La Davis, un triunfo antiargentino
En pocos lugares del mundo la diferencia entre ganador y perdedor es tan radical
Si algo seguro ocurre con la suerte, es que cambia. Una demostraci¨®n categ¨®rica de eso ha vivido en estos d¨ªas el potente y longil¨ªneo Juan Mart¨ªn del Potro, la estrella del tenis argentino, que fue clave en la obtenci¨®n de la primera Copa Davis para nuestro pa¨ªs. Hace solo cuatro a?os, Del Potro se retir¨® humillado de un estadio de tenis en la Argentina porque hab¨ªa decidido no presentarse al quinto punto de un match debido a una lesi¨®n. Pecho fr¨ªo, le gritaban. Pecho fr¨ªo es un t¨¦rmino muy hiriente que, en la jerga local, se le aplica a los que no tienen hombr¨ªa, sangre en las venas, coraje, entrega: pelotas. Messi conoce bien su significado porque, incre¨ªblemente, algunos hinchas muchas veces tambi¨¦n se lo gritaron a ¨¦l.
No hay nada peor que ser pecho fr¨ªo en Argentina. Pero, afortunadamente para Del Potro, eso es cosa del pasado.
Ahora entr¨® en otra categor¨ªa: es Dios. Ha subido velozmente al olimpo argentino, donde al parecer lo estaban esperando Diego Maradona, Alfredo Di St¨¦fano, Guillermo Vilas, Lio Messi, Emmanuel Gin¨®bili, Juan Manuel Fangio, Carlos Monz¨®n y Roberto De Vicenzo.
Era un despreciable calculador que, en momentos en que la Patria estaba en peligro, ten¨ªa el tup¨¦ de cuidar su mu?eca, esa misma que lo tuvo a maltraer durante toda su carrera y que le impidi¨® ocupar de manera constante un lugar entre los mejores del mundo.
Ahora es un ejemplo para los ni?os, un patriota, un comeback kid.
Por definici¨®n, el que pierde es un perdedor y el que gana, un ganador. Pero en pocos lugares del mundo esa diferencia es tan radical como en la Argentina. Quien supo percibir a tiempo lo da?ino de esas percepciones fue Daniel Orsanic, el paciente y sabio capit¨¢n argentino de la Davis. Orsanic no fue un jugador de tenis que descollara y le toc¨® conducir un equipo con m¨¢s inc¨®gnitas que jugadores. En la primera d¨¦cada de este siglo, la Argentina cont¨® con media docena de jugadores que se ubicaban entre los mejores del mundo. En un momento, cinco de los diez top ten eran argentinos. Sin embargo, nunca ganaron la Davis. Eran fant¨¢sticos por separado. Pero, en equipo, no funcionaban: casi una definici¨®n del ser nacional.
Orsanic tuvo que hacerse cargo en una ¨¦poca de escasez. Al comienzo del a?o, Del Potro no figuraba entre los mejores 1.000 del mundo. Y los dem¨¢s jugadores, habitualmente, no superaban el puesto 50. ?C¨®mo podr¨ªa ganar la Davis ese equipo maltrecho? Paso a paso, en el primer match la Argentina le gan¨® a Polonia. Luego, contra todos los pron¨®sticos, derrot¨® a Italia de visitante. Para mitad de a?o, Del Potro ya mostraba que hab¨ªa regresado al tenis en su mejor nivel. Por entonces, Orsanic razonaba, una y otra vez, ante quien quisiera o¨ªrlo. ¡°Es dif¨ªcil siempre ser deportista de elite. Pero mucho m¨¢s en la Argentina. En pocos lugares te humillan tanto cuando perd¨¦s y te apoyan tanto cuando ganas. Eso desequilibra a cualquiera. La gente debe darse cuenta que lo importante es la entrega, el trabajo en equipo, la constancia y el respeto por los deportistas. Ojal¨¢ ganemos. Pero m¨¢s relevante es dejar todo en el camino¡±. Orsanic hizo hacia afuera y hacia adentro del equipo una tarea docente que consist¨ªa en poner las cosas en su lugar. ?l jam¨¢s lo dir¨ªa as¨ª, pero tal vez explicaba que para ganar la Davis los argentinos deb¨ªamos, por un ratito, dejar de ser tan argentinos.
As¨ª las cosas, cuando la Argentina ten¨ªa a los mejores, perdi¨®. Y ahora, con jugadores mayormente m¨¢s discretos, desplaz¨® al Reino Unido, el del uno del mundo, y a Croacia, el equipo del temible Martin Cilic. He all¨ª un m¨¦todo no muy novedoso pero que suele ser eficiente: la tenacidad, el esfuerzo, el trabajo en equipo, la consciencia de los propios l¨ªmites, que existen, la convicci¨®n de que nadie est¨¢ condenado el ¨¦xito, todo eso puede funcionar.
?C¨®mo evitar ahora que el conmovedor triunfo nos confirme que Dios es argentino y nos lleve a insultar de nuevo a cualquiera que desmienta que solo nos merecemos triunfar?
Eso, ni Orsanic ni Del Potro podr¨¢n conseguirlo. Porque Dios, en realidad, es argentino. Claro que lo es. ?O alg¨²n pecho fr¨ªo es capaz de dudarlo?
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