Las pasas de Afganist¨¢n, un tesoro desaprovechado
Ante la imposibilidad de hacer vino, el secado de las uvas constituye una potencial fuente de ingresos para el pa¨ªs asi¨¢tico
Las pasas son un producto asociado con la Navidad. Sea para rellenar el pavo, en los dulces o por ellas mismas, han permitido tradicionalmente prolongar la duraci¨®n de la uva recogida en septiembre cuando no exist¨ªan los sistemas actuales de conservaci¨®n. En Afganist¨¢n, el valor a?adido que aportan sobre la fruta fresca las ha convertido en un tesoro que deber¨ªa de ayudar a quienes las cultivan a salir de la miseria, e incluso podr¨ªa servir de alternativa al opio. Pero los sistemas de secado tradicionales y la falta de apoyo oficial frenan su potencial para la exportaci¨®n.
A quien visita Afganist¨¢n a finales del verano, suelen sorprenderle los vi?edos que recubren las llanuras de Shomali, al norte de Kabul, las afueras de Herat, al Este, o la comarca de Panjwai, en la provincia meridional de Kandahar. Salvo en las zonas m¨¢s altas, casi un centenar de variedades de uva se cultivan por todo el pa¨ªs, que el a?o pasado produjo 874.000 toneladas, seg¨²n fuentes del Ministerio de Agricultura afgano. Y doy fe de que son sabrosas. Pero apenas export¨® una octava parte.
Se trata de una potencial fuente de ingresos que podr¨ªa ayudar a dejar atr¨¢s las cuatro d¨¦cadas de guerras y conflictos que los afganos han encadenado desde la invasi¨®n sovi¨¦tica de 1979, y servir de alternativa al cultivo de la droga que generaliz¨® el desgobierno. Sin embargo, como sucede con otros productos del campo, los agricultores se enfrentan a la falta de infraestructuras de transporte y distribuci¨®n. La necesidad de vender la cosecha antes de que se pudran los racimos hunde a menudo los precios.
En mi Rioja natal, como en otras regiones productoras de uva, se ha creado una industria vin¨ªcola de renombre mundial. Conozco a poca gente que haya bebido vino afgano. Pero haberlo, lo hubo. Mi amigo Bilal S. recuerda caldos locales hasta los a?os setenta del siglo pasado. ¡°Alguna gente a¨²n lo elabora en su casa¡±, comenta nost¨¢lgico. La Rep¨²blica Isl¨¢mica de Afganist¨¢n es uno de los 16 pa¨ªses del mundo que proh¨ªbe el consumo de alcohol a sus ciudadanos, aunque facilita licencias para los extranjeros.
Cerrada esa v¨ªa, la transformaci¨®n de las uvas en pasas se presenta como la ¨²nica salida para conservarlas y lograr un valor a?adido. El kilo se vende por encima de los 1.000 afganis (12 euros), casi 25 veces m¨¢s que los granos frescos, seg¨²n un reciente reportaje de France Presse. Es adem¨¢s una tradici¨®n arraigada. Como hacen con los tomates y otros frutos, los afganos ponen las uvas a secar al sol sobre el suelo o el tejado. En las comarcas vit¨ªcolas, rara es la familia que no tiene una keshmesh jan¨¢ (literalmente casa de la uva), donde los racimos se cuelgan de espalderas hechas con cuerdas y ramas para que el viento las seque (algo que se consigue en la mitad de tiempo que al sol).
De hecho, Afganist¨¢n se encuentra entre los diez primeros productores de pasas del mundo, pero se trata de un sector en decadencia. No s¨®lo respecto a la ¨¦poca anterior a la invasi¨®n sovi¨¦tica cuando produc¨ªa el 10 % de todas las pasas (hoy apenas representa entre el 2 % y el 3 %), sino incluso a?o tras a?o. A pesar de la ayuda del Banco Mundial para mejorar el procesado y empaquetado, de las 22.000 toneladas que se exportaron en la campa?a 2014-2015, se ha pasado a apenas 15.000 toneladas dos a?os despu¨¦s.
En ese mismo per¨ªodo la treintena de secaderos profesionales que exist¨ªan en el pa¨ªs se ha visto reducido a la mitad como resultado de la falta de apoyo financiero (dificultad para conseguir pr¨¦stamos) y la irregularidad en el abastecimiento el¨¦ctrico. Mientras que las rendijas de las keshmesh jan¨¢ tradicionales adem¨¢s de dejar pasar el viento, tambi¨¦n dejan pasar el polvo, reduciendo la calidad del producto que no logra pasar los exigentes criterios de la UE. De momento, s¨®lo en Emiratos ?rabes, Rusia y el subcontinente indio es posible disfrutar de las ricas pasas afganas. Una pena.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.