El pulso de EE UU y Rusia en el sur del C¨¢ucaso
Mosc¨² y Washington afirman sus intereses en el sur del C¨¢ucaso mientras Georgia y Abjasia mantienen las tensiones que las llevaron a la guerra en 2008
Un carro tirado por un jamelgo es el transporte m¨¢s regular existente entre dos entornos geoestrat¨¦gicos al sur del C¨¢ucaso. El carro, lleno de campesinos, cruza el puente sobre el r¨ªo Inguri, entre la ribera controlada por Georgia, pa¨ªs prooccidental en rumbo hacia la OTAN, y la ribera controlada por Abjasia, un territorio con 220 kil¨®metros de costa del mar Negro, en el que Rusia tiene bases militares tras haberlo reconocido como Estado en 2008.
Al desmoronarse la URSS, en 1991, Abjasia era una autonom¨ªa conflictiva en la rep¨²blica sovi¨¦tica de Georgia. Los abjasos reivindicaban su propia lengua y cultura frente a las imposiciones de Tbilisi. En 1992, las milicias georgianas invadieron Abjasia, pero fueron rechazadas por los abjasos en 1993, con ayuda de voluntarios del norte del C¨¢ucaso (entre ellos chechenos) y militares rusos simpatizantes. Los georgianos de Abjasia, que eran la mayor¨ªa local, se vieron obligados a huir, acusados de colaborar con Tbilisi.
El Inguri es la l¨ªnea divisoria donde qued¨® congelada la guerra entre georgianos y abjasos tras los acuerdos ¡ªarbitrados por Rusia¡ª de 1994, que abrieron estos parajes a pacificadores internacionales y observadores de la ONU. Desde entonces, aquel conflicto ha pasado por varias fases, seg¨²n los cambios de rumbo de Mosc¨² y de Tbilisi. Abjasia es hoy uno de los territorios problem¨¢ticos legados por la URSS y, de todos ellos, es el m¨¢s rotundo en la afirmaci¨®n (con argumentos hist¨®ricos) de su independencia y su identidad como Estado. Pero los grandes actores de la pol¨ªtica mundial no entran en matices sobre las consecuencias de la pol¨ªtica de Stalin, que dividi¨® la URSS de forma artificial y cre¨® flujos migratorios que alteraron equilibrios demogr¨¢ficos seculares.
Abjasia, cuya poblaci¨®n es inferior hoy a los 250.000 habitantes, se ha opuesto en redondo al retorno masivo de los desplazados georgianos ¡ªque se calculan en m¨¢s de 200.000¡ª, aunque permiti¨® la vuelta de varias decenas de miles de habitantes de un valle local (Gali) refugiados en Georgia durante la guerra. Eso fue, sin embargo, antes de 2008, cuando la ONU y otras entidades internacionales a¨²n operaban sobre el terreno en Abjasia en b¨²squeda de una f¨®rmula com¨²n entre las dos comunidades.
El frustrado ataque del presidente georgiano Mija¨ªl Saakashvili a la poblaci¨®n civil en Osetia del Sur, otra antigua autonom¨ªa problem¨¢tica, en agosto de 2008, fue el inicio de una nueva ¨¦poca en la regi¨®n. Rusia repeli¨® aquel ataque y, tras reconocer a Abjasia y Osetia del Sur como Estados, oblig¨® a marcharse a los mediadores y observadores internacionales de aquellos conflictos territoriales. En oto?o de 2014, Rusia y Abjasia firmaron un acuerdo de amistad en base al cual han creado agrupaciones militares, policiales y de seguridad comunes. Los pacificadores rusos de 2008 se han convertido en soldados acuartelados en bases militares y, seg¨²n c¨¢lculos georgianos, Mosc¨² tiene una presencia militar permanente de 10.000 hombres en Abjasia y Osetia del Sur.
En la parte abjasa del r¨ªo Inguri, los viajeros procedentes de Georgia son recibidos por guardafronteras rusos. Medios pol¨ªticos en Sujum aseguran que el presidente de Abjasia, Alexandr Ankvav, fue forzado a dimitir en junio de 2014 porque se opon¨ªa a aquel acuerdo. Su sucesor, Raul J¨¢dzhimba, procedente del KGB de la URSS, firm¨® el documento que estrecha los lazos con Mosc¨² y es considerado m¨¢s complaciente que su antecesor con el Kremlin, que est¨¢ presionando a Abjasia para que limite las actividades de las ONG locales que velan por la sociedad civil y mantienen v¨ªnculos con Occidente.
Este mes, EE UU y Rusia han reiterado sus compromisos en la regi¨®n. En Tbilisi, el vicepresidente norteamericano Mike Pence, dijo que ¡°Georgia es un socio clave de EE UU¡± y conden¨® a Rusia por ¡°continuar ocupando una quinta parte del territorio georgiano¡±. La intervenci¨®n de Pence anim¨® a los pol¨ªticos georgianos, que se hab¨ªan sentido relegados por Barack Obama.
Pocos d¨ªas despu¨¦s, Putin replic¨®. En un viaje de dos horas y media a Abjasia, el l¨ªder ruso afirm¨® que su pa¨ªs tiene ¡°una relaci¨®n especial¡± con ese territorio. ¡°Garantizamos la seguridad, la autonom¨ªa y la independencia de Abjasia¡±, dijo el presidente, durante cuya visita se firm¨® un acuerdo que garantiza a los abjasos el acceso al sistema de seguridad social ruso.
En Tbilisi consideran este acuerdo una respuesta a la atenci¨®n sanitaria gratuita de calidad que los abjasos reciben en Georgia, pa¨ªs que, tras el mandato de Saakashvili, inici¨® una nueva pol¨ªtica de ¡°mano tendida¡± con la esperanza de reintegrar a las antiguas autonom¨ªas de modo pac¨ªfico.
Georgia, de 3,7 millones de habitantes, apuesta por el turismo y ha recibido cuatro millones de visitantes de enero a julio de 2017. Conjuntamente con empresas norteamericanas y financiaci¨®n europea, Tbilisi planea construir un puerto de gran profundidad en Anaklia, en las cercan¨ªas de Abjasia. Con esta inversi¨®n de 2.500 millones de d¨®lares Georgia espera beneficiarse del comercio de Occidente con China y tambi¨¦n atraer a trabajadores y empresarios abjasos. En Sujum, sin embargo, son indiferentes a los planes georgianos y el ministro de Econom¨ªa, Augur Ardzimba, afirma que ¡°solo un loco¡± puede esperar que Abjasia se reintegre en Georgia. Los contrastes van en aumento en el paisaje en las riberas del Inguri: en la parte georgiana las playas se llenan de rascacielos acristalados, mientras la parte abjasa est¨¢ jalonada de ruinas que mantienen la memoria de la guerra.
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