Erdogan desgarra a los turcos de Alemania
La comunidad de casi tres millones de personas vive m¨¢s polarizada que nunca los conflictos de los dos Gobiernos, que han irrumpido con fuerza en la campa?a electoral
El dibujo de la camiseta de Ilkay Y¨¹cel es ya un emblema que muchos alemanes reconocen al instante. Unas gafas de sol, un bigote y el hashtag #freedeniz bastan para identificar la causa por la libertad de Deniz Y¨¹cel, corresponsal en Estambul de Die Welt encarcelado desde febrero por el r¨¦gimen de Recep Tayyip Erdogan. ¡°219 d¨ªas en cautiverio¡±, recuerda, como cada ma?ana desde hace ya demasiado tiempo, la primera p¨¢gina de su peri¨®dico.
¡°Dadas las circunstancias, se encuentra bien. Es muy fuerte. Y no ha perdido su sentido del humor¡±, responde Ilkay, hermana del periodista, en un caf¨¦ de Fr¨¢ncfort. Y las circunstancias son especialmente duras. Y¨¹cel, nacido en Alemania de padres turcos, lleva siete meses en aislamiento, un r¨¦gimen que le permite recibir una visita semanal de una hora. El resto del tiempo lo pasa completamente solo. Ni siquiera cuando hace ejercicio puede acercarse a los otros presos.
No es el ¨²nico alem¨¢n encarcelado en Turqu¨ªa, pero su caso se ha erigido en s¨ªmbolo de la libertad de expresi¨®n en un pa¨ªs que hasta hace poco pasaba por estrecho aliado de Occidente; y muestra de forma brutal la tensi¨®n creciente entre los Gobiernos de Berl¨ªn y Ankara.
El conflicto entre los defensores de Erdogan y sus cr¨ªticos va m¨¢s all¨¢ de los pasillos oficiales. Ya se ha instalado en las calles de Alemania, donde viven casi tres millones de personas de origen turco. De estos, en torno a 900.000 ¡ªno existe una cifra oficial¡ª podr¨¢n votar en las elecciones del domingo, un derecho que tradicionalmente han ejercido apoyando a los socialdem¨®cratas. Es esta una comunidad heterog¨¦nea, donde conviven hombres y mujeres integrados en el pa¨ªs que les recibi¨® con otros que no hablan una palabra de alem¨¢n, modernos con tradicionales, laicos con religiosos... Pero las diferencias que siempre hab¨ªan existido se han disparado en los ¨²ltimos meses.
¡°Deniz no sabe por qu¨¦ lleva siete meses en la c¨¢rcel. Es absurdo¡±, dice la hermana del periodista turcoalem¨¢n preso en Estambul
¡°Nunca hab¨ªamos estado tan polarizados. Yo tampoco me salvo de este proceso de alejamiento. Tengo una vecina de Anatolia, de la parte m¨¢s tradicional de Turqu¨ªa, con la que sol¨ªa darme los buenos d¨ªas e intercambiar unas palabras amables. Pero desde el encarcelamiento de Deniz, no me ha preguntado ni una sola vez c¨®mo est¨¢. Al ver reacciones as¨ª pienso, ?qu¨¦ tengo que ver yo con esos fans de Erdogan? No los necesito para nada¡±, se responde a s¨ª misma la hermana del periodista sin ocultar su enfado.
Como ya ocurri¨® antes del refer¨¦ndum de abril con el que Erdogan se dot¨® de a¨²n m¨¢s poderes, el conflicto se ha agravado en v¨ªsperas de las elecciones alemanas.
Indignaci¨®n de Merkel
En pocos d¨ªas, los dos pa¨ªses han chocado por la injerencia turca ¡ªel presidente pidi¨® a los suyos que no voten ni a democristianos ni a socialdem¨®cratas ni a verdes¡ª, por la recomendaci¨®n turca de no viajar a Alemania ¡ªalgo que indign¨® a la canciller Angela Merkel, que dijo sentirse ¡°orgullosa¡± de que en su pa¨ªs los periodistas no sean encarcelados¡ª y por la celebraci¨®n el pasado s¨¢bado en Colonia de una manifestaci¨®n prokurda en la que se exhibieron banderas del PKK, un partido considerado terrorista por las propias autoridades alemanas, y una fotograf¨ªa gigantesca de su l¨ªder Abdal¨¢ Ocalan. La tolerancia ante la marcha prokurda ha dado nuevos br¨ªos a la furia de Ankara.
Y sobre todos estos problemas sobrevuela el caso de Y¨¹cel y otros alemanes encarcelados acusados de propaganda terrorista, como una periodista y traductora y un activista por los derechos humanos. A diferencia del corresponsal de Die Welt, que tiene la doble nacionalidad, estos ¨²ltimos son solo alemanes.
Atila Karab?rkl¨¹ vive en Fr¨¢ncfort, a pocos kil¨®metros del pueblo al que la familia Y¨¹cel lleg¨® de Turqu¨ªa en la ¨¦poca en la que a los emigrantes se les llamaba, de forma algo desde?osa, ¡°trabajadores invitados¡±.
El polit¨®logo Karab?rkl¨¹ creci¨® en una Alemania muy distinta de la actual, en el que las medidas de integraci¨®n de las que tanto se habla ahora eran inexistentes. Hace solo tres meses que la TGD ¡ªla segunda mayor asociaci¨®n de turcos en Alemania, de car¨¢cter laico y antierdoganista¡ª le eligi¨® como presidente.
¡°En nuestra comunidad no tenemos una discusi¨®n democr¨¢tica basada en argumentos. En su lugar, Erdogan se ha convertido en una especie de culto, con seguidores como hooligans. La tensi¨®n aumenta en nuestra vida diaria, en el trabajo o en la escuela, por miedo a ser espiados por los que no piensan como nosotros¡±, asegura Karab?rkl¨¹. ¡°Y esto ocurre en un ambiente de mayores prejuicios contra los turcos, con episodios diarios de racismo. Sin olvidar que un partido de ultraderecha puede convertirse en la tercera fuerza¡±, a?ade.
El problema de la infiltraci¨®n de los gobernantes turcos no es nuevo. Ankara env¨ªa a Alemania un millar de imanes conservadores que se agrupan bajo la poderosa organizaci¨®n Ditib. Las denuncias de que esta plataforma sirve tambi¨¦n como fuente de espionaje para el Gobierno turco se suceden de tanto en tanto. Y precisamente el ahora encarcelado Y¨¹cel es uno de los periodistas que lo hab¨ªan denunciado.
Su hermana asiente cuando se le pregunta si ella tambi¨¦n cree, como el ministro de Exteriores, Sigmar Gabriel, que Erdogan tiene a Y¨¹cel como ¡°reh¨¦n¡±. Ella usa continuamente la palabra ¡°absurdo¡± para referirse al proceso. ¡°Ni siquiera sabe exactamente de qu¨¦ se le acusa¡±, dice. De alguna forma, Ilkay cree que lo ocurrido le ha obligado a cambiar los papeles con su hermano. ¡°?l siempre fue el extrovertido que viajaba. Y yo, la t¨ªmida que se qued¨® en casa. Pero ahora que ¨¦l no puede moverse, soy yo la que tengo que alzar la voz. Y hacer que la gente no olvide lo que est¨¢ pasando¡±.
Un partido para los fans de Erdogan
Cerca de 900.000 alemanes de origen turco tendr¨¢n derecho a voto en las elecciones del domingo. Y, si hacen caso de las recomendaciones del presidente Erdogan, no apoyar¨¢n ni a la CDU de Merkel ni al SPD de Schulz ni a Los Verdes. No quedan muchas alternativas. Pero los que vivan en el Estado de Renania del Norte-Westfalia tienen una opci¨®n que seguro que agrada mucho m¨¢s al presidente turco: la Alianza de los Dem¨®cratas Alemanes (ADD). Este partido fue fundado el a?o pasado por erdoganistas convencidos como reacci¨®n a la condena del Bundestag del genocidio armenio perpetrado hace un siglo por el Imperio Otomano, una resoluci¨®n que enfureci¨® a Ankara.
Los responsables de la ADD no esconden sus simpat¨ªas. En los c¨¢rteles para las elecciones federales aparece un Erdogan con aire de padre protector. El texto, redactado en turco, se dirige a los ¡°amigos de Turqu¨ªa¡±. El peque?o partido ¡ªque obtuvo un 0,1% de los votos en las elecciones regionales de Renania del Norte-Westfalia¡ª no tiene ninguna posibilidad de obtener representaci¨®n parlamentaria. Pero no solo ellos llevan al presidente turco a su propaganda electoral. En un cartel, Los Verdes ped¨ªan el voto para ¡°fastidiar a Erdogan¡±.
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