¡°Hay un gran margen de mejora en la supervisi¨®n de las construcciones en M¨¦xico¡±
El investigador de la UNAM valora los cambios en la normativa de edificaci¨®n tras el terremoto de 1985, pero pone el foco en la necesidad de asegurar su cumplimiento
El sism¨®logo de la Universidad Nacional Aut¨®noma de M¨¦xico (UNAM) Miguel ?ngel Santoyo (Ciudad de M¨¦xico, 1964) atiende a EL PA?S en una cafeter¨ªa de la capital desde la que todav¨ªa son visibles los estragos de la serie de terremotos que ha sacudido la urbe en los ¨²ltimos 20 d¨ªas: grietas en las juntas de los edificios con el piso de la calle y trozos de cornisas todav¨ªa en el suelo. Apenas cinco horas antes, la capital mexicana ha vivido otro sobresalto: un temblor de 6,1 grados, r¨¦plica del del d¨ªa 7 de septiembre, ha hecho saltar todas las alarmas.
Pregunta. ?Por qu¨¦ no se pueden predecir los terremotos?
Respuesta. Porque los procesos f¨ªsicos que producen un sismo son muy complejos y en ellos intervienen muchas variables, como la cantidad de esfuerzos que se acumulan en el subsuelo. Esa acumulaci¨®n puede tener muchas causas muy distintas entre s¨ª: la interacci¨®n de varias placas tect¨®nicas, vulcanismo, la aparici¨®n de una caverna subterr¨¢nea, el colapso de una mina o incluso una explosi¨®n nuclear.
P. ?Y no se pueden medir esos esfuerzos para predecir el temblor?
R. Intentar estimar esos esfuerzos es una de las grandes l¨ªneas de investigaci¨®n de la sismolog¨ªa. Pero no es f¨¢cil hacerlo. Un ejemplo, la profundidad a la que han ocurrido estos tres ¨²ltimos sismos en M¨¦xico es superior a los 50 kil¨®metros y el pozo m¨¢s profundo que jam¨¢s ha podido perforar el hombre es de aproximadamente 18. Estamos muy lejos de poder llegar con instrumento de medida a las profundidades a las que se producen muchos terremotos.
P. ?C¨®mo de lejos est¨¢ la ciencia del momento en el que se puedan?anticipar los terremotos?
R. Lej¨ªsimos. Son procesos tan complejos que, m¨¢s all¨¢ de la incapacidad de medir a determinada profundidad, con el conocimiento cient¨ªfico y la tecnolog¨ªa actuales es imposible.
P. S¨ª se pueden identificar, en cambio, zonas de peligro como el Pac¨ªfico mexicano (Oaxaca o Guerrero, por ejemplo). Ese fue el origen del primero de esta serie de terremotos, pero no as¨ª del segundo, que tuvo origen en Morelos y fue m¨¢s destructivo. ?Se esperaba un se¨ªsmo con epicentro all¨ª?
R. S¨ª. En la zona tect¨®nica donde ocurri¨® este segundo sismo ya se hab¨ªan producido en el pasado varios terremotos de una magnitud m¨¢s o menos similares. En 1999 ocurrieron dos muy cerca. Se esperaba que hubiese otro sismo ah¨ª.
P. Entonces, ?por qu¨¦ los esfuerzos de detecci¨®n estaban m¨¢s enfocados a la costa del Pac¨ªfico y no tanto al centro del pa¨ªs?
R. Porque la sismicidad en M¨¦xico est¨¢ dominada por las placas oce¨¢nicas de Rivera y Cocos. La zona donde tuvo epicentro del primero de esta serie de tres terremotos es donde ocurren la mayor parte de sismos.
P. ?Cree que deber¨ªa haber m¨¢s sism¨®grafos que detecten terremotos en el centro del pa¨ªs?
R. Hay una discusi¨®n cient¨ªfica fuerte sobre si realmente vale la pena instalar m¨¢s sensores en la zona en la que ocurri¨® el segundo terremoto o no. Se pueden instalar m¨¢s, pero la duda es si vale la pena destinar los esfuerzos a tener dos o tres segundos m¨¢s de anticipaci¨®n. Cualquier segundo de m¨¢s va a ser ¨²til, sin duda, pero...
P. ?Hay, entonces, margen mejora para el sistema de alertas?
R. S¨ª, siempre hay. Pero es importante dejar claro que, en los tres casos, las alertas funcionaron bien: no hubo falla t¨¦cnica. Se puede mejorar uno o dos segundos con el algoritmo, pero el problema es que ya en s¨ª mismo es muy eficiente. Y, para eso, se requiere investigaci¨®n, mejorar la electr¨®nica, el firmware, el ancho de banda¡ Tecnol¨®gicamente es francamente complejo y la mejora completa, incluso poniendo m¨¢s sensores, es de unos tres segundos. No m¨¢s. El debate es: ?le invertimos a eso o mejorar nuestras construcciones?.
P. ?Y usted qu¨¦ ve m¨¢s ¨²til?
R. Lo mejor ser¨ªa hacer ambas cosas, claro. Pero es una cuesti¨®n de recursos e inversi¨®n y hay gran margen de mejora en las construcciones. El reglamento de construcci¨®n ha mejorado much¨ªsimo desde el terremoto de 1985: las estructuras son mucho menos vulnerables desde el punto de vista sismol¨®gico. Es francamente muy bueno y eso fue un aprendizaje del ¡®85. El problema es la observancia, la supervisi¨®n: que se cumpla ese reglamento. En ninguno de los tres sismos [el del d¨ªa 7, el del d¨ªa 19 y el del d¨ªa 24 de septiembre] se superaron los umbrales de la normativa actual.
P. Entonces, si todos los edificios lo hubiesen cumplido, ninguno habr¨ªa colapsado.
R. En principio no. Depende de muchas otras cosas, como que la casa estuviese en una zona que, geot¨¦cnicamente, tuviera ya alguna falla previa. Pero al menos podemos decir que no habr¨ªa habido tantos edificios da?ados.
R. ?Guardan alguna relaci¨®n el sismo del d¨ªa 19 de septiembre y el del d¨ªa 7? Se han producido en un periodo de tiempo muy corto...
R. No, no guardan ninguna relaci¨®n. Su coincidencia en el tiempo es eso, una coincidencia. Como es una absoluta coincidencia que el segundo se haya producido el mismo d¨ªa del mismo mes que en 1985. La temporada de sismos comienza el 1 de enero y termina el 31 de diciembre, no hay fechas m¨¢s probables que otras. Los temblores han ocurrido desde hace millones de a?os y van a seguir ocurriendo durante muchos millones de a?os. Es importante que se sepa que va a haber sismos peque?os, intermedios y grandes. Y que tenemos que estar preparados para eso. No sabemos cu¨¢ndo, ni d¨®nde, ni de qu¨¦ tama?o ser¨¢ el pr¨®ximo, pero sabemos que lo va a haber.
P. La mayor¨ªa de edificios derrumbados en la Ciudad de M¨¦xico, sobre todo aquellos situados en las colonias Roma y Condesa, estaban situados en la antigua zona de lago. Eso reabre otro debate: ?son suficientemente seguras estas ¨¢reas para ser habitadas?
R. S¨ª, son seguras, pero depende mucho de si los edificios se construyeron antes o despu¨¦s de 1985, porque en esas dos colonias muchos edificios son previos a esa fecha. El nuevo reglamento toma en cuenta que estas zonas tienen modos propios de vibraci¨®n del suelo.
P. Su disciplina enfrenta, quiz¨¢ por primera vez, el desaf¨ªo de hacer frente a rumores y noticias falsas. Tras estos ¨²ltimos temblores se han multiplicado, adem¨¢s, las teor¨ªas del fin del mundo como consecuencia de supuestos ¡°megaterremotos¡±. ?Qu¨¦ le dir¨ªa a una persona a la que le llegan por redes sociales, d¨ªa s¨ª d¨ªa tambi¨¦n, estos bulos?
R. Es un reto completamente nuevo, que no tuvimos en 1985. Lo primero que hay que hacer es informar a la gente con la verdad y desde las instituciones oficiales, que es desde donde estudiamos estos fen¨®menos con toda seriedad. En la p¨¢gina de Facebook del Servicio Sismol¨®gico Nacional, por ejemplo, nos llegan muchos mensajes pidi¨¦ndonos que digamos la verdad, cuando lo ¨²nico que hacemos es decir la verdad. Y la verdad es que los sismos no se pueden predecir y que no tienen nada que ver con los huracanes ni con las explosiones solares, como dicen algunos. Las coincidencias que se encuentren son por puro azar. Pero el problema va m¨¢s all¨¢: muchos de estos mensajes, desafortunadamente ap¨®crifos y redactados por charlatanes, gozan de credibilidad no entiendo muy bien por qu¨¦. Todos los a?os se pronostica el fin del mundo, pero todav¨ªa estamos aqu¨ª y no se va a acabar por un gran sismo.
P. ?Se invierte suficiente en investigaci¨®n sismol¨®gica en M¨¦xico?
R. Indiscutiblemente, no. Es necesario invertir mucho m¨¢s no solo en el equipo tecnol¨®gico, que tambi¨¦n, sino en recursos humanos para investigar. El Conacyt [Consejo Nacional de Ciencia y Tecnolog¨ªa]?ha sufrido un recorte en los recursos que recibe, y eso es algo que no se puede hacer. La investigaci¨®n en general, y la sismolog¨ªa en particular, necesitan m¨¢s recursos.
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