Melania Trump s¨ª ha construido su muro
Con su extrema discreci¨®n, la primera dama puede llegar a parecer inerte. Es la estrategia de quien acompa?a a un presidente en erupci¨®n constante.
Se prodiga tan poco Melania Trump y es tan poco lo que habla, que buena parte de la cobertura medi¨¢tica estadounidense sobre la primera dama se ha convertido en un ejercicio de agudeza visual. Si reh¨²ye o no reh¨²ye la mano de su esposo en el posado del d¨ªa apunta ya a g¨¦nero period¨ªstico. Cuando en su aniversario como primera dama publica una foto de ella sola del brazo de un marine, se puede leer su malestar por el esc¨¢ndalo de Donald Trump y la actriz de cine porno Stormy Daniels. Y si en la visita de Estado del presidente de Francia, Emmanuel Macron, luce un sombrero blanco, no es? que lo lleve, sino que est¨¢ haciendo diplomacia a trav¨¦s de la moda.
No se sabe c¨®mo es, lo que piensa, si siente o si padece. Bella, hier¨¢tica e inescrutable, puede llegar a parecer inerte. Es el reverso extremo de un presidente en erupci¨®n constante. ?l est¨¢ obsesionado con ese muro que quiere construir en la frontera con M¨¦xico. Melania ha levantado el suyo propio para protegerse del mundo.
Cuando esta semana preguntaron por ella a Brigitte Macron, nada m¨¢s volver de su viaje por Washington, retrat¨® a una mujer encerrada en una jaula de oro. Pese a las apariencias, dijo, Melania ¡°es muy divertida¡±, tambi¨¦n ¡°inteligente y abierta¡±, pero ¡°no puede hacer nada¡±. ¡°No puede ni abrir una ventana de la Casa Blanca, no puede salir, est¨¢ mucho m¨¢s constre?ida que yo. Yo salgo todos los d¨ªas en Par¨ªs¡±, cont¨® en una entrevista en Le Monde. La esposa del presidente franc¨¦s justific¨® as¨ª su opacidad: ¡°Todo es interpretado, o sobreinterpretado. Es alguien con una fuerte personalidad, pero se esfuerza en esconderlo. Se r¨ªe con facilidad, de todo, pero lo muestra menos que yo¡±.
Nada de ese retrato fresco y alegre parece encajar con la mujer que aparece en los actos p¨²blicos junto a Trump. Melania Knauss (su apellido de soltera) naci¨® hace 48 a?os en la antigua Yugoslavia. Emigr¨® de joven a Nueva York para hacer carrera como modelo y conoci¨® al magnate, una celebridad 24 a?os mayor que ella a quien nadie imaginaba alg¨²n d¨ªa en la Casa Blanca. Dif¨ªcilmente aquella joven eslovena.
¡°No creo que Melania quisiera este trabajo y lo est¨¢ haciendo de la mejor manera que puede. De forma inteligente, est¨¢ desempe?ando el papel de una primera dama extremadamente tradicional¡±, opina Kate Andersen Brower, autora de First Women, un libro sobre las esposas de los presidentes. ¡°Se est¨¢ ganando el respeto por lo que no dice y por lo que no hace¡±, afirma, por su parte, el historiador Doug Wead, autor de varios libros sobre presidentes y sus familias, entre ellos uno muy pol¨¦mico sobre George W. Bush, porque se bas¨® en conversaciones con el mandatario grabadas en secreto por el escritor.
La reciente muerte de la ex primera dama Barbara Bush ha servido estos d¨ªas para recordar su carisma, su sentido del humor y, tambi¨¦n, sus meteduras de pata. La matriarca de los Bush puso a su marido en aprietos con sus bases cuando opin¨® que los republicanos deber¨ªan suavizar su oposici¨®n al aborto o, a?os despu¨¦s de dejar la Casa Blanca, cuando su hijo George era presidente, quit¨® hierro a la desgracia del hurac¨¢n Katrina al argumentar que algunos afectados viv¨ªan ya de por s¨ª en una situaci¨®n tan precaria que el desastre les pod¨ªa salir a cuenta, al fin y al cabo, por las ayudas que recibir¨ªan. Ten¨ªa un humor socarr¨®n, en su lecho de muerte, con su hijo presente, le dijo al m¨¦dico: ¡°?Sabe por qu¨¦ George sali¨® as¨ª? Porque fum¨¦ y beb¨ª cuando estaba embarazada¡±.
En el universo Melania no cabe ese talante ni esos deslices. La ¨²nica acci¨®n que ha provocado rechazo notable en las redes sociales ¡ªy dio para algunos art¨ªculos¡ª en este tiempo tuvo que ver con unos zapatos. Apareci¨® subida a unos tacones de v¨¦rtigo el pasado agosto cuando se dirig¨ªa a visitar a los afectados por el devastador hurac¨¢n Harvey en Texas, lo que muchos vieron como un s¨ªmbolo de desconexi¨®n de la realidad. Al bajar del avi¨®n, una vez en destino, ya calzaba unas zapatillas blancas. Y se acab¨®.
Melania es menos popular entre los estadounidenses de lo que lo eran las primeras damas recientes durante las presidencias de sus maridos. El 54% la ve con buenos ojos, seg¨²n el sondeo de Gallup, mientras que el apoyo que suscitaba Michelle Obama alcanzaba el 65%; el de Laura Bush, el 71% y Barbara Bush, 83%. Hasta Hillary Clinton, siempre en el ojo del hurac¨¢n con la prensa, contaba con el 57%.
El silencio como escudo
Esta primera visita de Estado del presidente de Francia, su prueba de fuego como anfitriona, ha transcurrido sin problemas, y ella ha brillado en silencio. La de primera dama es una figura ambigua y sin retribuci¨®n, cuyas funciones no se han definido nunca oficialmente. En el origen, a la esposa del jefe del Estado solo le encomendaban las tareas de anfitriona en los actos de la Casa Blanca y con el tiempo se hizo norma que cada una se convirtiera en defensora de alguna causa social: Nancy Reagan eligi¨® la lucha contras las drogas, por ejemplo, y Michelle Obama, la educaci¨®n de las ni?as y la dieta saludable. Algunas ejercieron este papel de forma muy pol¨ªtica, como Clinton, que llev¨® a impulsar una reforma sanitaria que fracas¨®, o Rossalyn Carter, que asesoraba a su marido en toda suerte de asuntos pol¨ªticos.
Para Andersen Brower, Melania ¡°desempe?a un papel de consuelo y empat¨ªa con la gente como no puede hacerlo su marido¡±. La causa por la que Melania se ha decantando es el acoso en redes sociales, lo que supone la madre de todas las paradojas, teniendo en cuenta que el presidente usa su cuenta de Twitter para insultar o se?alar a sus detractores un d¨ªa s¨ª y otro tambi¨¦n. En la pr¨¢ctica, en estos 16 meses de Gobierno no ha desarrollado una gran actividad relacionada con esta agenda, aunque en los actos en los que participa a solas con ni?os se le suele ver m¨¢s relajada. Aparece entonces una mujer que lee los discursos con serenidad y muestra dulzura.
Es en los ¨²nicos instantes en los que parece traspasar el muro. En un lado est¨¢n las llamaradas de Trump y las noticias sobre su sombrero blanco, en el otro est¨¢ ella con su hijo Barron. En las manifestaciones antitrump es habitual ver carteles con el lema Liberad a Melania.
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