La Coalici¨®n de los Vulnerables
El ¨¦nfasis de las pol¨ªticas en torno a las drogas debe colocarse en la ciudadan¨ªa, su bienestar, cohesi¨®n y convivencia
El consenso global en materia de drogas se ha comenzado ha erosionar, en medio de la fatiga y la frustraci¨®n frente a una pol¨ªtica que ha tenido pobres resultados. La ut¨®pica meta de un mundo libre de drogas est¨¢ lejos de alcanzase, mientras que la inercia del enfoque actual, desbalanceado y notablemente coercitivo, contin¨²a teniendo importantes efectos en aquellos pa¨ªses donde la guerra contra las drogas sigue vigente.
Los costos y los impactos negativos de la aplicaci¨®n del r¨¦gimen internacional se han distribuido en el mundo de manera desigual. Las repercusiones negativas del narcotr¨¢fico y la pol¨ªtica para hacerle frente, han reca¨ªdo especialmente en los pa¨ªses productores y de tr¨¢nsito. En estos lugares la debilidad institucional y la limitada presencia estatal ha sido agravada por intervenciones que han privilegiado la represi¨®n del mercado de drogas, sobre la salud y el bienestar de los ciudadanos.
En esto no solo han tenido responsabilidad los pa¨ªses consumidores que han impulsado un enfoque decididamente represivo para interrumpir la producci¨®n y el tr¨¢nsito de drogas, sino elites pol¨ªticas, fuerzas del orden locales y autoridades para quienes la estrategia represiva ha resultado funcional.
En la escena internacional el r¨¦gimen de control de drogas ha sido aplicado de manera asim¨¦trica. Mientras que los pa¨ªses m¨¢s desarrollados han tenido flexibilidad para interpretar sus compromisos, en la periferia los tratados de fiscalizaci¨®n de droga han sido camisas de fuerza con una talla ¨²nica para todos. Lo primeros han contado con mayores niveles de autonom¨ªa, determinado hacia donde van los recursos de cooperaci¨®n y transferido los costos de la lucha contras las drogas a los pa¨ªses con menores niveles de desarrollo. En cambio en ?frica, Latinoam¨¦rica, el Caribe y m¨¢s de una decenas de pa¨ªses en Asia, la pol¨ªtica de droga ha sido dictada desde afuera, con m¨²ltiples consecuencias negativas en el ¨¢mbito de la salud y los derechos humanos.
Mientras que esto ocurre, el negocio de las drogas ilegales ha ido floreciendo, con unos pocos ganadores. Aquellos que obtienen beneficios jugosos de este emporio ilegal y que gozan de lujos e inversiones intocadas a pesar de la parafernalia de normas y restricciones de distinto tipo. Un pu?ado de criminales que logran insertarse en las clases pudientes que suelen dar la bienvenida a los "nuevos ricos". Los pol¨ªticos corruptos que aprovechan los intersticios entre la ilegalidad y la legitimidad. Adem¨¢s de las burocracias creadas para "luchar" contra este flagelo. Entre tanto, los perdedores de las pol¨ªticas antinarc¨®ticos se encuentran en todas partes, en todas las edades, clases, g¨¦neros y culturas.
En los pa¨ªses menos desarrollados la pol¨ªtica de droga ha sido dictada desde afuera, con m¨²ltiples consecuencias negativas para la salud y los derechos humanos
Pero no todos los sectores han sido igualmente vulnerables. Los impactos negativos del narcotr¨¢fico y las pol¨ªticas de drogas han reca¨ªdo especialmente en campesinos y trabajadores temporales que se vinculan al cultivo; ind¨ªgenas y pobres rurales que se encuentran bajo la presi¨®n de los grupos armados ilegales y la ofensiva del Estado; los correos humanos cargados con drogas para ser traslados a los polos de demanda; los habitantes de los barrios humildes que son el escenario de pugnas territoriales; y tantos otros que constituyen el eslab¨®n m¨¢s d¨¦bil de una extensa cadena. La estigmatizaci¨®n, la restricci¨®n de derechos fundamentales, as¨ª como el uso y abuso de la fuerza contra estos grupos poblacionales ha sido la regla.
Por definici¨®n se asume que toda pol¨ªtica punitiva genera efectos indeseados. Los defensores del modelo anti-drogas vigente han afirmado que la aplicaci¨®n de ciertas medidas conlleva a imponderables y acarrea costos inesperados. Por lo general, se entiende que los tomadores de decisi¨®n no dise?an o aplican pol¨ªticas deliberadamente nocivas o implementan acciones con una intencionalidad negativa prefigurada. Pero las pol¨ªticas de drogas han ido en contra de esta premisa, con decisiones que a¨²n con sus derivaciones indeseables, siguen siendo tomadas. No se trata ya de un asunto de ineficacia o impericia impensada sino de convencimiento pol¨ªtico, una habituaci¨®n a que los da?os son inevitables. Bajo esa l¨®gica, la prohibici¨®n resulta inmodificable.
En este contexto, en diversos ¨¢mbitos nacionales e internacionales un abanico de voces ¡ªconservadores pol¨ªticos, liberales econ¨®micos, progresistas sociales, libertarios filos¨®ficos, reformistas legales y radicales ideol¨®gicos¡ª se expresan ciertamente en contra de las pol¨ªticas antidrogas actuales. Estas voces tienen ante s¨ª una oportunidad de articularse en torno al Periodo Especial de sesiones de la Asamblea General de las Naciones Unidas sobre el problema mundial de las drogas (UNGASS 2016), para demandar m¨¢rgenes de autonom¨ªa que permitan aplicar pol¨ªticas m¨¢s razonables y humanas. Este es el momento de exigir un debate, abierto, franco y realista que acepte que para obtener medidas sostenibles de largo plazo es necesario modificar varias pol¨ªticas actuales.
La consigna: El ¨¦nfasis de las pol¨ªticas en torno a las drogas ?¡ªy aun m¨¢s all¨¢ de ellas¡ª no debe localizarse en la sustancia propiamente dicha sino que debe colocarse en la ciudadan¨ªa, su bienestar, cohesi¨®n y convivencia en el marco de sistemas genuinamente democr¨¢ticos.
Juan Gabriel Tokatlian es director del Departamento de Ciencia Pol¨ªtica y Estudios Internacionales de la Universidad Di Tella (Buenos Aires, Argentina)
Juan Carlos Garz¨®n Vergara es Global Fellow del Woodrow Wilson Center (Washington DC) e investigador asociado de la Fundaci¨®n Ideas para la Paz (Colombia) @JCGarzonVergara
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