muro. "A estas alturas, los republicanos tienen que probar si son capaces de decir a algo que s¨ª", declar¨®.
"Yo he aceptado", explic¨® el presidente, "rebajar algunos programas que de hecho creo que valen la pena. He aceptado recortes que a mucha gente en mi propio partido no les hace muy felices, y que yo mismo no hubiera aceptado si el problema del dinero no fuera tan acuciante".
Con estas palabras, Obama puede estar preparando a su p¨²blico para lo que parece avecinarse: que los dem¨®cratas van a tener que ceder m¨¢s que los republicanos. Por un lado, parece tradici¨®n de la pol¨ªtica norteamericana que la izquierda haga m¨¢s concesiones que la derecha. En la situaci¨®n actual, con el radicalismo que se ha instalado en el campo conservador, les toca a los dem¨®cratas actuar como patriotas ante un sector del Congreso que prefiere el caos de una quiebra a la renuncia de sus principios.
Es necesario recordar que, despu¨¦s de las elecciones legislativas de 2010, en pleno ascenso de la ideolog¨ªa m¨¢s ultra, m¨¢s de 200 republicanos de la C¨¢mara de Representantes y m¨¢s de 40 senadores de ese partido juraron simb¨®licamente ante el Tea Party que jam¨¢s, bajo ninguna circunstancia, votar¨ªan a favor de una subida de impuestos. Contradecirse ahora, no solo es decepcionar al Tea Party, sino usar el nombre de Dios en vano.
Tan dura es la resistencia de ese sector que la Casa Blanca parece resignada a aceptar la reducci¨®n del d¨¦ficit sin aumentar impuestos o haci¨¦ndolo de una manera tangencial y a medio plazo. En eso consiste, b¨¢sicamente, la soluci¨®n que ha estado negociando secretamente Obama con Boehner y que ¨¦ste ha acabado rechazando.
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