EE UU reanuda la ayuda a Egipto pese a las vulneraciones de derechos humanos
La Casa Blanca condena la sentencia a los periodistas pero celebra la ¡°asociaci¨®n hist¨®rica¡±
Con guerra en Irak y Siria, caos en Libia y la impresi¨®n en Washington de que las primaveras ¨¢rabes fueron un mal sue?o que s¨®lo trajo desorden e inestabilidad, Estados Unidos regresa a los viejos modos que garantizaron una precaria pax americana en la regi¨®n.
Egipto, anclaje durante d¨¦cadas de la primera potencia en Oriente Medio y el mundo ¨¢rabe, es de nuevo un aliado indispensable. Un c¨ªrculo se cierra. Tres a?os despu¨¦s de la ca¨ªda de Hosni Mubarak, otro militar, el nuevo presidente Abdelfat¨¢ Al Sisi, es el hombre fuerte de EE UU. En El Cairo, el fin de semana, el secretario de Estado John Kerry habl¨® de la ¡°asociaci¨®n hist¨®rica¡± entre ambos pa¨ªses, anunci¨® el desbloqueo de 575 millones de d¨®lares en ayuda militar y prometi¨® que ¡°muy, muy pronto¡± las fuerzas armadas recibir¨ªan diez helic¨®pteros Apache.
¡°La idea de que las cosas vuelven al ¡®business as usual¡¯, a las relaciones habituales entre Egipto y EE UU, no deber¨ªa ser as¨ª¡±, dice Joe Stork, responsable de Oriente Medio y Norte de ?frica en la organizaci¨®n proderechos humanos Human Rights Watch. ¡°Es hora de que haya un cambio¡±.
"Lo que intentan hacer es mantener la relaci¨®n con los militares egipcios de manera normal, tanto como sea posible, y al mismo tiempo ser m¨¢s abierta y p¨²blicamente cr¨ªticos con el gobierno de Egipto, o con cosas que se hacen en Egipto, de lo que eran con el [anterior] presidente [Mohamed] Morsi", dice Michele Dunne, especialista en Oriente Medio del laboratorio de ideas Carnegie Endowment for International Peace. "El problema es que se trata de una contradicci¨®n: un d¨ªa anuncias que se reanuda una ayuda 575 millones, y el siguiente dices: 'Oh, Dios m¨ªo, la situaci¨®n humanitaria en Egipto es indignante'. ?Cu¨¢l de los dos vale? No est¨¢ claro".
La resaca de las primaveras ¨¢rabes empuja al presidente Obama hacia la ¡®realpolitik¡¯
La sentencia de prisi¨®n a tres periodistas de la cadena Al Yazira, dos d¨ªas despu¨¦s de conocerse la condena a muerte a 183 militantes de los Hermanos Musulmanes, mereci¨® la reprobaci¨®n de la Casa Blanca. En un comunicado, el portavoz del presidente, Barack Obama, pidi¨® al Gobierno egipcio que indultase o conmutase las sentencias de los periodistas y concediese la clemencia a todos los condenados por motivos pol¨ªticos.
Pero las decisiones judiciales recientes no han alterado los planes para reanudar la alianza militar que desde finales de los a?os setenta apuntal¨® la relaci¨®n entre EE UU y Egipto. El trato era redondo. A cambio de mantener la paz con Israel, Egipto recib¨ªa cada a?o centenares de millones de d¨®lares que invert¨ªa en armamento made in USA. El dinero no s¨®lo creaba empleo en las f¨¢bricas del Medio Oeste de EE UU sino que ofrec¨ªa a este pa¨ªs una palanca para influir en Oriente Medio.
Las primaveras ¨¢rabes ¡ªlas revueltas contra los l¨ªderes autoritarios que estallaron en 2011¡ª obligaron a Obama a revisar las alianzas de EE UU con reg¨ªmenes como el egipcio.
En T¨²nez, el pa¨ªs que mejor parado sali¨® de este proceso, EE UU apenas intervino. En Libia contribuy¨® a la campa?a de bombardeos que acab¨® con la ca¨ªda y muerte de Muamar el Gadafi. En Siria, el levantamiento contra Bachar el Asad deriv¨® en una guerra civil en la que han muerto m¨¢s de 150.000 personas. Irak era un caso aparte. Fue el antecesor del dem¨®crata Obama, el republicano George W. Bush, quien orden¨® la invasi¨®n de este pa¨ªs en 2003, antes de las primaveras, pero dej¨® una lecci¨®n en Washington: los cambios de r¨¦gimen no pod¨ªan venir impuestos de fuera.
Durante estos a?os el presidente de EE UU ha mantenido una posici¨®n ambigua, dividido entre la ret¨®rica en favor de la democracia, los intereses nacionales y la constataci¨®n de que la influencia de EE UU es limitada ante un proceso dif¨ªcil de controlar.
"No ha habido una pol¨ªtica de EE UU coherente ante la primavera ¨¢rabe", dice Dunne. "En todo caso, ser¨ªa una respuesta cauta, en algunos casos una respuesta de esperar y ver y un intento, con antiguos aliados como Egipto, de regresar en lo posible a las cosas tal como eran antes de 2011".
Egipto, el pa¨ªs m¨¢s poblado de la regi¨®n, era la prueba del ¨¦xito o fracaso de las protestas. Obama titube¨® durante las manifestaciones de la plaza Tahrir, en El Cairo, que precipitaron la ca¨ªda de Mubarak y coincidieron con una visita al Pent¨¢gono de los mandos militares egipcios. Preserv¨® la relaci¨®n con el ascenso al poder de Mohamed Morsi, el l¨ªder de los Hermanos Musulmanes. Se resisti¨® a designar como un ¡°golpe de estado¡± el golpe de estado que hace un a?o derroc¨® a Morsi e instaur¨® a un gobierno bajo control de las fuerzas armadas. En octubre EE UU suspendi¨® parte de la ayuda militar.
¡°En Egipto, Estados Unidos ha sido demasiado reticente a criticar el gobierno: primero con Mubarak, despu¨¦s los generales, despu¨¦s Morsi y, desde julio, de nuevo los generales¡±, dice Stork. ¡°A cada paso EE UU ha sido muy reticente a criticar abiertamente y a¨²n m¨¢s reticente a dar pasos como condicionar la ayuda militar [al respeto de los derechos humanos]¡±.
En Oriente Medio el tiempo de la democratizaci¨®n y el idealismo en la pol¨ªtica norteamericana han quedado aparcados. La realpolitik ¡ªla pol¨ªtica exterior fundada en los intereses nacionales¡ªvuelve al orden del d¨ªa.
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