Kabul a¨²n sue?a con Europa
La inseguridad y el desempleo en su pa¨ªs animan a los afganos a tratar de llegar a la UE
A las cinco de la ma?ana, Kabul es todav¨ªa una ciudad fantasma que apenas empieza a despertar. Sus calles, que en pocas horas ser¨¢n una jungla de coches, bocinazos y frenadas en seco para evitar atropellar a alguien en el ¨²ltimo segundo, est¨¢n todav¨ªa vac¨ªas y oscuras a falta de que el sol empiece a asomar por las monta?as que rodean a la capital afgana. Solo un lugar de esta ciudad est¨¢ ya en pleno movimiento: las calles que rodean a la oficina de pasaportes, ante la que se extiende desde la madrugada una larga cola pese a que a¨²n quedan un par de horas para que abra sus puertas.
Azatullah, un joven de 19 a?os, lleva horas esperando para recoger su pasaporte. Sus planes son firmes: en cuanto tenga el preciado documento, intentar¨¢ llegar a Alemania, donde tiene un t¨ªo. ¡°Desde aqu¨ª ir¨¦ a Ir¨¢n legalmente, luego, de Ir¨¢n a Europa de forma ilegal¡±, revela. Esta es la ruta m¨¢s frecuente que escogen los afganos que deciden ir por la v¨ªa ilegal hasta Europa, ya que el visado iran¨ª es uno de los m¨¢s f¨¢ciles de conseguir. Y si no, tambi¨¦n hay rutas para atravesar la porosa frontera compartida. Desde Ir¨¢n, los emigrantes afganos cruzan, ilegalmente, a Turqu¨ªa, donde se preparan para la ¨²ltima etapa de su viaje, Europa.
Azatullah se encoge de hombros cuando se le pregunta por los peligros del viaje. ¡°En Afganist¨¢n la gente muere todos los d¨ªas. Si voy de esta manera, puede que muera, pero tambi¨¦n podr¨ªa llegar al para¨ªso, a Europa¡±, replica. El ¡°para¨ªso¡±, sin embargo, empieza a cerrar sus puertas. Alemania ya ha amenazado con empezar a deportar a refugiados afganos y varios pa¨ªses m¨¢s quieren endurecer las condiciones para este grupo, el segundo m¨¢s grande tras el sirio que llega a Europa.
Azatullah, que ha planeado este viaje con dos amigos que tambi¨¦n esperan en la cola para recoger su pasaporte, ya ha o¨ªdo que los refugiados afganos se est¨¢n convirtiendo en indeseados en Europa. Algunos empiezan a plantearse si merece la pena o no el viaje y los riesgos. ¡°En la ¨²ltima semana y media se ha notado un ligero descenso en las salidas¡±, confirma el portavoz del Ministerio de Refugiados afgano, Islamudin Jurat.
Pero Azatullah no duda, lo intentar¨¢ de todos modos porque no hay nada que lo retenga en Afganist¨¢n. ¡°Aqu¨ª hay muchos atentados suicidas, la econom¨ªa est¨¢ mal y no hay trabajo¡±, resume.
La inseguridad es el argumento m¨¢s esgrimido para justificar la emigraci¨®n, aunque se considera que la segunda raz¨®n, la falta de oportunidades econ¨®micas, es el verdadero detonante de la marcha de un pa¨ªs con un 24% de desempleo y el 36% de la poblaci¨®n viviendo por debajo de la l¨ªnea de pobreza. Y son muchos los que, pese al cambio de actitud en Europa, principal destino de la emigraci¨®n afgana, siguen dispuestos a seguir intent¨¢ndolo. ¡°Aqu¨ª todos estamos en lo mismo¡±, dice Azatullah se?alando al resto de hombres que aguardan pacientemente a que la oficina abra sus puertas.
Bien lo sabe Mohamed Ali. Este antiguo profesor ¡ªen paro, como tantos otros afganos¡ª trata de ganarse la vida ayudando a preparar los documentos para la solicitud de pasaporte. Cada ma?ana, hacia las tres de la madrugada, coloca una mesita cerca de la oficina de pasaportes con una vieja impresora-fotocopiadora que funciona con una bater¨ªa recargada la noche anterior. Tambi¨¦n asesora a los solicitantes de pasaporte y les ayuda a rellenar los documentos requeridos. Este tr¨¢mite se ha disparado en los ¨²ltimos meses, asegura.
¡°Hasta hace tres meses se ve¨ªa a menos gente, pero ahora cada d¨ªa hay entre 1.500 y 2.000 personas haciendo cola¡±, cuenta. M¨¢s o menos, desde la oleada de atentados suicidas que sacudi¨® Kabul y otras partes del pa¨ªs causando un centenar de muertos. Luego, en septiembre, los talibanes tomaron Kunduz. Desde entonces, los ¨¢nimos andan m¨¢s que exaltados entre una poblaci¨®n que teme un nuevo pico de violencia talib¨¢n.
¡°El a?o pasado, la fila de pasaportes estaba vac¨ªa, mi madre tard¨® solo dos d¨ªas en obtener su pasaporte. Yo llevo esperando tres meses¡±, se lamenta Yahia, un agente inmobiliario de unos 40 a?os. Desde el Ministerio de Refugiados se confirma, tambi¨¦n, esta percepci¨®n. En lo que va de a?o han salido de Afganist¨¢n, tanto legal como ilegalmente, 124.000 afganos, se?ala el portavoz Jurat. Y se espera que hasta diciembre la cifra total llegue a los 160.000.
Yahia asegura que no tiene intenci¨®n de abandonar de forma permanente Afganist¨¢n. Pero, como tantos afganos, tiene un familiar o un amigo que quiere o que ya ha intentado el sue?o europeo. Y le duele, dice, que Europa les est¨¦ ahora cerrando las puertas a los afganos. ¡°Me dan pena los refugiados que ser¨¢n enviados de vuelta a Afganist¨¢n, deber¨ªan aceptarlos porque tienen verdaderos problemas¡±, afirma. Es el caso de su primo, un profesor en la provincia de Logar. ¡°Este ¨²ltimo a?o tuvo graves problemas en la escuela con los talibanes, y por eso tuvo que escapar del pa¨ªs¡±. As¨ª que ¡°consigui¨® el pasaporte, logr¨® un visado para Ir¨¢n y de ah¨ª fue ilegalmente a Turqu¨ªa, y ahora va a intentar entrar en Europa¡±, cuenta en una historia que se repite.
El Gobierno afgano inici¨® hace dos meses una campa?a para alertar de los peligros de la emigraci¨®n ilegal. Adem¨¢s de carteles callejeros, ha distribuido panfletos y ha pedido la colaboraci¨®n de mezquitas y ancianos tribales para que repitan el mensaje, explica Jurat. Pero sabe que es dif¨ªcil luchar contra el des¨¢nimo generalizado que lleva a tantos a abandonar el pa¨ªs. El problema principal, dice con voz cansina, es la ¡°falta de esperanza en el futuro de Afganist¨¢n¡±. Y contra ello no hay campa?a que valga.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.