La muerte del narrador
Sin Fidel Castro, febrero de 2018 es ahora ¡°la semana que viene¡±
Ahora s¨ª, despu¨¦s de haber muerto tantas veces, su obituario ver¨¢ la luz. Como con todos los personajes notables, los peri¨®dicos tienen la nota f¨²nebre escrita. Pero ninguna como en el caso de Fidel Castro. Un director de peri¨®dico sol¨ªa tenerla sobre su escritorio, para sorpresa, tristeza o regocijo de sus visitantes.
?D¨®nde estaba usted cuando muri¨® Fidel Castro? Casi en simult¨¢neo, fue una explosi¨®n de diatribas y paneg¨ªricos por igual. Mi primer pensamiento fue preguntarme acerca de las muertes de Stroessner, Trujillo, Ceausescu, Marcos o cualquier otro sult¨¢n del siglo XX. Ninguno de ellos sultanes del swing, por cierto.
Es que Castro muri¨® de manera muy pedestre. No fue ejecutado y ni siquiera en el ejercicio del poder, solo como pr¨®cer viviente, en su casa en vez del museo y vistiendo conjuntos deportivos Adidas en lugar de uniforme militar. Claro que lleg¨® al siglo XXI.
Muere casi como ancianito fr¨¢gil quien instal¨® el r¨¦gimen de partido ¨²nico, el revolucionario partidario de la dinast¨ªa absolutista, el que dise?¨® el r¨¦gimen de inteligencia interna m¨¢s eficiente que se conozca, un competitivo producto de exportaci¨®n.
En la narrativa latinoamericana, muere Sherezada, la narradora de Las mil y una noches, escrib¨ª alguna vez. El origen de todos los mitos y leyendas. El que transform¨® la autocracia en hombre nuevo, el embargo en bloqueo, la protecci¨®n de Mosc¨² en supuesto combate cotidiano, la delaci¨®n miserable en solidaridad del pueblo, la falta de libertades en nueva trova, y una nueva trova a la que tambi¨¦n reprimi¨® cuando decidieron ejercer esas libertades.
Es la leyenda de la siempre inminente invasi¨®n, de los derechos de los pueblos latinoamericanos, con un pueblo casi sin derechos. Es el mito de la lucha contra el imperialismo yankee y sus c¨®mplices dictaduras fascistas¡ªla de Pinochet¡ªmientras hac¨ªa negocios con otras dictaduras fascistas¡ªla de Videla¡ªobedeciendo ¨®rdenes de otro imperialismo, el sovi¨¦tico.
Muere quien en su hip¨®crita estalinismo contamin¨® a la izquierda latinoamericana, quien vaci¨® de contenido al progresismo, quien hasta fue capaz de inspirar a la rom¨¢ntica canci¨®n revolucionaria latinoamericana, despertando idealismo donde solo hab¨ªa poder desp¨®tico de un Estado controlado a voluntad.
No mucho cambiar¨¢ sin ¨¦l, en la periferia del poder desde hace una d¨¦cada, excepto los tiempos y el contenido de la pretendida transici¨®n controlada desde arriba. Sin Fidel Castro, el tiempo ir¨¢ m¨¢s r¨¢pido: febrero de 2018 es ahora ¡°la semana que viene¡±.
Sin ¨¦l, la incertidumbre caracter¨ªstica de toda transici¨®n podr¨ªa crecer exponencialmente. Y sin ¨¦l, la teleolog¨ªa castrista podr¨ªa quedar trunca. Hay mucho trabajo para los dem¨®cratas cubanos.
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