La oposici¨®n siria cree una burla la ley de partidos aprobada por El Asad
El r¨¦gimen machaca Hama, donde han muerto 200 personas en cinco d¨ªas
El presidente sirio, Bachar el Asad, ha legalizado por decreto los partidos pol¨ªticos y ha promulgado una ley sobre la celebraci¨®n de elecciones pluralistas. Pero no ha interrumpido ni un minuto la operaci¨®n de castigo sobre la ciudad de Hama, iniciada cinco d¨ªas atr¨¢s y endurecida con el corte de la electricidad y los tel¨¦fonos, ni los disparos de las fuerzas de seguridad sobre la poblaci¨®n civil. Las medidas presuntamente democratizadoras han sido recibidas con sarcasmo por la oposici¨®n. El ministro franc¨¦s de Asuntos Exteriores, Alain Jupp¨¦, las ha calificado de "provocaci¨®n".
Parte de la poblaci¨®n siria permanece fiel a El Asad, o al menos le considera el mal menor: las manifestaciones contra el presidente se han hecho m¨¢s multitudinarias en las ¨²ltimas semanas, pero la minor¨ªa religiosa alau¨ª (a la que pertenecen la familia El Asad y la ¨¦lite del Ej¨¦rcito), buena parte de la minor¨ªa cristiana y la poderosa burgues¨ªa sun¨ª de Alepo no muestran inter¨¦s en sumarse a la revuelta. A esa parte de la sociedad siria parecen dirigirse los peri¨®dicos anuncios de reforma pol¨ªtica lanzados por El Asad, que ha perdido ya todo su cr¨¦dito entre los manifestantes.
No est¨¢ nada claro, sin embargo, que entre los partidarios al r¨¦gimen obtengan alg¨²n eco las promesas presidenciales. Primero, porque dar por buenas esas promesas requiere altas dosis de credulidad. Segundo, porque resulta m¨¢s que dudoso que los sirios que prefieren la continuidad de Asad sientan inter¨¦s por un proceso de cambio.
El decreto de ayer, seg¨²n la agencia estatal de noticias Sana, tiene como objetivo "enriquecer la vida pol¨ªtica, creando una nueva din¨¢mica y permitiendo un cambio en el poder pol¨ªtico". Bachar el Asad, cuyos soldados y polic¨ªas han matado ya a m¨¢s de 1.600 ciudadanos desde marzo justamente para impedir un cambio en el poder pol¨ªtico, proh¨ªbe en su decreto los partidos basados en "la religi¨®n, la filiaci¨®n tribal y los intereses regionales" (lo que de entrada deja fuera de la ley a los Hermanos Musulmanes), y exige que cualquier partido de nueva creaci¨®n se atenga a la Constituci¨®n, cuyo art¨ªculo octavo atribuye al Partido Socialista ?rabe Baaz (hasta ahora partido ¨²nico) "el liderazgo en la sociedad" y la misi¨®n de poner "las masas populares" al servicio de "la Naci¨®n ¨¢rabe". Cuesta apreciar alg¨²n tipo de margen en el que pudieran funcionar realmente partidos de oposici¨®n.
A estas alturas, tanto los sirios como el resto del mundo son conscientes de que el sistema implantado por Hafez el Asad y continuado por su hijo Bachar es irreformable, como lo era el sovi¨¦tico, y que no hay m¨¢s alternativas que el continuismo o la ruptura. Pero, por alguna raz¨®n, Bachar el Asad considera que sus vagos decretos tienen todav¨ªa utilidad.
Una red de activistas sirios con base en Beirut (L¨ªbano) ha opinado que las promesas democratizadoras sirven como breves maniobras de distracci¨®n y como argumentos para gobiernos que, como el ruso, apuestan por un di¨¢logo "sin presiones exteriores" entre El Asad y los revolucionarios. Para el jefe de la diplomacia francesa, Alain Jupp¨¦, el decreto ha constituido "casi una provocaci¨®n". Muy distinta es la posici¨®n de Rusia, que a¨²n da una oportunidad al mandatario sirio. El presidente Dmitri Medvedev ha asegurado que "El Asad necesita urgentemente llevar a cabo las reformas, reconciliarse con la oposici¨®n y restablecer la paz y crear un Estado moderno". "Si fracasa", ha a?adido, "afrontar¨¢ un triste destino".
Todo indica que la aut¨¦ntica estrategia del presidente de Siria se parece a la que emple¨® su padre hace 30 a?os para sofocar las revueltas lideradas por los Hermanos Musulmanes: matar much¨ªsimo y de la forma m¨¢s cruel posible. A Hafez el Asad le funcion¨® en 1982: la destrucci¨®n de Hama, la misma ciudad martirizada estos d¨ªas, y la muerte de entre 10.000 y 20.000 personas imprimieron un terror profundo en la sociedad y garantizaron al r¨¦gimen largos a?os de tranquilidad.
Entonces no exist¨ªa Internet (la masacre de Hama tard¨® semanas en conocerse) y la Uni¨®n Sovi¨¦tica proporcionaba cobertura militar frente a hipot¨¦ticas intervenciones extranjeras. Ahora se conocen r¨¢pidamente las matanzas, aunque eso no significa gran cosa: una declaraci¨®n, ni siquiera una resoluci¨®n, del Consejo de Seguridad de la ONU emitida el mi¨¦rcoles conden¨® la brutalidad del r¨¦gimen sirio, pero a la vez garantiz¨® que las llamadas "potencias occidentales", arruinadas por la crisis de la deuda y exhaustas por su mini-intervenci¨®n militar en Libia, se mantendr¨ªan alejadas de Damasco.
Bachar el Asad sabe que tiene las manos libres. Y ha desencadenado el horror. Un activista en Hama ha dicho que hoy han muerto "al menos 45 personas", a las que habr¨ªa que sumar entre 100 y 150 desde el pasado fin de semana, cuando comenz¨® el asalto a la ciudad rebelde, y ha asegurado que miles de personas intentaban huir. Las l¨ªneas telef¨®nicas estaban cortadas y no era posible hablar directamente con los habitantes de Hama; un farmac¨¦utico que logr¨® hablar con su familia, atrapada en la localidad, ha dicho a la agencia Reuters que las bandas armadas alau¨ªes y el Ej¨¦rcito disparaban indiscriminadamente contra cualquiera que se atreviera a pisar la calle.
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