Misoginia en el olimpo universitario
Harvard quiere erradicar los clubes de alumnos masculinos en su lucha contra el sexismo y las agresiones sexuales
Tres generaciones de Roosevelt han sido miembros del Fly Club. Dicen que Franklin Delano se llev¨® un golpe de realidad cuando el Porcellian, el m¨¢s antiguo y discreto de Harvard, le rechaz¨®. Al fin y al cabo, su pariente y tambi¨¦n presidente, Theodore Roosevelt, hab¨ªa sido un porcellian, y porcellian hab¨ªa sido el primog¨¦nito de este. Pero en el Fly, del que Theodore tambi¨¦n form¨® parte, F. D. R. fue feliz y all¨ª recalaron tres de sus hijos.
Viejas fotos de j¨®venes patricios cuelgan de todas las paredes de la casa, un elegante edificio en Cambridge (Massachusetts). Richard Porteus, graduado en el 75 y actual presidente, explica las cuatro fases que cualquier aspirante debe superar antes de convertirse en uno de ellos. En las distintas estancias parece que el tiempo se detuvo hace un siglo y no se pueden fotografiar, pero Porteus las ense?a cort¨¦smente. ¡°La biblioteca conserva un aspecto muy similar al del 1904, cuando el joven Franklin era el responsable de construir la colecci¨®n¡±, explica entre librer¨ªas imponentes, repletas de ejemplares antiguos.
Otro de los elementos que han sobrevivido a la invenci¨®n del tel¨¦fono m¨®vil es que, despu¨¦s de 180 a?os de historia, el Fly sigue sin admitir mujeres. Los llamados clubs finales son asociaciones de alumnos distintas de las hermandades porque son m¨¢s exclusivas, m¨¢s discretas y est¨¢n ligadas solo a campus concretos. Ahora, la docena que sigue discriminando por sexo est¨¢n en la picota. Harvard les ha declarado la guerra dentro de su lucha contra el sexismo y contra algo siniestro: la epidemia de agresiones sexuales en la ¨¦lite universitaria estadounidense.
Epidemia de agresiones
Hay un relato s¨®rdido en el subsuelo de la universidad m¨¢s antigua de Am¨¦rica, una f¨¢brica de jefes de Estado, premios Nobel y presidentes de multinacionales. Una tercera parte de las mujeres de Harvard afirm¨® en una encuesta haber sufrido alg¨²n grado de agresi¨®n sexual desde que ingres¨® en ella y una de cada 10 haber sido violada. Los datos fueron publicados en septiembre dentro de una encuesta m¨¢s amplia elaborada por la Asociaci¨®n Americana de Universidades en septiembre que mostr¨® las cloacas del sistema.
En aquella encuesta, voluntaria y elaborada entre abril y mayo de 2015, particip¨® la crema de la educaci¨®n estadounidense, m¨¢s de 150.000 universitarios (no graduados, postgraduados y profesionales) de 27 universidades como Columbia, Harvard, Brown o Yale. Lo que revel¨® es que la incidencia de abusos sexuales mediante fuerza, amenazas o incapacitaci¨®n (mediante drogas o alcohol) entre las mujeres no graduadas alcanz¨® el 23%. Y el 10% afirm¨® haber sido violada. Y tan solo un 28% de los sucesos ¡°incluso de los m¨¢s graves¡± hab¨ªa sido denunciando ante alguna autoridad.
Un grupo de trabajo independiente para la prevenci¨®n de agresiones sexuales en Harvard, creado tras la encuesta, denunci¨® actitudes ¡°profundamente mis¨®ginas¡± en estos clubes que crean un ambiente nocivo para las mujeres. El 47% de las encuestadas que acud¨ªan a fiestas o eventos (en los clubes masculinos como invitadas o en los femeninos) afirman haber sufrido alg¨²n tipo de abuso, muchas veces con alcohol de por medio, un porcentaje muy superior a la media. ¡°La estructura de estos clubes ¡ªhombres en posiciones de poder que involucra a las mujeres en t¨¦rminos de desigualdad y a veces muy sexuales¡ª explica bien el trabajo que tenemos por delante¡±, concluy¨® su informe.? Aunque no considera estos clubes ni el ¨²nico ni el mayor motivo de las agresiones, pidi¨® a la Universidad, dentro de un amplio paquete de medidas, que act¨²e contra ellos.
Harvard ya rompi¨® lazos con los que se negaron a convertirse en unisex en 1984, pero la Administraci¨®n ha advertido ahora a las asociaciones ¨Ctanto masculinas como femeninas- de que penalizar¨¢ los futuros miembros de cualquier entidad que discrimine por sexo vet¨¢ndoles recomendaciones, cargos en otras organizaciones estudiantiles o equipos atl¨¦ticos. Aunque no tengan ya ning¨²n reconocimiento por parte de Harvard, los clubes ¡°juegan un papel inequ¨ªvoco y creciente en la vida estudiantil, en muchos casos promulgando formas de privilegio y exclusi¨®n que est¨¢n en las ant¨ªpodas de nuestros valores m¨¢s profundos¡±, dijo la presidenta de Harvard, Drew G. Faust.
Protesta contra ello Mitchell Dong, orgulloso miembro del Fly, cuyo emblema luce en la pajarita. Es el d¨ªa de las graduaciones, al final del mes de mayo, y Mitchell se encuentra en el campus junto con j¨®venes con chaqu¨¦ y chistera. ¡°La escuela debe luchar contra las agresiones sexuales, pero no puede prohibir a la gente asociarse en funci¨®n del criterio que crean conveniente, ?es uno de los fundamentos de la Am¨¦rica libre!¡±, dice.
¡°Aqu¨ª no hay ning¨²n desprecio a las mujeres, nos relacionamos con ellas en el resto de ¨¢mbitos de la vida y hacemos actos con clubes femeninos, pero en este club los miembros han sido hombres tradicionalmente y tambi¨¦n valoramos esa parte diferente de nuestra vida¡±, defiende Porteus. ?Por qu¨¦ no entonces un club solo para hombres blancos? ¡°Eso no es justo¡±, se queja, ¡°no se puede comprar la selecci¨®n por sexo con la discriminaci¨®n racial porque la raza es una construcci¨®n social y el g¨¦nero es una condici¨®n biol¨®gica, aunque pueda cambiar¡±.
Otros argumentos han generado estupor. ¡°Obligar a las organizaci¨®n de un solo g¨¦nero aceptar a miembros del sexo opuesto podr¨ªa aumentar, en lugar de reducir, las posibilidades de agresiones sexuales¡±, dijo el presidente del m¨¢s secretista de los clubes, el Porcellian, Charles M. Storey, a The Crimson, el peri¨®dico de la universidad. Luego se disculp¨®. All¨ª las mujeres no pueden ir ni de visita.
De las fiestas y ritos de iniciaci¨®n de los clubes y hermandades existe una buena colecci¨®n de leyendas. The Boston Globe public¨® en noviembre que The Fox se hab¨ªa planteado aceptar mujeres por primera vez en su historia, pero la fiesta con las primeras candidatas se fue tanto de las manos -con desnudos y disfraces de tibur¨®n de por medio- que decidieron cerrar el club durante varios meses.
Algunas entidades femeninas tambi¨¦n protestan
Y Harvard se ha topado tambi¨¦n con la resistencia de las entidades femeninas. ¡°La violencia sexual es un enorme problema pero esta no es la manera de solucionarlo¡±, opina Lauren White, de 26 a?os, que formaba parte de una hermandad pero prefiere no decir cu¨¢l. ¡°Se ha llamado a estos clubes bastiones de la riqueza y del privilegio, pero la Universidad de Harvard solo acepta al 5% de los que lo solicitan, tiene un proceso de admisiones inherentemente selectivo¡±, a?ade.
Aunque la memebres¨ªa suele ser secreta (y vitalicia), los hermanos Kennedy, JFK y Bob, eran miembros supuestamente de otro club solo para hombres, el Fee, mientras que Ted form¨® parte del Owl.
¡°Los clubes de un solo g¨¦nero perpet¨²an unas actitudes de exclusi¨®n en el campus que es perjudicial e innecesaria. No creo que esos espacios necesiten ser excluyentes¡±, discrepa Brianna Suslovick, reci¨¦n graduada en Harvard en antropolog¨ªa y estudios de g¨¦nero.
Ahora, algunas entidades se est¨¢n planteando si abren las puertas a las mujeres. ¡°Hay clubes de mujeres y de hombres, ?qu¨¦ problema hay con ello? Siempre fue as¨ª¡±, apunta un socio del Oak. Porque en ese santuario del conocimiento llamado Harvard, parad¨®jicamente, en algunos ambientes los por qu¨¦ se responden con un desde cu¨¢ndo. Harvard no lo tiene f¨¢cil, ya lo dice el lema: ¡°una vez eres porcellian, ser¨¢s siempre un porcellian¡±.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.