¡°La sociedad a¨²n trata de justificar al agresor y culpa a la mujer v¨ªctima de violencia¡±
La responsable del organismo de la UE alerta de que la falta de est¨¢ndares comunes contribuye a ocultar y minimizar la radiograf¨ªa real de los abusos machistas
Virginija Langbakk tiene una tarea ingente entre manos: promover la igualdad de g¨¦nero en la UE. La directora del Instituto Europeo para la Igualdad de G¨¦nero (EIGE) un organismo que depende de la Comisi¨®n Europea y que tiene su sede en Vilnius se encuentra una realidad en la que una de cada tres europeas ha sido v¨ªctima de violencia f¨ªsica o sexual. Lacra que cuesta a los pa¨ªses m¨¢s de 100.000 millones de euros al a?o y que est¨¢ infrarrepresentada en las cifras. Una Uni¨®n en la que casi la mitad de los europeos todav¨ªa cree que el rol m¨¢s importante de la mujer es el cuidado del hogar. En ese entorno, Langbakk, sueca de origen lituano, apunta la importancia de luchar contra la segregaci¨®n por sexos y los estereotipos. Tambi¨¦n de involucrar a los hombres en la lucha por la igualdad. La directora de EIGE alerta tambi¨¦n de que la falta de unificaci¨®n en los t¨¦rminos de lo que se considera violencia de g¨¦nero en la UE dificulta la persecuci¨®n y la radiograf¨ªa del fen¨®meno.
Pregunta. ?Cu¨¢l son los mayores desaf¨ªos en materia de igualad en la UE?
Respuesta. Es dif¨ªcil establecer una escala porque cada problema tiene un impacto. Uno de ellos es minimizar la segregaci¨®n por sexos, algo que tiene un efecto important¨ªsimo en la sociedad. Un ejemplo: son las mujeres las que mayormente desempe?an trabajos relacionados con los cuidados, la educaci¨®n y la salud; y esas profesiones est¨¢n peor pagadas, algo que se traduce en menores beneficios y pensiones m¨¢s bajas. Son profesiones de mujeres y no tienen el mismo estatus, lo que significa que tan pronto como eliges tu profesi¨®n est¨¢s condenada a ser ciudadana de segunda clase. Lo vemos tambi¨¦n en los fondos de la Comisi¨®n Europea, muchos de los cuales se invierten en investigaci¨®n, innovaci¨®n, tecnolog¨ªas; campos en los que apenas hay mujeres, lo que supone que ese dinero ir¨¢ a parar a los hombres. Y eso significa que solo los hombres podr¨¢n disponer de esos fondos que todos hemos reunido a trav¨¦s de los presupuestos de la UE, tambi¨¦n que las tecnolog¨ªas e innovaciones que construyan e ideen con ellos estar¨¢n orientadas a c¨®mo piensan los hombres. Si no hay mujeres no podr¨¢n influir, as¨ª que ?cu¨¢l es la utilidad de una tecnolog¨ªa pensada por y para la mitad de la sociedad?
P. Habla usted de la prevalencia de los estereotipos, que todav¨ªa sit¨²an a la mujer al cuidado de hogar.
R. Los estereotipos son realmente la esencia de todo. Porque no solo difieren entre los distintos pa¨ªses, sino que adem¨¢s no se pueden regular por ley. No se pueden considerar desde el est¨¢ndar de los derechos humanos. Est¨¢n ah¨ª, nos influyen a nosotros, a nuestros hijos y nietos. Y todav¨ªa no hemos encontrado una manera eficaz de cambiar esas actitudes que juzgan a las mujeres que trabajan en tecnolog¨ªas como marimachos y a los hombres que trabajan en el ¨¢mbito de los cuidados como d¨¦biles, por ejemplo.
P. Una de cada tres europeas ha sufrido violencia f¨ªsica o sexual, seg¨²n datos de la UE. Son cifras abrumadoras en pleno siglo XXI.
R. Lo son. La violencia contra la mujer es en parte efecto y resultado de la desigualdad de g¨¦nero, porque los hombres creen que tienen el derecho y el poder para hacer lo que quieran; no solo ven a la mujer como una propiedad que pueden manejar y a la que dar ¨®rdenes, sino que creen que es su derecho como hombres. Pero realmente no sabemos la magnitud de la violencia contra las mujeres en los pa¨ªses de la UE. Las cifras oficiales revelan una peque?a parte de la radiograf¨ªa real porque son muchas las que no acuden a las instituciones. Ahora, con las redes sociales, ese muro de contenci¨®n se ha roto y mucha gente ha empezado a darse cuenta del problema. Pero aunque cada vez se habla m¨¢s del delito, y m¨¢s ahora que muchos casos est¨¢n saliendo a la luz porque las v¨ªctimas se apoyan unas a otras, a¨²n nos encontramos muchas actitudes que culpan a la mujer, a la v¨ªctima, que creen que ella de alguna manera se lo busc¨®.
P. ?C¨®mo luchar contra la violencia de g¨¦nero?
R. Las instituciones no pueden ignorar el problema, hay que actuar. Debe haber un compromiso pol¨ªtico, un plan que involucre a cada organismo que lidia con la violencia hacia la mujer: polic¨ªa, justicia, seguridad social, sanidad...; y tambi¨¦n al sector privado, como las empresas, para que conozcan el problema y puedan abordarlo. Adem¨¢s, es vital que se unifiquen las definiciones sobre los distintos tipos de violencia para que todos los Estados miembros lo entiendan de la misma manera. Ahora hay pa¨ªses en los que algunos actos violentos, como por ejemplo tocamientos o ciertos abusos sexuales, no son considerados un delito espec¨ªfico mientras que en otros pa¨ªses s¨ª. Ese est¨¢ndar es la ¨²nica manera, adem¨¢s, de recabar datos y estad¨ªsticas fiables, comparables y rigurosas; tambi¨¦n la forma para que la polic¨ªa y la justicia de los distintos pa¨ªses estados miembros conozcan la informaci¨®n adecuada.
P. ?Qu¨¦ opina de la oleada de casos de abuso sexual que se han hecho p¨²blicos a ra¨ªz del caso Weinstein y que se ha extendido hacia Europa?
R. Creo que alguien valiente tiene que romper el hielo. Y es lo que ha ocurrido, alguien ha roto la espita y muchas se han atrevido a contar sus casos de acoso sexual y acoso sexual en el trabajo. Normalmente, las mujeres que callan lo hacen porque sienten que su c¨ªrculo m¨¢s cercano no es lo suficientemente maduro para escuchar o entenderlas. Puede que cuando decides hablar de manera global sientes que tu entorno m¨¢s cercano ya no te se?ala, no ligan tu nombre a tu persona sino a los hechos, las experiencias.
P. ?Hay una epidemia de acoso? ?Acaso lo ha normalizado la sociedad?
R. Creo que esto tiene que ser como una herida sangrante hasta que salga todo el veneno. Muchas veces la sociedad juzga mucho menos al hombre, al infractor, y justifica lo que ha pasado, culpando a la v¨ªctima. Es hora, y lo vemos por el debate social que se ha generado, de que las instituciones tomen medidas. El primer paso es que la gente comprenda qu¨¦ es aceptable y qu¨¦ no. Y aqu¨ª volvemos a las definiciones comunes a los Veintiocho. El segundo es hablar de ello. Nos encontramos ahora que muchos hombres est¨¢n empezando a analizar y a preguntarse si alguna vez hicieron algo mal. Adem¨¢s, el Parlamento Europeo, por ejemplo, ha instado a crear una directiva espec¨ªfica y se est¨¢ debatiendo la creaci¨®n de un organismo independiente que analice y ayude a las instituciones de los Estados miembros a implementar los procedimientos de la resoluci¨®n contra el acoso.
P. Mencionaba que culpar a la v¨ªctima es a¨²n hoy es un patr¨®n que se repite en las instituciones de muchos pa¨ªses. En Espa?a hace poco hubo un caso en el que una jueza pregunt¨® a una mujer, en un caso de violaci¨®n, si hab¨ªa cerrado bien las piernas. Ahora se est¨¢ juzgando otro en el que uno de los acusados de una violaci¨®n m¨²ltiple contrat¨® un detective para seguir a la denunciante y demostrar que, como hac¨ªa vida?normal, no hab¨ªa sido violada; una investigaci¨®n que el juez del caso ha admitido como una de las pruebas.
Especial sobre violencia machista
R. Pero eso es acoso. Es como predeterminar el crimen, lo haces y despu¨¦s esperas que ella sufra las consecuencias. Es terrible.
P. ?Es la lucha contra la violencia de g¨¦nero y por la igualdad de g¨¦nero es un asunto solo de mujeres?
R. Por supuesto que no. Tambi¨¦n hay violencia hacia los hombres, pero la gran mayor¨ªa de las v¨ªctimas son mujeres; as¨ª que nos concentramos en ello. Adem¨¢s, hay que trabajar con los hombres para que cambien su actitud y sean menos violentos, para que respeten a las mujeres y construyan relaciones m¨¢s igualitarias, lo que contribuye tambi¨¦n a cerrar otras brechas.
P. Desde su perspectiva de observadora de la realidad europea, ?cu¨¢les son los pa¨ªses con mayores problemas de violencia de g¨¦nero y desigualdad?
R. No podemos decir cu¨¢les son los peores pa¨ªses en cuanto a violencia, porque si miramos la prevalencia observamos que los que saben que es un delito lo denuncian. As¨ª que pa¨ªses bien clasificados en igualdad de g¨¦nero, como los n¨®rdicos, tienen un alto ¨ªndice de denuncias, lo cual no deja de ser una paradoja.
P. M¨¢s all¨¢ de las campa?as y las instituciones, ?qu¨¦ debemos hacer?
R. Hablar de ello, que cada persona lo comente en su entorno. Habla con tus hijos. Ellos tambi¨¦n pueden encontrarse con casos entre sus amigos o en su escuela y pueden llegar a apoyar a quien lo necesita. Cuando pienso en ello me acuerdo de un caso que me ocurri¨® a m¨ª misma. Hace a?os me ca¨ª en la ducha, me golpe¨¦ la cabeza contra la mampara y qued¨¦ inconsciente. Cuando despert¨¦ ten¨ªa un corte en la cara y sangre. En urgencias me miraron, mis compa?eros de trabajo me miraban ¡ªsolo uno pregunt¨® qu¨¦ me hab¨ªa pasado¡ª y cuando iba por la calle con mi marido la gente me observaba y despu¨¦s a ¨¦l, como si me hubiese golpeado. Pero nadie se acerc¨® a preguntarme si necesitaba ayuda. Eso me dej¨® pensando si yo fuese una v¨ªctima de violencia de g¨¦nero qu¨¦ har¨ªa, con qui¨¦n hablar¨ªa, donde acudir¨ªa. Los ciudadanos podemos y debemos estar al tanto de peque?os cambios en las personas de nuestro entorno, amigos, familia, compa?eros de trabajo.
P. Como en su caso mucha gente piensa que no es su problema. En Espa?a, por ejemplo, menos del 3% de las denuncias por malos tratos en la pareja llegan desde la familia o allegados de la v¨ªctima. En Europa, uno de los ¨²ltimos Eurobar¨®metros mostraba que el 15% de los ciudadanos creen que esta lacra no debe salir del ¨¢mbito de la familia.
R. S¨ª, en muchos pa¨ªses todav¨ªa se ve como un asunto privado. No fisgues a no ser que llegue al hospital o a los tribunales, por ejemplo, en el caso de los divorcios. Pero hay que apoyar a las personas que lo sufren de la manera que lo necesitan. Por supuesto, hay diferencias entre un caso de acoso con un compa?ero o dentro de la pareja, pero en general la v¨ªctima calla por un sentimiento de culpa y verg¨¹enza.
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