El pasado lastra a Gambia un a?o despu¨¦s del fin de la dictadura
La ca¨ªda de Jammeh ha tra¨ªdo m¨¢s libertad, pero la euforia se desvanece entre apagones y ruido de cuarteles
Las sombras bailan en las paredes a la luz de una precaria vela. La joven Aminata Correa recibe a los visitantes en su casa de Banjul con una mueca de resignaci¨®n. ¡°No hay luz, ni tampoco agua. As¨ª llevamos seis meses, viene y va¡±, asegura. Los constantes apagones son una de las principales quejas de los gambianos un a?o despu¨¦s de la ca¨ªda del dictador Yahya Jammeh, hoy en el exilio en Guinea Ecuatorial. Se respira un ambiente de mayor libertad, pero la decepci¨®n por la desatenci¨®n de los problemas reales de los ciudadanos se extiende mientras el Gobierno trata de controlar el malestar en los cuarteles, a¨²n plagados de partidarios del ex presidente.
El pasado 11 de enero, a tres meses de las elecciones locales, el Gobierno decidi¨® suspender los m¨ªtines pol¨ªticos hasta nueva orden. La dr¨¢stica medida se produjo tras una semana de enfrentamientos entre partidarios del actual presidente Adama Barrow y de su antecesor en el cargo que acabaron con decenas de heridos. Ya en noviembre, el Ejecutivo prohib¨ªa a un grupo de j¨®venes del barrio capitalino de Westfield manifestarse en contra de los recurrentes cortes de luz y agua. La decisi¨®n gubernamental se bas¨® en la misma ley que permiti¨® al antiguo r¨¦gimen enviar a opositores a prisi¨®n. El temor a una desestabilizaci¨®n en la calle atenaza a los nuevos dirigentes.
Y no s¨®lo en la calle. Desde el pasado verano ha habido un constante goteo de soldados detenidos, hasta una quincena, todos sospechosos de conspirar contra el nuevo Ejecutivo e incluso de estar en contacto para ello con su ex comandante en jefe, el mism¨ªsimo Yahya Jammeh. El riesgo de involuci¨®n es tan alto que Senegal, el principal apoyo militar del Gobierno actual, ha elevado la alerta, la presencia de las fuerzas de la CEDEAO (Comunidad Econ¨®mica de Estados de ?frica Occidental) se ha prorrogado un a?o m¨¢s y el presidente Barrow lleg¨® a intercambiar unas palabras al respecto con su hom¨®logo ecuatoguineano y anfitri¨®n del ex dictador gambiano, Teodoro Obiang, durante la ¨²ltima Asamblea General de Naciones Unidas en Nueva York.
Existe un fundado temor a que se hayan producido torturas y periodos de detenci¨®n ilegales contra los militares sospechosos de conjura. Y es que el servicio secreto de Jammeh tan solo cambi¨® de nombre y de jefes. No ha habido una depuraci¨®n a fondo y las viejas pr¨¢cticas persisten. ¡°La gente ya no tiene miedo a que le delaten y a desaparecer de la noche a la ma?ana¡±, asegura la periodista y ciberactivista gambiana Aisha Dabo, ¡°pero el Gobierno deber¨ªa demostrar su apuesta por las libertades y por la defensa de los Derechos Humanos de manera m¨¢s clara¡±.
En la oficina del antiguo opositor Amadou Scattred Janneh, en pleno centro de Serrekunda, se re¨²ne un grupo de v¨ªctimas de la dictadura. Entre ellas destaca la presencia de la joven Phateema Sandeng, hija del pol¨ªtico Solo Sandeng cuyo asesinato el 14 de abril de 2016 desencaden¨® el cambio pol¨ªtico en Gambia. ¡°Queremos justicia, que se reconozca el sufrimiento de nuestras familias¡±, asegura con voz firme. Ella es miembro de una asociaci¨®n que est¨¢ recabando todos los testimonios para intentar llevar a Jammeh ante los tribunales, un complicado proceso que pretende seguir el ejemplo del juicio contra el ex dictador chadiano Hiss¨¨ne Habr¨¦ en Dakar.
El Gobierno de Barrow y el nuevo Parlamento salido de las legislativas del pasado abril han dedicado un a?o a dotarse de mecanismos para investigar y actuar contra los 22 a?os y medio de dictadura: una comisi¨®n de Derechos Humanos, otra de la Verdad y la Reconciliaci¨®n y una m¨¢s para inventariar los bienes de Jammeh, que ya han sido congelados y pasar¨¢n a manos del Estado. ¡°Sin embargo, los problemas reales de los ciudadanos, el paro, la falta de horizontes, siguen estando ah¨ª. Es como si se estuviera m¨¢s pendiente del pasado que del futuro¡±, explica Dabo.
Ya existe un Plan Nacional de Desarrollo 2018-2021 con el acento puesto en energ¨ªas, salud, infraestructura, agricultura y turismo, para lo que el Ejecutivo cuenta con el apoyo de inversores extranjeros, desde la UE hasta China pasando por el Banco Mundial. Sin embargo, su elevado nivel de deuda externa, de hasta un 120% de su PIB, pone en peligro la viabilidad del esperado despegue econ¨®mico previsto para este a?o. El dalasi, la moneda nacional, ya est¨¢ sufriendo las consecuencias y ha perdido valor en los ¨²ltimos meses.
Una buena muestra de que las cosas no han cambiando demasiado es que el flujo de emigrantes en ruta hacia Europa a¨²n no ha descendido. En los seis primeros meses de 2017 casi 5.000 j¨®venes gambianos alcanzaron las costas de Italia, consolidando a este peque?o pa¨ªs de apenas dos millones de habitantes en uno de los mayores emisores de emigraci¨®n clandestina. Muchos de ellos estaban ya en camino, pero otros emprendieron viaje tras la llegada del nuevo r¨¦gimen.
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