Los afectados por el sismo se enfrentan a un obst¨¢culo m¨¢s: el fr¨ªo
En los campamentos de damnificados en la Ciudad de M¨¦xico las personas dependen de mantas y cobijas donadas para hacer frente a las bajas temperaturas
Primero fue el sismo y tuvieron que dejar el departamento en el que viv¨ªan. Despu¨¦s, vino el miedo de que el edificio da?ado fuera invadido. Armaron casas de campa?a frente al inmueble para vigilar el ¨²nico patrimonio que les quedaba: unos pocos muebles, ropas, electrodom¨¦sticos, televisores. Luego vino lo m¨¢s dif¨ªcil: cuando llov¨ªa el agua invad¨ªa las carpas y empapaba las colchonetas y cobijas. Nadie dorm¨ªa en las noches de lluvia.
A pocos d¨ªas de cumplirse tres meses del terremoto del 19 de septiembre, los afectados por el sismo en la Ciudad de M¨¦xico que perdieron sus casas y se instalaron en campamentos en las calles de la capital se enfrentan ahora a un nuevo obst¨¢culo: la brusca ca¨ªda de temperatura durante los ¨²ltimos d¨ªas, con m¨ªnimas cerca de los cero grados.
"El s¨¢bado y el lunes [9 y 11 de diciembre] fueron los peores d¨ªas", recuerda Lucina Ch¨¢vez, de 75 a?os, vecina de un edificio afectado por el temblor entre las calles 5 de febrero y Guip¨²zcoa, en la delegaci¨®n Benito Ju¨¢rez. "Las colchonetas est¨¢n muy pegadas al suelo y no pude dormir porque me dieron calambres toda la noche". La noche del mi¨¦rcoles 13 de diciembre esta anciana se abrigaba con una chamarra (chaqueta) y se frotaba las manos para calentarse. Son los mayores como ella y los ni?os del campamento los que sufren?m¨¢s con la oleada de fr¨ªo en este campamento.
Ch¨¢vez, que preparaba comida y la vend¨ªa en su barrio para obtener un ingreso extra para su familia, forma parte de un grupo que decidi¨® instalarse en frente de la edificaci¨®n de tres plantas que un d¨ªa fue su casa. Es una construcci¨®n antigua ¡ªCh¨¢vez llevaba 47 a?os viviendo all¨ª¡ª y el reducido valor de la renta les permit¨ªa vivir con poco en una zona c¨¦ntrica y bien comunicada con el resto de la ciudad. "Por aqu¨ª no se encuentra un departamento por menos de 8.000 pesos", afirma Antonio Monterde Ch¨¢vez, de 52 a?os e hijo de Lucina Ch¨¢vez. Se quedaron en las carpas porque la ayuda que recibieron no les permit¨ªa encontrar una nueva casa cerca de ah¨ª y no quer¨ªan abandonar la regi¨®n donde crecieron y donde trabajan. "El edificio es parte de nuestra vida", cuenta Monterde.
La Secretar¨ªa de Desarrollo Social de la Ciudad de M¨¦xico entrega diariamente alimento a 11 campamentos en la capital mexicana.?
En la calle Cinco de febrero 962, duermen cada noche entre 15 y 20 personas en casas de campa?a prestadas por vecinos y parientes. Viv¨ªan en el edificio afectado m¨¢s de 40 personas, pero muchos pasaron a dormir en las casas de familiares y se acercan al campamento apenas durante el d¨ªa. Con la llegada del invierno, los que pudieron buscaron asilo para sus ni?os con familiares.
Los que se quedan durante la noche se enfrentan a las bajas temperaturas con nada m¨¢s que mantas y cobijas. Algunas lograron sacarlas de los departamentos, pero la mayor¨ªa las recibieron como donaciones. "La solidaridad de la gente fue lo que m¨¢s nos ayud¨®", comenta Lucina Ch¨¢vez.
Seg¨²n datos del Servicio Meteorol¨®gico Nacional, un nuevo frente fr¨ªo ingresar¨¢ este jueves por el norte del pa¨ªs, lo que mantendr¨¢ las bajas temperaturas en la Ciudad de M¨¦xico, donde se esperan m¨ªnimas de entre cero y cinco grados.
"Hay un momento en la noche que el fr¨ªo te levanta", confiesa Mar¨ªa de Jes¨²s Valdez, de 33 a?os, que desde hace 12 viv¨ªa en el edificio. La noche del mi¨¦rcoles le toc¨® a Valdez estar de guardia para vigilar que nadie entrase en la construcci¨®n. "Nos quedamos caminando la madrugada de un lado a otro para vencer el fr¨ªo", comenta. Tiene tres hijos ¡ªel m¨¢s joven naci¨® pocos d¨ªas antes del terremoto¡ª y ante la llegada del invierno, los dej¨® en la casa de su suegra.
Nadie en el campamento esperaba seguir en la calle tres meses despu¨¦s del sismo. Sin tener ad¨®nde ir, fueron qued¨¢ndose a la espera de una soluci¨®n. La primera noche se hizo una semana, luego un mes. Lo que parec¨ªa provisional fue ganando aires de permanente y ya van casi 90 d¨ªas. No tienen claro lo que va a pasar. Algunos dicen que la construcci¨®n se tiene que demoler, otros que les prometieron recuperarla. Lo ¨²nico cierto es que nadie se arriesga a quedarse adentro por mucho tiempo en la estructura, que est¨¢ inclinada y llena de grietas. El optimismo se desvanece conforme? bajan las temperaturas: "Cada vez es un obst¨¢culo diferente. Ahora lo dif¨ªcil es el fr¨ªo, luego volver¨¢ a llover", dice Mar¨ªa de Jes¨²s Valdez.
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