Como en una canci¨®n de The Clash
Los disturbios y el desencanto de Londres traen a la memoria la conciencia social del 'punk' de la banda brit¨¢nica
No deja de ser parad¨®jico: el Gobierno brit¨¢nico hab¨ªa elegido hace unos d¨ªas London Calling como canci¨®n oficial para la campa?a publicitaria de los Juegos Ol¨ªmpicos de Londres 2012. Nada ten¨ªa que ver ese himno del punk rock con la pompa del mayor evento deportivo (y comercial) del mundo. Hoy, las im¨¢genes de la capital brit¨¢nica ardiendo copan las portadas de los peri¨®dicos y las im¨¢genes de televisi¨®n. Como zaf¨¢ndose de una camisa de fuerza, la canci¨®n ha cobrado por s¨ª misma todo su significado original en la calle, donde la rabia y el desencanto social se han transformado en violencia y disturbios.
Seguramente, muchos de los j¨®venes encapuchados que saquean y asaltan comercios en Londres y otras ciudades del pa¨ªs no hayan escuchado nunca a The Clash, aunque es dif¨ªcil imaginar que no hayan recibido alguna resonancia de London Calling, uno de los discos m¨¢s mentados por los m¨²sicos de toda condici¨®n y que aparece peri¨®dicamente en las listas de "lo mejor de...". Y con todo, de alguna manera, es como si los textos de Joe Strummer cobrasen vida m¨¢s de 30 a?os despu¨¦s de que London Calling encumbrase a The Clash no solo como un grupo con un radar musical deslumbrante, sino tambi¨¦n como un referente ideol¨®gico. Si los Sex Pistols eran provocaci¨®n por encima de todo, Strummer, Mick Jones y compa?¨ªa dieron al punk madurez y conciencia social. Su aparente nihilismo conoc¨ªa el peso de la realidad y de la historia, sus letras buscaban la acci¨®n en una sociedad brit¨¢nica sumida en la depresi¨®n econ¨®mica.
"Londres llamando a los pueblos lejanos / ahora que se ha declarado la guerra, / y la batalla se acerca / Londres llamando al infierno / salid del armario, chicos y chicas". Con sus guitarrazos cortantes, as¨ª arranca la letra de London Calling, que muchos en Internet han querido hacer ya el himno oficial de estas protestas. De aquel doble ¨¢lbum, casi todas las composiciones encajan por su indignaci¨®n con estas revueltas brit¨¢nicas. Hateful, Guns of Brixton, Death or Glory o Train in vain son el sonido del desencanto rabioso. Y, a decir verdad, el paisaje de 1979 se parece mucho al del 2011.
Aunque se tiende a decir que el punk brit¨¢nico, con los Pistols y The Clash a la cabeza, naci¨® como respuesta al conservadurismo de Margaret Thatcher, conviene recordar que el brutal Never Mind the Bollocks, Here's the Sex Pistols sali¨® en 1977 y los Clash ya llevaban tres trabajos a sus espaldas (con canciones tan pol¨¦micas y escandalosas para el pensamiento de bien como White Riot o Tommy Gun) antes de que la Dama de hierro llegase al poder en mayo de 1979. Como hoy, una buena parte de la sociedad se hallaba fuertemente golpeada por la crisis econ¨®mica dentro de un ambiente de marginaci¨®n y discriminaci¨®n.
El punk de The Clash era fruto del llamado Invierno del descontento. Con la resaca mundial que dej¨® la crisis del petr¨®leo de 1973, el primer ministro brit¨¢nico, el laborista James Callaghan, tuvo que dimitir en 1979 cuando el pa¨ªs llevaba a?os cayendo en picado y se encontraba para entonces en una par¨¢lisis permanente entre huelgas generales y un desempleo e inflaci¨®n descontrolados. Antes, como ahora, el laborismo no supo dar respuesta a la depresi¨®n econ¨®mica y los conservadores llegaron al 10 de Downing Street con un programa de recortes sociales. La tensi¨®n ciudadana aument¨® hasta saltar la chispa de la revuelta. Fue Thatcher, como ahora Cameron, quien no ofreci¨® garant¨ªas, sino que pidi¨® m¨¢s sacrificios a millones de personas en una situaci¨®n penosa. La violencia callejera y racial en los barrios m¨¢s pobres se sucedi¨® en varios episodios en los primeros ochenta como hoy brotan en distintos puntos de Reino Unido. Tanto Thatcher como Cameron, tal vez, dinamitaron el factor psicol¨®gico de esos insurgentes urbanos a los que cantaban con urgencia y sin cortapisas los Clash, y que ellos mismos representaban en su condici¨®n de forajidos del rock.
"Estoy perdido en el supermercado / Ya no puedo comprar feliz / vine buscando una oferta / una atenci¨®n garantizada / yo no nac¨ª, yo me ca¨ª / nadie se fijaba en m¨ª". Cuando una canci¨®n como Lost in the supermarket se refiere a c¨®mo pudo ser la infancia de Mick Jones en el marginado barrio de Brixton, tal vez se puede hallar en ella semejanzas a la realidad de ahora en esas mismas calles. La cr¨ªtica al consumismo que guarda esta composici¨®n parece haber explotado en un sarcasmo del destino mientras el mundo entero contempla c¨®mo las turbas, lejos de buscar una transformaci¨®n social o cambio de las reglas del juego pol¨ªtico-social, se llevan televisores, electrodom¨¦sticos, tel¨¦fonos m¨®viles o ropa. Es vandalismo puro y duro que alguno asociara a las ideas de anarquismo y antiimperialismo promulgadas por The Clash.
Posiblemente, The Clash y lo que representaba su m¨²sica nunca se han ido. London Calling se cierra con Train in vain, la canci¨®n de un tren en vano que representa el sentimiento de p¨¦rdida y de abandono. Tal vez es uno de los sentimientos que mueven a la revuelta actual. Aun cuando The Clash nada haya influido en los protagonistas de estos disturbios, que andar¨¢n escuchando electr¨®nica o rap, seguramente, si Joe Strummer levantase la cabeza, tendr¨ªa una buena raz¨®n para coger una guitarra y, sin pararse a pensar en los Juegos Ol¨ªmpicos, componer una nueva canci¨®n.
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