Sierra Leona vota entre una niebla de tensi¨®n
Con la segunda vuelta aplazada cinco d¨ªas, el pa¨ªs africano entra en la nerviosa cuenta atr¨¢s del recuento electoral
Los rizos de carreteras y pistas que, como toboganes, descienden entre las colinas de Freetown para ir a caer al mar, han quedado desiertos. Las autoridades proh¨ªben toda circulaci¨®n el d¨ªa de elecciones y, mientras la gente llega a los colegios a cuentagotas, s¨®lo algunos kekes (los triciclos cubiertos asi¨¢ticos) son los ¨²nicos con derecho a transportar a ciudadanos el d¨ªa que se elige presidente. Rociada de una calma escoltada por militares, la capital de Sierra Leona mira de reojo la tensi¨®n con la que se ha llegado a la segunda vuelta.?
Fatumata y los m¨¢s de tres millones de sierraleoneses registrados eligen entre rojo o verde. La continuidad o el cambio. Y lo hacen bajo la intimidante presencia de los soldados armados que vigilan cada una de las estaciones de voto. El rojo es Samura Kamara, el hombre que el presidente saliente, Ernest Bai Koroma, nombr¨® a dedo y que intenta asegurar que su partido, el Congreso de Todos los Pueblos, no pierda el poder. Pero en la primera vuelta consigui¨® 15.000 votos menos que su rival, el opositor Julius Maada Bio, una desventaja que, aunque leve, advierte que medio pa¨ªs ans¨ªa un cambio. ¡°Tolongbo¡±, susurra Fatumata protegi¨¦ndose del sol bajo uno de los ¨¢rboles majestuosos de una de las comunidades a pie de monte, con el dedo impregnado de tinta indicando que ya ha votado. ¡°Tolongbo¡±, repite, ¡°necesitamos que sigan los mismos, que sigan construyendo carreteras¡±, musita, repitiendo una y otra vez el eslogan de campa?a de Kamara. Tolongbo significa ¡°una sola direcci¨®n¡± en Temne, el idioma y grupo dominante del norte del pa¨ªs, el feudo del partido en el Gobierno.
En tierra Mende, en cambio, en el sureste del pa¨ªs, el favorito es Maada Bio, un exmilitar retirado que, aunque particip¨® en dos golpes de Estado, se ha sabido ganar la confianza de millones de sierraleoneses. ¡°Porque pidi¨® perd¨®n; y porque supo entregar el poder a los civiles¡±, le defiende Sheku, recordando el episodio de 1996, cuando Bio captur¨® el poder a golpe de armas y lider¨® la Junta Militar durante dos meses y medio antes de cederla a un Gobierno civil. Era en plena guerra civil, el brutal conflicto de 11 a?os (1991-2002) que azot¨® a la peque?a naci¨®n del oeste de ?frica, causando 120.000 muertos y marcando la infancia de muchos ni?os-soldado.?
Con poco m¨¢s de siete millones de personas, este pa¨ªs de montes selv¨¢ticos a orillas del Atl¨¢ntico, sigue estando, 16 a?os despu¨¦s de la guerra, a la cola del desarrollo mundial. Seg¨²n el Programa de Desarrollo de Naciones Unidas es el noveno pa¨ªs m¨¢s pobre del planeta y su riqueza mineral, de la que depende, no llega a dar beneficios a la poblaci¨®n. La principal divisa extranjera viene de las minas, sobre todo de los diamantes, pero en un pa¨ªs con dos tercios de desempleados, la mayor¨ªa vive de una fr¨¢gil agricultura de subsistencia y de la miner¨ªa ilegal. Aunque el intercambio de diamantes por armas que dio nombre a los famosos ¡°diamantes de sangre¡± se termin¨® poco despu¨¦s de la guerra (Naciones Unidas levant¨® la prohibici¨®n para su exportaci¨®n en 2003), el contrabando sigue siendo cotidiano y la b¨²squeda de estas piedras preciosas, se ejecuta artesanalmente por mineros en duras condiciones. Es justamente la zona de Kono la que puede decantar la balanza del nuevo presidente. En la frontera entre los verdes y los rojos, sus votos pueden ser decisivos para el futuro.
Tras una d¨¦cada en el poder, Koroma ha mejorado algunas infraestructuras, pero los elevados niveles de corrupci¨®n son la cr¨ªtica m¨¢s repetida entre los detractores, as¨ª como la de repartir el desarrollo de forma partidista. En su feudo de Makeni es el ¨²nico lugar en toda Sierra Leona donde existe el suministro de electricidad las 24 horas del d¨ªa, algo que no sucede ni en la capital.?
Con una transici¨®n lenta y una paz ahogada por las esperanzas rotas de mejora, Sierra Leona ha llegado a trompicones hasta las delicadas elecciones, con las cat¨¢strofes dejando al descubierto las verg¨¹enzas. La epidemia del ¨¦bola sable¨® al pa¨ªs con 4.000 muertos pero, adem¨¢s de matar a ciudadanos y a 250 trabajadores de la salud, golpeando al sistema sanitario y dej¨¢ndolo a menos que m¨ªnimos, se a?adi¨® el esc¨¢ndalo de corrupci¨®n. Un tercio de las donaciones al Gobierno durante los primeros seis meses de la crisis, desaparecieron. De la misma forma, otra cat¨¢strofe natural ¡°evitable¡± mostraba, el a?o pasado, las duras consecuencias de las negligencias de alto nivel. Unas mil personas quedaron colgadas bajo el barro en agosto del a?o pasado en las afueras de Freetown, al desprenderse un trozo de la colina a causa de las lluvias torrenciales. Fue en una zona donde no se pod¨ªa construir.
Con la segunda vuelta aplazada cinco d¨ªas debido a un contencioso legal (alentado por el partido al Gobierno avistando una derrota), una tensi¨®n abierta entre la Polic¨ªa y la Comisi¨®n Nacional Electoral y algunos episodios de violencia, Sierra Leona entra en la nerviosa cuenta atr¨¢s del recuento. Como Suley, que desea en voz alta ¡°que no pase nada¡±, muchos sierraleoneses abrazan la prudencia hasta que salgan los resultados: no salir mucho de casa y esperar a las reacciones de los perdedores.
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